30 de diciembre de 2009

2009

Mañana termina el año. Un buen año qué como todos ha tenido muchas cosas buenas y esperemos que como excepción, algunas malas, muy malas.

Aunque me será imposible no recordarlo por esas malas y de ningún modo pasar de largo por la pérdida de Pedro Manuel sin al menos mencionarlo, me quedaré con lo mucho bueno que también ha tenido. Un año con salud para toda la familia y casi todos los amigos. Algo muy importante.

Y me quedaré especialmente con las palabras y las aves. Las aves y las palabras. Aves y palabras.

Las palabras. Este año 2009 nació mi blog, el pasado mes de enero. Casi un añito de vida, contando ésto y aquello. Rebuscando en mi interior, contando cosas que me pasaban, que quería que ocurrieran, fantasías, problemas, alegrías y tristezas. Expresándolo con palabras para dar rienda suelta a mi corazón. Contándomelo a mí mismo y a los que les apetecía leerlo o simplemente tenían curiosidad. Y me he dado cuenta de lo difícil que es, lo que cuesta hacerlo, mantener un espacio sin dar tregua, extrayéndolo de muy dentro de mí. Intentándolo hacer bien. Muy difícil. No se si lo he conseguido pero si, que estoy satisfecho.

Las aves. Gran año de aves. Probablemente el mejor desde que adoro a éstos animales. Muchas tardes en Estaca aprendiendo, gozando, viviendo, sintiendo, confraternizando, hablando, deseándolas, gritando e incluso casi llorando. Es muy complicado explicar algunas cosas. Expresar lo que algunos sentimos al ver ésto o aquello.

Un año lleno de capirotadas, rebosante de raberos. El año en que conocí al Feae. Contar miles de alcatraces y sufrir al no poder contarlos bien. Esas filas interminables de aves migrando hacia el sur. Observaciones varias de colimbos. Profundización (despacito, despacito) en el complicado mundo de las gaviotas. Las aves del invierno, las aves del verano. Las aves.

Los págalos. El año de los págalos. Mi año con los págalos. Esos días de verano llenos de raberos (más de cien una tarde). Los trenes de pomarinos, deleitándonos cerca, muy cerca. Posándose y levantándose. Más y más págalos grandes pasando y pasando. Y más págalos grandes de nuevo. Págalos. Págalos. Págalos.

Os deseo a todos un muy feliz año 2010, en el que espero que tengáis mucha salud (vosotros y los vuestros), muchas alegrías y mucha suerte. Ya sabéis, a vosotros y a los págalos. Siempre págalos.

Gracias por estar ahí.

26 de diciembre de 2009

Me lo preguntaba Marina

Me decía que si yo sabía si las aves tenían Navidad. Si se reunían en familia para cenar. Si también los Reyes Magos les dejaban regalos... Miré a mi pequeña avecilla (bueno, no tan pequeña ya) y me enternecí.

"No hija. No tienen Reyes Magos, ni Navidad. En todo caso su Navidad es tener la suerte de que los humanos no salgan esos días a vaciar el mar de peces. Esa suerte que es no poder enredarse en sus redes y así no morir. No embadurnar sus preciosas plumas con los vertidos de algún sentinazo y de nuevo, no morir".

"¿Y los págalos tampoco?", preguntó. "Esos págalos que tú tanto quieres, de los que escribes siempre que puedes, a los que mencionas siempre".. ¿tampoco ellos?. "Tampoco ellos,mi amor". "¡¡Qué pena!!", continuó. "Voy a escribir a los Reyes Magos. Ellos siempre llegan a todos los sitios. ¿Por qué no van a llegar también donde ellas viven?. "Los Reyes Magos son cosas de humanos, cariño mío". El mejor regalo que puedes hacerles, es cuidar lo que te rodea. Cuidar la naturaleza. Saber que acabando con ella, destrozándolo todo, lo único que conseguiremos sera perder. Nosotros y ellas. Y al final nos quedaremos solos y creo que todavía más al final no quedará nada. Nada. Y eso es lo que hay que evitar. Y contárselo a todo el mundo. Que todas las personas lo sepan y se den cuenta de ello".

Me miró con esos preciosos ojos suyos y se fue a jugar. Creo que me entendió y si no en esta será en la siguiente. Que por ellos o los suyos no habrá problemas. Pero necesitamos ser muchos más.

No puedo imaginar un mundo sin págalos. No lo puedo imaginar sin cualquier ave, cualquier ser vivo, incluidos los humanos. Pero sin págalos......

21 de diciembre de 2009

Las reinas de la playa

Se lo hacen saber a todo el mundo. A las demás gaviotas y a todo el que se acerca por el muelle de Vicedo. A los que pasean por la playa. A los que salen a faenar en sus barcas. Ellas son las reinas y a ver quien lo pone en duda.

Siempre me llamó la atención y yo diría que además se pasa de generación en generación. Que son los hijos de los hijos. Y detrás vendrán los hijos de éstos. Desde que observo las aves con mayor atención y es ya hace unos años, siempre han estado allí. Siempre ha habido una pareja de gaviota patiamarilla dominante en la zona. Y recuerdo verlas en lo alto de la grua para sacar las barcas del agua, gritando esa circunstancia al viento. Gritándoselo a la Ría. Gritando y gritando.



Y es un grito serio. A veces da miedo. Fuerte y como avisador. ¡¡¡Aquí estamos!!. ¡¡Aquí estamos!!.

Levantan el vuelo y hacen que todas las demás gaviotas lo hagan también. Lo hacen cuando se acerca un barco a puerto o simplemente cuando les da la gana. Y hacen que todas lo hagan. Dan varias vueltas sobre el puerto y se posan cerca de la bocana, allí junto al pequeño faro que avisa a los barcos de la cercanía de las rocas.

Y vuelven a la playa y de nuevo llega la calma. Durante un rato. No mucho tiempo. Después, vuelven a sacar pecho, a levantar la cabeza, ante la mirada de los inmaduros, de los juveniles de primer año y de las demás parejas de adultos de patiamarilla, de las reidoras, de las sombrías e incluso de alguno de los gaviones que frecuentan de vez en cuando la playa de Vicedo.



Y vuelven a gritar. A decirle a todo el mundo, a todos los árboles, a todas las olas y al viento del Nordeste, que ellas lo son. Que son las reinas de la playa.

Los págalos no vienen por el puerto de Vicedo. Si lo hicieran, también lo sabrían. También lo aceptarían.......

17 de diciembre de 2009

La trucha y el cormorán

Era un frío día de invierno en la ribera de aquel río. La corriente, que en algunos puntos bajaba a gran velocidad formaba remolinos en los remansos y en los pequeños meandros que se repartían por la arboleda. Había un silencio que lo envolvía todo y únicamente, las ráfagas de viento perturbaban aquella calma que nada bueno podía traer consigo. No era normal.

En el agua no parecía haber la mínima señal de vida. Aquel que durante años y años había sido un espectáculo de vida animal parecía uno de esos embalses construidos por el hombre. Algo artificial.

De vez en cuando se oía el silbido del sedal y "chop" del anzuelo y plomos al entrar en el agua. Al menos tres pescadores se encontraban repartidos en unos cien metros de río. Si no era uno, era el otro..."ffffiiiiiuuuuu....chop" "ffffiiiiiuuuuuu....chop"... Entre ellos no se miraban y cuando lo hacían solía coincidir con la captura de alguna pieza o con la recogida de la linea sin presa. Mal gesto si venía "premio" y sonrisa burlona si no lo había.

Unos metros más allá, tras unos juncos un cormorán temblaba mientras vigilaba sin perder de vista a aquellos tres pescadores. Miraba arriba y abajo sin parar, estudiando cualquier movimiento. En una de esas miradas fijó la vista en el agua y vio a la trucha. Ella tampoco se movía. El cormorán era un enemigo potencial suyo, podía comérsela con una buena inmersión y un rápido movimiento de su cuello. Miraba al cormorán pero no se movía.

Con voz muy bajita, el cormorán le preguntó a la trucha si no tenía miedo de él. El pez le dijo que sí, pero que aún les tenía mucho más miedo a las trampas que suponían aquellos hilillos que parecían comida pero que no lo eran, que suponían muerte. Le contó al ave que todos los de su familia habían caído en aquel engaño. "Y tú, ¿porqué te escondes?" preguntó la trucha. "Tu no deberías tener miedo del anzuelo". "Temo a las escopetas. Ayer cayeron mis dos hermanos mayores. La semana pasada mataron a mi madre y mi padre murió el año pasado". "Soy el único que queda de la familia. Nos disparan porque dicen que os comemos a vosotras y a todos los demás peces. Por alimentarnos. Por vivir".

El pequeño pez, como la negra ave, tenía mucha hambre. Llevaba demasiado tiempo sin comer. Como un acto reflejo, al ver aquella pequeña mosca no muy lejos de ella, se abalanzó como por un impulso irrefrenable y al instante estaba dentro de su boca. Y entonces noto que se clavaba en su interior y se vio morir. El cormorán no pudo reaccionar con la velocidad con que lo había hecho el pez y solo alcanzó a abrir por puro susto e inercia sus negras alas y dijo "No". Eso le costó la vida. Cuando levantó la vista vio como uno de aquellos humanos sacaba a la trucha del agua y al girarse vio aquel negro cañón que le apuntaba. Intentó volar pero solo sintió una gran quemazón y todo se apagó.

La trucha acabo moviéndose y dando saltitos dentro de aquella cesta de mimbre. Pero solo fue por unos instantes. Rápidamente dejó de moverse. Mientras el cormorán flotaba sobre el agua ante la indiferencia de todos. Aquellos dos humanos se miraron y se sonrieron por primera vez. Habían cumplido su objetivo. Habían llevado la muerte a aquel que hacía no mucho tiempo era un remanso de paz.

Menos mal que por allí, no pasan los págalos. O si pasan, lo hacen pocos. Cuando vuelva a Vicedo, cuando hable con ellos al pasar por Estaca, les diré que no lo hagan, que no se acerquen a los ríos, que les puede costar la vida. Que todo vale y que no hay freno para el humano. Y no sabré explicarles porqué.

En éstos momentos, éstos días diferentes Comunidades Autónomas movidas por los colectivos de pescadores y probablemente por el dinero de un modo o de otro, aprueban leyes para eliminar a tiros a los cormoranes de los ríos españoles. En Asturias 40.000 pescadores acusan a 1.000 cormoranes de acabar con los peces, de esquilmarlo todo. Y empiezan a hablar de garzas, de nutrias, de martines pescadores.....Pobres aves. Y cuando, según sus intenciones, hayan acabado con todas, pobres peces. Los pocos que queden, durarán nada y menos.


Cormoranes grandes en la Ría de Vicedo

13 de diciembre de 2009

De nuevo juntos

Hace un par de semanas os contaba, un poco en clave de adivinanza al hablar sobre la novia de la que os hablo hoy, de los problemas que había tenido con mi telescopio y le hacía una oda al mismo, contando lo que le quería y lo que había significado para mí. Quedó "hospitalizado" y yo en espera de noticias.

Cuando estuve en la mili en Melilla (Grupo de Fuerzas Regulares de Infantería Melilla número 2, los famosos Regulares 2) nos decía que allí se habían terminado las novias y que la única que teníamos era el Cetme, el "chopo", el fusil de asalto. Y que nos teníamos que olvidar de todas las demás. Algo así pasa, pero sin órdenes, en el mundo de los pajareros, con el telescopio. Algo más fría que las demás (sea novia o mujer) pero......imprescindible.

Al dejar esa novia de muchos años (sin ser infiel a la otra, a la madre de mis hijos) en la óptica para que me dijeran el resultado del tremendo golpazo que recibió una mañana ventosa en O Barqueiro, quedé prendado, enamorado, rendido ante una nueva aspirante, más joven, mas bella, más fuerte, más preparada para el futuro. Me habían dado pocas esperanzas de recuperación en cuanto a la antigua y me deje llevar a esa pasión. Debo reconocer que prácticamente tenía decidido el cambio, que soñaba con la nueva cada noche, que ya me veía en el observatorio de Estaca oteándolo todo con ella. Muy juntitos. Y besándola, porque yo, de siempre, beso a todas mis novias...

Pero esos días también me dieron tiempo para recordar muchas cosas. Para pensar en los 12 años que llevamos juntos (antes hubo otras dos, una que se quedó Evelio y que a saber donde estará y la segunda aún la tiene Felipe). Como veis nos las pasamos entre hermanos. Recordé los muchos momentos que habíamos estado juntos, que prácticamente toda mi vida como avemarinólogo la habíamos pasado el uno con el otro. Que todas las horas que había estado en Bares, había sido siempre con ella. Que era mucho más que una simple novia. Más que un simple artilugio para hacer que veamos mejor las aves. Ya era parte de mí.

Al final me llamaron de la óptica y terminaron con todas mis dudas. No había razón para la separación. Con unas tiritas por allí y un pequeño tratamiento, podríamos seguir siendo felices al menos una temporada más. Y ambos lo agradecimos. Nos sonreímos. Me dejo mirar a través de ella y yo la miré con amor.

Debo reconocer que no puedo olvidar a la otra y que nos hemos dado algo de tiempo. Que muy posiblemente terminemos juntos. Que fue un flechazo consentido..... Tanto mi viejo telescopio como mi mujer éstán de acuerdo.

Por un momento, y ya con todo decidido, volvieron a acosarme las dudas. Y en ese momento, grandioso momento, recordé mi primer págalo, que por supuesto fue con ella (la novia) o con él (el telescopio). Y también todos los demás. Eso no es poco. Es mucho. Lo es casi todo.

9 de diciembre de 2009

El baile de las pardelas cenicientas

El sol baña toda la Ría de Vicedo. En el centro de ella, la Coelleira brilla como una joya. Sus colores, exagerados por la enorme luminosidad hacen que no pueda dejar de mirarla. Y sobre ella, sobre sus verdes laderas, sobre su base de roca y dejándose llevar por el viento que la mece como si fuera un retoño, reinan las gaviotas. Ellas, lo ocupan todo. Las verdes laderas, la base de roca y ese viento que la acompaña constantemente.

Cuando vi aparecer la primera, al oeste del Mar de las Pardelas, no pude hacer otra cosa que extasiarme con su vuelo. Aquella pardela cenicienta, parecía no querer inmutar nada. No querer molestar al mar, no desear desviar un ápice ninguna de las ráfagas de viento. No llamar la atención de nadie. Sin un ruido.



Con una calma pasmosa, avanzaba sin prisa pero sin pausa. Se dejaba llevar y al mismo tiempo, sin que te dieras cuenta lo dominaba todo. Parecía bailar. Un baile tranquilo. Un baile sosegado. Un baile de amor.

Podías estar largo rato observándola y no veías que aleteara. En ningún momento hacia un movimiento brusco. Detrás de ella, llegaron más. Unas por encima, otras por debajo. Unas cuantas más unos metros detrás. Y todas cumpliendo un mismo ritual. Como un ballet.

Parecía que se marcharían hacia el Este, hacia otro destino. Otro lugar en el que vivir y soñar. En el que criar a sus pequeños. Pero cuando sobrevolaron su mar, el Mar de las Pardelas, se detuvieron. Se posaron en él y allí quedaron tranquilas.
De vez en cuando levantaban el vuelo y daban unas vueltas a su alrededor. Avanzaban unos cientos de metros, hacían un giro perfecto, como trazado por un compás y de nuevo sin un mal gesto sin un movimiento fuera de lugar, regresaban. Y cuando unas llegaban, otras volvían a levantarse. Y volvían a bailar.



Bailaban con las olas del mar, lo hacían con el viento del Noroeste. Danzaban con los delfines que se alimentaban junto a ellas. Y también con las demás aves que pasaban por la entrada de la Ría y con las que vivían en la Coelleira.
Lo miraban todo y parecían sonreír. Diría que eran felices.

Cuando vi a los págalos que llegaban con su vuelo directo desde el Este pensé que lo mismo aprovecharían para atacarlas. Para buscarse la vida como suelen. Como deben. Pero no. Ellos también las miraron y estoy seguro que apreciaron su baile. Que les gustó. Que habrían querido bailar con ellas. Aunque no lo parezca, aunque pensemos que es imposible, creo que lo hacen, que bailan juntos.

Y yo, cuando bajo al observatorio y veo a las pardelas cenicientas….”bailando”…también lo hago.

Fotografías de www.outdoorcentral.com y www.surfbirds.com

5 de diciembre de 2009

Nos vamos a Vicedo

¿Nos vamos a Vicedo?, me preguntó por correo electrónico Ana. ¿Nos vamos en enero como el año pasado?. "No se" respondí. ¿No sabes?, ¿te estoy diciendo que si nos vamos a Vicedo, dentro de un mes y no sabes?.....

Ciertamente era extraño. El mundo al revés. Yo, no he nacido en Vicedo. No. Pero casi. Y en el alma como si lo hubiera hecho. Llegué con 9 meses y muchos, muchos, muchos años después aquí sigo. Soñando con el pueblo. Oyendo el mar desde los árboles del terreno. Observando la otra banda. Tan verde. Está en mi corazón y siempre lo estará.

A Ana sin embargo, valenciana de nacimiento aunque toda su vida vivida en Madrid, exceptuando los veranos levantinos, parecía que nunca le iba a gustar este rincón norteño. Pero poco a poco, poco a poco, y después de un poco más....aprendió a disfrutarlo. Ahora es su respiro. Su pulmón y su "despeja-cabezas".

"Qué raro que no quieras ir. Que raro que dudes. ¿Te pasa algo? insistió.

Me quede un rato pensando y efectivamente era raro. Más que raro, diría yo que rarísimo. Vicedo lo tiene todo o casi todo y especialmente para mí. Los recuerdos de toda una vida, sus paisajes, el rugido del mar. Sus vientos, los árboles, los animales. La comida, si señor, la comida....

Dos días después llamé a Renfe y compré los billetes. Ida el 1 de enero por la noche y vuelta el 6, también en horario nocturno. Pasaremos allí la noche de Reyes.

Todavía no entiendo a cuento de qué dudaba. Ni idea. Pero ya pasó.

No creo que todo se aclarara cuando recordé a los págalos, porque a ellos los tengo siempre en mi cabeza. Siempre están conmigo. Pero de repente, vi uno viniendo y diría que me saludaba.....

1 de diciembre de 2009

En barco a ver marinas

Nunca podré olvidar la primera vez que salí en un barco expresamente a ver aves marinas. Fue el 21 de agosto de 2004. Para variar, Toño me contó que iba a salir un barco desde el puerto de Vicedo, que se llamaba "Garoa". Las plazas estaban completas, pero nos animó a que nos acercasemos por allí a la hora de la partida, tanto a mí como a Rubén Moreno-Opo (hola Rubén, hace mucho que no nos vemos, pero ahí queda el saludo y el abrazo). Nos montamos a pesar del lleno y allá que nos fuimos en aquel peligro andante que era éste barco de fondo plano saliendo 20 millas mar adentro en Estaca de Bares.

Pero nunca podré olvidar aquel viaje porque fue encontrarme de cerca, a simple vista y sin necesitar óptica (aunque llevábamos prismáticos) con las aves marinas. Y fue una pasada verlas ahí, a escasos metros de nosotros. Pasando de un lado a otro por encima de nuestras cabezas. Vimos especies nuevas (en mi caso aquella mañana "bimbé" gaviota de sabine y fulmar boreal....casi nada...) Una maravilla. Recuerdo la sensación al volver a casa de sentir como un gran vacío. Pensar que ya nada sería lo mismo. Que ya de nada servía volver a la Estaca e intentar disfrutar con ellas desde allí. Gran error. Hace tiempo que ya me he dado cuenta. Nada tiene que ver. Son cosas totalmente diferentes. Aún así, no podré olvidarlo. ¡¡¡Vaya subidón!!!



Uno o dos años después repetí la experiencia con el "Garoa", esta vez ya saliendo desde Viveiro y de nuevo fue una experiencia muy gratificante. Ver las pardelas capirotadas, las cenicientas, baleares, pichonetas, a tu lado. Paíños, gaviotas diferentes. Todos los págalos. ¡¡Ay madre!! ¡¡los págalos!!. Cuando vi los págalos tan cerca de mí, creo que ese amor que les tengo se convirtió en algo para siempre.

Años más tarde, gracias al Concello de Cariño y a gente como José Miguel Alonso Pumar, víó la luz el "Aula do mar", un pesquero reconvertido para uso y disfrute de mucha gente. Para enseñar las costas de Cariño, el cabo Ortegal y los preciosos acantilados camino de San Andrés de Teixido ("vai de morto quen non foi de vivo")a multitud de turistas o curiosos. Enseñarles estas costas, este rudo mar y sus artes. También sus artes. Pero además de eso, sirvió para que ese grupo de locos pajareros (cada vez más amplio) pudiera continuar con sus andanzas y seguir gozando con la emoción de intentar adivinar qué podrás encontrar. Si podrás ver ésto o aquello. Y venimos de todas partes. Montones de gente que se hace cientos de kilométros desde todos los puntos de la geografía española e incluso miles cuando hablamos de holándeses, británicos, franceses.... Y vienen, ya lo creo que vienen. Y cada vez lo harán más. Gracias Cariño y gracias José Miguel.



También están los mareos, sí. La gente "potando" (incluso varios a la vez) y manteniendo esa lucha interna por no caer. Hasta ahora he sido afortunado, pero cruzo los dedos. Tan mal como he visto a la gente ahí, la he visto en pocos sitios. Todo por ver las marinas. Lo que sea.

Antes decía que al volver de la primera salida y después de haber visto a los bichos desde tan cerca, ya parecía que las tardes en Estaca viendo las aves tan lejos ya no servirían de nada. Aprendí que no es así. Qué es totalmente diferente. Qué no tiene nada que ver y que todo vale y nada puede superar a nada. Nada a nada. Todo a todo.

Es difícil para mí explicar lo que he sentido en esas salidas. Pero al mismo tiempo, es decir que por eso las quiero tanto. Que por eso respeto así al mar (y siempre lo he hecho, que conste). Es difícil.

Nunca olvidaré aquel pomarino pasando por encima de nosotros. Con aquel cucharón. Amor a primera vista. Amor para siempre. Amor.....de págalo.

27 de noviembre de 2009

Un colimbo muy de Lugo

Como siempre, aquella mañana mientras paseaba oteaba las cercanías de la orilla de la playa en busca de aves. Como casi siempre, hacia el final de Arealonga, había limícolas. También en la lengua de arena, allí a lo lejos se veían grupos de gaviotas bajo el sol.

Seguía revisando cada centímetro de mar en busca de, por ejemplo, negrones, que le tienen mucha querencia a la zona, que suelen estar presentes casi todo el año. Después de un rato, observé un grupo de ellos. Varios machos y un par de hembras, se dedicaban a dejarse llevar y de vez en cuando a sumergirse en busca de comida. Cuando ya llevaba un rato mirándolos, varié mi campo de visión, abriéndolo un poco hacia la derecha y lo encontré.



Nada más verlo, me di cuenta de que aquello era otra cosa. Qué no se trataba de un negrón. Era más grande, su forma era diferente y desde la distancia se apreciaba su robusto pico. Abandoné la observación con los prismáticos y monté rápidamente el telescopio. Necesitaba más detalle. Allí estaba. Se trataba de un precioso ejemplar de colimbo grande. Los colimbos son aves norteñas que únicamente y no en gran cantidad, se acercan hasta las costas españolas cuando el invierno arrecia. Lo cierto, es que en mi caso, muchos habían sido los años en que había rastreado la zona y no los había conseguido ver. Supongo que también, la pericia ayuda y últimamente ya conseguía identificarlos y raro ha sido el invierno en que no he visto alguno en la Ría.

Después de bastante rato observádole y perdiéndole de vista, debido a sus largas inmersiones en busca de alimento, me miró. Consciente de que lo estaba haciendo, porque le veía en detalle con mi telescopio, me incorporé y ya sin la ayuda de la óptica le miré también. Estaba bastante cerca y parecía confiar en mí. "Hola colimbo" le dije, "Hola" me contestó. "¿De dónde eres? ¿Ya has venido otros años por aquí? continué. "Nací en Noruega pero soy muy de aquí. Soy muy de Lugo". Mi sorpresa fue enorme, porque cualquiera que me conozca, que me haya preguntado o haya leído mi blog, sabe que yo también, que yo soy muy, muy de Lugo. Y creía que esa expresión, que ese hacer mío algo, era eso, mío. "Yo también soy muy de Lugo" le dije. "Pero y ¿cómo es eso?". "No se" contestó. "Llevo muchos años viniendo a esta playa. Mis padres venían por aquí y ya algunos de mis hijos lo hacen. Y no tengo nada contra aquellas costas de la otra banda, que son Coruña. Ni tampoco contra las costas asturianas por las que paso cada año para venir, ni las francesas, ni otras cualquiera. No son mejores ni peores. Ser de Lugo, como de cualquier otro sitio, no es ser mejor, ni más importante. Simplemente es serlo y sentirlo". Le miré impresionado por su respuesta pero totalmente alineado con ella. Yo también pienso lo mismo. Y también soy de Lugo por eso.

Me despedí de él esperando verle de nuevo. "El año que viene o al siguiente" le dije. "Yo no dejaré de venir" me dijo. "Yo tampoco...." y se marchó.

Si ya se que lo sabéis pero no puedo dejar de decirlo. Soy de Lugo. Muy de Lugo. Pero también soy de los págalos. Sean de donde sean. Vengan de donde vengan. No se si soy más de Lugo o más págalo, pero bueno, eso da igual.

24 de noviembre de 2009

¿Sueños? ¿Deseos?

"Mira Toño, mira..... Lo ves, lo ves.. allí, allí, como a medio mar. ¿Lo ves tu Ricardo?" grité pero como casi siempre ellos ya lo tenían enfocado. Nuestros 3 telescopios apuntaban casi hacia la línea del horizonte. Prácticamente en el mismo momento levantamos nuestras caras y se cruzaron nuestras miradas. No cabía duda y llevábamos mucho tiempo esperándolo. Toño ya había tenido oportunidad de disfrutarlo pero para Ricardo y para mí era nuevo. Siempre deseé ver un albatros donde fuera y tenía algo por dentro que me decía que algún día quizás tuviera la oportunidad de verlo en Estaca. Y aquel momento había llegado. Estuvimos observándolo durante un largo rato, todo el tiempo en el que duró su paso desde el Este hacia el Oeste, desde la derecha a la izquierda. Estábamos muy emocionados y creo que apreciábamos especialmente haberlo visto juntos.



Hacía una tarde bastante agradable. Puede que algo ventosa pero se estaba bien. El sol brillaba y gracias a él, la luz era estupenda. Todas las aves se veían magníficamente. El día había empezado insuperablemente. Toño, como siempre contaba y contaba sin cesar. Sin prisa pero sin pausa, seguía anotando en su pequeña libreta todo aquello que veía y lo que Ricardo y yo "cantábamos". Los números por ahora estaban siendo muy buenos y tener además marcado, allí abajo en la parte baja de la hojita, el nombre "albatros" con una marquita ya era mucho. Aunque ya no hablábamos de él cada rato nos mirábamos y una sonrisa afloraba en nuestras caras.

Pero ese no era el sueño de Hevia, del cariñés, de Ricardiño. El quería ver un charrán sombrío. Quién sabe porqué pero a mí ya me lo había comentado en varias ocasiones. "A mí, más que un albatros, lo que me "prestaría"´más ver aquí en Estaca, lo que preferiría ver sería un charrán sombrío". "Y ¿cómo es un charrán sombrío?" le preguntaba yo. Un charrán oscuro, casi negro...



Con toda la calma, le dije "pues ahí lo tienes". Tanto Toño como él me miraron como si estuviera loco. Con una media sonrisa en su cara y claros síntomas de incredulidad. Mantuve la calma y mi gesto serio. "Míralo", insistí. "Está ahí, detrás de la lancha en la que están a los calamares, junto a otro charrán..". Ambos enfocaron y con rapidez pasmosa, por otra parte como siempre, ya lo tenían en su objetivo perfectamente centrado. Toño me miró y dijo, "increíble". Ricardo levanto su vista y con gesto de gran emoción contenida me abrazó. Nos abrazamos los tres, ya entre grandes risotadas. Otro deseo cumplido.

Toño había repetido albatros y Ricardo tenía su charrán sombrío. Me miraron y al alimón me preguntaron. "Y ¿cuál es tu sueño Alfonso? ¿cuál sería tu máximo deseo?. ¿Qué o a quién querrías ver en Estaca?.". "No se podría cumplir" les dije como con pena. "Sería imposible". "¿Imposible?" se preguntaron. ¿Más imposible que ver un albatros o un charrán sombrío?. "Mucho más" les dije. "Yo querría ver a mi hermano aquí en Estaca. Verle de nuevo. Quedaron tantas cosas entre nosotros que no pudimos decirnos. Tantas sensaciones que habríamos deseado gozar juntos. Nos quedamos sin hablar de tantas cosas. Sin reír muchas más veces. Sin llorar juntos. No pudimos despedirnos bien. No pudimos hablar de págalos todo lo que necesitábamos". Me quedé como triste y sin saber explicar porqué aquella maravillosa tarde con tantas emociones había llegado hasta aquel punto. Toño y Ricardo, se despidieron de mí y se encaminaron por el camino hacía arriba. Les ví perderse por la cuesta, camino del coche. Yo preferí quedarme allí unos instantes más.

No habían pasado ni 5 minutos cuando lo sentí. Me giré y allí estaba él frente a su telescopio, frente al "mostrenco" mirándolo todo. Oteando el horizonte. No podía dejar de mirarle. Él levantó su vista y me miró. "Hola hermano" me dijo. "Hola hermano" le contesté. "Te he echado mucho de menos aquí y me he acordado tantas veces de tí" continué. "Me quedó un vacío enorme con tu falta, un agujero grande en mi vida, en la vida de todos y además nunca vimos un págalo juntos". "Pues mira" me contestó, "éste va a ser el primero, mira que hermoso pomarino". Miré al págalo y efectivamente allí estaba. Precioso como siempre y con aquel enorme cucharón como cola. "No he podido escuchar cuál es el ave que más te hubiera gustado ver con tus amigos" me dijo. "No quería ver ninguna ave, quería verte a tí, estar un rato contigo, cruzar unas palabras. decirte que te quiero y que nunca te he olvidado ni te olvidaré. Ni un solo día de mi vida.". Los dos dejamos nuestros telescopios y nos abrazamos. Y sé que fue así porque recuerdo su olor, porque sentí su calor y también porque no podré olvidar cuando nuestras gafas chocaron". Allí abrazados, levanté la vista y vi a Ricardo y a Toño que nos miraban. Estaban de pié junto al observatorio y ví mucha alegría en sus rostros. Por mi parte sentí que las lágrimas resbalaban por mis mejillas y al mismo tiempo una gran felicidad.

Volvimos a situarnos frente a nuestros telescopios y así transcurrió todavía un buen rato. Varias veces levantamos nuestra vista y cruzamos nuestras miradas. Únicamente eso. Y era más que suficiente. Y paso otro págalo, y volvimos a mirarnos. Y otra vez y otra, y otra más.....

Me desperté y estaba echado sobre la hierba en Estaca, bajo el sol y con el viento empezando a soplar con fuerza. Estaba confuso. Levanté la vista y allí estaban Toño y Ricardo. Me dedicaron una sonrisa especial, como diciéndome algo. "Pedazo de cucharón que tenía el pomarino, ¿verdad?", comentó Toño. Le miré y la emoción me embargaba. "Nos dijo que siempre anda por aquí, por la Coelleira, por el Mar de las Pardelas y que siempre viene a ver si pasan muchos págalos y sobre todo para ver si estás tú o si ha venido Felipe... y que siempre que estás se pone a tu lado..", comentó Ricardo. Miré al frente, tiré un beso y sonreí.

Todavía no se si fue un sueño, si me lo imaginé. Todavía no se que pasó ni si pasó. Todavía no se y no me importa. Y sigo esperando volver a verle.

Y a los págalos. Muchos págalos. Siempre págalos.



Evelio en la Solana volviendo del Mar de las Pardelas. Al fondo, la Coelleira

20 de noviembre de 2009

Amigo de mis ojos, amigo del alma

Él,que siempre me ayuda ahora no puede estar conmigo. Él,que tantos y tantos años llevaba a mi lado, ahora no puede hacerlo. Él,que ha sido más que mis ojos,que hacia que lo reconociera todo.

Tan fuerte. Tan duro. Tan poderoso. Resistiendo frío lluvia, viento, nieve. Y al sol, al ardoroso sol. Parecía invencible.

Pero no fue el primero. Dos de sus hermanos pequeños ya lo hicieron antes que él. El uno me habló del otro y el segundo del tercero. Los quise a los tres y los tres estuvieron con la familia. En nuestros corazones.

Ha conocido la Albufera de Valencia, el Delta del Ebro, el Estrecho de Gibraltar. Ha conocido el Cabo Peñas, las costas francesas e inglesa. Y Monfragüe. Y Gallocanta. También Villafáfila. Y es hijo adoptivo de Estaca de Bares. Casi parte del paisaje.

Lo conocen las pardelas, los paíños, los charranes, alcas, gaviotas. También los colimbos, los cormoranes y los negrones. Y yo los conozco a todos ellos gracias a él.

Ahora no está. Ahora tiene problemas. Y quizás no se podrá recuperar.

Yo le quiero. Le debo mucho. Y los págalos también. También le quieren y le deben.

16 de noviembre de 2009

Más de 11.000 alcatraces

Cuando bajaba aquella tarde hacia el observatorio sentía que me esperaba algo grande. No llegué todo lo pronto que me hubiera gustado teniendo en cuenta lo temprano que anochece en estos meses invernales. Me acababa de dejar el taxi en la especie de aparcamiento de donde parte el pequeño camino hacia el observatorio de Estaca y con el telescopio al hombro y la mochila con los prismáticos, la libreta, el boli y algo de agua empecé a verlo a lo lejos. Miré el mar que rugía zarandeado por el viento del noroeste y ya se veían bichos pasando muy cerca. Uno detrás de otro. Sin parar.



Nervioso, dejé la mochila, monté el telescopio a todo correr y saqué la libreta. A toda prisa escribí los nombres identificativos de las especies habituales y mire el reloj del móvil para empezar los cuartos. Momentos duros y especiales, aquellos en lo que lo quieres preparar todo, en los que crees que estás perdiendo mucho. Que cada segundo cuenta. Que digo segundo, cada décima.

Tanto montar el telescopio y tanto rollo para nada. En cuanto eché la primera ojeada con el mismo me di cuenta de que estando como estaba solo, hoy ese que es uno de mis más preciados tesoros no me serviría de mucho. No tenía tiempo para subir y bajar con él, para controlarlo todo. Lo dejé a un lado y me puse con los prismáticos, por cierto también....otro de mis más preciados tesoros. Aquello era un tremendo espectáculo. Me hervía la sangre y notaba mi corazón acelerado. Las notas en mi cuaderno parecían de todo menos los números del uno al diez. Lo escribía tan deprisa que después cuando pude hacer el recuento muchas veces me costó bastante descifrar lo que allí ponía.

Ni por un instante dejaban de pasar los alcatraces. Como una larguísima fila, allí mismo, prácticamente por encima de las rocas seguían su camino. Uno detrás de otro y detrás otro más y otros cinco y nueve más. Levantaba la vista, miraba hacía mi derecha, hacia Asturias como muchas veces decimos en broma y veía que seguían entrando. Que el flujo no cesaba.

Es difícil, muy difícil, describir lo que sentía. Era una emoción tan grande, una felicidad tan tremenda que cuesta encontrar las palabras. En mitad de aquella locura, aparecieron Candi y los suyos, viejos amigos del Vicedo. Venían a dar una vuelta por la Estaca a enseñar la bravura del Atlántico o del Cantábrico o de los dos (de lo que digan los cariñeses que son los que saben de esto, je, je, je) y casi no pude hacerles caso. Les dije "Ahí tenéis el telescopio, yo no voy a utilizarlo. Aprovechad". Y fliparon, porque a pesar de que a los "primerizos" puede costarles a veces centrar bien la vista y gozar a fondo de la visión que uno de estos aparatos puede ofrecerte, al haber tal cantidad de bichos les era fácil fijarlos. Alucinaron. Reconocieron unas cuantas especies. Mirada con el telescopio, ojeada a la guía. Otra al telescopio, otra a la guía.



Y con los alctraces, las pardelas (sombrias, pichonetas, baleares y capirotadas), las gaviotas (tridáctilas, cabecinegras, reidoras, enanas...), los alcidos (alcas, alcaraos, frailecillos), colimbos (grandes y chicos), anatidas (negrones, rabudos, cercetas, cucharas). Esa tarde, allí solo, conté en dos horas y media 3.908 alcatraces, casi 400 gaviotas tridáctilas, más de...... En las 3 tardes que estuve en Estaca (los dos días siguientes, ya con mi querido Ricardo), contamos más de 11.000 alcatraces, que para los "bestias de la zona" no es mucho....pero que para mi fue una pasada. Unas 2.000 gaviotas tridáctilas. La tarde del lunes 9, unas 140 pardelas capirotadas....

Si tengo un lamento es que debí estar más horas allí apostado. Muchas más. Pero los míos, Marina, Ana y Martín, ya habían sido demasiado generosos conmigo. Como siempre. Comprensivos con el cuelgue de su padre y marido.

No. No se me olvida. No. Págalos, los págalos. También vimos muchos págalos. Muchos al menos para mi. Y muchos para mi es uno. Un págalo es mucho. Uno. Pero no, no vimos uno. Vimos casi 300 págalos grandes, sí 300 skuas (cuanto me gusta este nombre), págalos parásitos y pomarinos.

Págalos.....

12 de noviembre de 2009

Pedro

Hoy no tocaba. Pero al final el día se ha convertido en uno especial. Y lo es porque hoy ha nacido Pedro. Pedro Sandoval Torres. Palabras para Pedro pues, y para los suyos. Yo también soy suyo.

A Ana y a Toño, seguro que se les han hecho larguísimos estos 9 meses desde que llevan esperando que Pedro asomara la cabeza. Que llenara todo con su llanto lanzado al aire. Con ganas de mirarle a los ojos. De besarle. A mi también se me han hecho largos. Reconozco que muchas veces he deseado que por fin llegara este momento, saber que ya estaba por aquí. Recibir el sms de Toño anunciando que todo había ido bien. E imaginarme a ese niño. Deseoso de estar entre los brazos de su madre. Ansioso de que su padre lo levantara con sus brazos y de que sus miradas se cruzasen.

Sé lo deseado que ha sido este niño. Una criatura predestinada a ser buena persona. Y eso no es poco. Es mucho. Lo más importante diría yo. Además será otras cosas. Sin duda será inteligente, listo, guapo, carioñoso y amante de la naturaleza. Todas cosas buenas, si. Pero sobre todo, será buena gente.

Yo desde aquí, deseando verle, con muchas ganas de que llegue el momento de encontrarme con él, con los tres, les deseo lo mejor. Les deseo una larga y feliz vida juntos. Quiero que tengan mucha salud. Que disfruten de la vida. Tiene buenos maestros en casa, de los mejores que se me pueden ocurrir y los tres lo aprovecharán.

Hay otros muchos que hoy estarán muy contentos. Sus familias, la nueva familia de Pedro. Sus abuelos, los presentes y los ausentes. Sus tíos,primos. Los amigos. Muchos amigos.

Pero hay más. Se alegrarán los acentores, los alcatraces, todas las pardelas, los colimbos y los paíños. Y muchos más. Pero sobre todo, se alegrarán los págalos.

Va por ti Pedro.

5 de noviembre de 2009

Sorpresa

Sorpresa y grande fue encontrarme este fin de semana yéndome para mi querido Vicedo. Darme cuenta de que llegaba el viernes, que tenía que meterme un par de pantalones, unas camisetas, gallumbos y calcetines, pillar el telescopio y los prismáticos e irme para la estación con Ana y con los niños.
La mañana siguiente, llegar al pueblo. Ver el mar, comer pulpo, pasear viendo todo verde. Muy verde. Jugar con los niños. Que se echa de menos. Te tiras meses pidiéndoles los deberes, exigiéndoles que estudien y no juegas con ellos. Esta vez venían con nosotros María y Mercedes, una parejita entrañable. Madre e hija. Hija y madre.

Sorpresa fue llegar al observatorio de Estaca, ver esas olas gigantes y ese furor en el mar. Un espectáculo inigualable. Todo lleno de espuma. Las nubes volando sobre mi cabeza. Chubascos pasajeros descargando con fierez en breves instantes. Ni siquiera me había dado tiempo a pensar que podría disfrutar de estas cosas. Y las aves, miles de aves pasando frente a mí. Cerquita, como saludando. Como queriéndome decir algo. Y yo las gritaba, reía y lloraba. Lloraba de alegría.

Sorpresa fue que no estuviera el Cariñés habiendo noroeste. Y no era por trabajo, no. Fue porque estaba de vacaciones. Si señor, Ricardo, si señor. Una semanita a Canarias a cambiar levemente (tampoco mucho, no, que Hevia no puede vivir sin su Cariño) de aire y rápido de vuelta. La primera tarde estuve solo sin él y le eché de menos. Por su compañía, que siempre tenemos cosas que contarnos, por su ayuda ya que no conseguía contarlo todo y por su sabiduría. Poco se le escapa al Cariñés. Muy poco. Y yo ahí sigo, aprendiendo. Y cada día con más ilusión.

No tanta sorpresa fue que el tiempo se pasara volando y con ello, llegara el momento de volver. Después de todo, estuvimos 4 días y 3 noches. Un respiro. Un importante respiro. Pocos saben cuan importante.
Ya en Ferrol, tuvimos la última sorpresa. Paseando de un lado para otro y en espera de que llegara la hora de la partida del tren, de repente mientras andábamos por la calle recordé al ver una tienda de ropa, que Pablo tenía una en algún lado. Y fue girarme, mirar por una rendija y verle. Grandiosa y agradable sorpresa. Y pedazo de tienda que tiene. Tela marinera. Bonita, bonita. Y desde luego si quieres ir guapo, a la moda y molar, tienes que pasarte por allí. En el número 123 de la Rua Real de Ferrol.

Sin palabras

Hace unos días llegó un correo de Luis Aleixos Alapont (gran tipo Luis, grande de tamaño y grande de grandeza) al foro del GIAM (Grupo Ibérico de Aves Marinas) en el que nos remitía a una página donde mostraban porqué muchos de albatros finalizaban su existencia. Y asistí apesadumbrado a un espectáculo aterrador. A un horror provocado, como no, por nosotros los humanos. Los "reyes" de este mundo. Maldito el día en el que nos proclamamos así. En el que perdimos el norte y esa realeza, esa supuesta superioridad nos permitió romperlo todo.


Esto que véis ahí encima es el cadaver de un albatros. Una preciosa y hermosa, además de gigante, ave austral que dificilmente podremos ver en las costas españolas, aunque alguna se ha visto, y con la que muchos soñamos. Soñamos con verla en sus lugares de origen y por supuesto, deseamos encontrárnosla por aquí.



Este pobre animal como otros muchos de su especie y de otras especies tiene su estomago, ya lamentablemente al descubierto, repleto de trozos de plástico, de tapones de botellas, incluso de un mechero. Habrá quien piense "pues que bicho más tonto, que coma otra cosa" y otros que como yo nos avergoncemos una vez más de lo desastroso de poner nuestra humana mano sobre la naturaleza. Nosotros que todo lo rompemos. Que nada nos importa. Aquí debajo, tenemos otra demostración. Otro albatros.



Y...¿porqué?. Por que a Juanito o a Marianita les dio la gana de tirar el tapón en aquel río o en el acantilado. Porque el otro lo lanzó por la borda desde un barco. Por que aquella lo dejó tirado en la playa de allí a la vuelta. Porque nos costaba mucho guardárnoslo en el bolsillo y tirarlo donde debemos. Vergonzoso. Desastroso. Infame. No encuentro suficientes calificativos.

Esta preciosidad que véis debajo es un albatros vivito y coleando. Surcando los mares del sur. Serio. Impasible. Precioso. Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para que siempre que los veamos sea así.

Yo quiero verlos de este modo, con esos colores y también a las las demás aves. Las marinas y las que no lo son.

Y a los págalos..........

1 de noviembre de 2009

El ¨colgao¨ de los pájaros

¿Habéis visto a Alfonso?. ¿A quién?. A Alfonso. Si, hombre, el tipo ese alto y delgado. El de las gafas. El que llevaba barba.. "Pues no sé, no sé a quién te refieres.." "Ni idea..."
Todas estas indicaciones, en algunas ocasiones pueden llevar a dudas pero ahora no. No utilizan eso. Ahora es "¿Quién?. ¡¡¡Aaaahhhh!!! El de los pájaros......". Ni alto, ni barbas, ni gafas.... El de los pájaros. Me gusta.
Quitando los amigos (pajareros o no) y la familia, que como os imaginaréis, lo tienen muy clarito y me tienen más que "calao" existen otros sitios en los que me muevo y os voy a contar las experiencias casi diarias que vivo ....
El trabajo. Aquí, desde luego, mi ornitohisteria (bonito palabro que me acabo de inventar) la conocen de "pe" a "pa". El despacho. En el despacho tengo un abejaruco, un martín pescador, un urogallo y un buho. Figuras desplegadas sobre la mesa, en la estantería. Pero no solo eso. También tengo un calendario de frailecillos de hace unos años, uno de éste con preciosas fotos de aves (una por mes...por cierto, mañana me toca cambiar a los estorninos de octubre) y los págalos que me dibujó Martín. Y una guía de aves, y un ejemplar del "Marino, págalo pomarino" y un poster del escribano palustre..y.... Pero es que además, tenemos en el curro un patio/jardín que no solo es zona de paso entre edificios y sí un pequeño reducto de disfrute del personal y como hay árboles...hay pájaros. Y si hay pájaros....siempre que paso..allí está "el menda" ojo avizor. El primer día que vine cuando el edificio estaba de obras, en aquel patio destrozado por las máquinas, los escombros y las montoneras de material lo primero que vi, fue un colirrojo tizón. Mola. Allí vi las grullas pasando o veo en verano los vencejos. Y miro hacia arriba (con o sin prismáticos) y.....

Con unas compañeras, que curiosas querían saber qué es lo que miraba.....
Vayamos a otro lado. 5-3 en el marcador y 40-30 al servicio. Máxima concentración. Sudor cayendo a raudales empapando la camiseta. Mirada seria. Casi parecen Rafa Nadal y su máximo rival. Casi. Pero.....¡¡alto!! ¡¡un momento!!. Uno de los jugadores para el juego. Mira al cielo. ¿Qué es lo que está pasando?. "Lo que está pasando son dos buitres leonados y el de detrás es un buitre negro...." dice el tipo....... Y todos parados. Mirando al cielo. Aquí el "chalao" mirando al cielo, el rival mirando al cielo y los de las pistas de al lado, mirando al cielo. Hay que verles las caras...
Los fines de semana y animado porque mis hijos lo hacían, empecé hace un par de años a jugar al tenis (vamos...a darle a la pelota con la raqueta intentando que pase por encima de la red y que no se salga de unos límites marcados. No lo consigo muchas veces, no...). Con historias como las del párrafo anterior, ya todos mis vecinos de pista, en cuanto ven un pájaro..."Alfonso, ¿qué es eso?... ¿Eso?. Una paloma torcaz, o unas cotorras argentinas, o un ratonero o un.....

Ahí estan los buitres....

Para preparme un poco para el tenis, para bajar un poco la barriguita (esa leve que yo tengo, que todo hay que decirlo...) voy un par de días a un gimnasio de mi barrio. Par de ejercicios para fortalecer hombros y dorsales. Unos abdominales y mucho ejercicio aeróbico. Bici, carrera en cinta, elíptica. Aquí no llevo mucho tiempo y de palabra, todavía no me tienen muy "calao". Hablo poco aunque me voy soltando. Pero mi monitor si..... "¿Otra camiseta de pájaros?. Y....¿cuál es hoy? "Un aguilucho cenizo dices....". "Ya...". Y...seguro que tienes muchas y que el próximo día traes otra..." Y justo, al día siguiente llevo otra. Un cernícalo primilla, o una cerceta común o un arao o...y por ahora no repito (la verdad es que tengo muchas...) y el tío flipa... Y los demás que nos oyen, también se fijan y me miran con curiosidad. "Pájaros dice...y que tiene muchas..."

De esta guisa estoy en el gimnasio. Hoy con la del Treparriscos

A todo el mundo se le abren mucho los ojos cuando saben de mi afición. De mi amor por las aves. Y a muchos les extraña. A los que no, como poco piensan "qué curioso, le gustan los pájaros..". Y yo procuro enseñarles a unos y a otros que están ahí. Y van reconociendo algunos. Si.

Incluso en todos esos sitios de los que os he hablado, en el trabajo, en las pistas de tenis, en el gimnasio, en casa, en las casas de mis colegas....ya han oido hablar de los págalos. Ya saben que hay una ave que se llama págalo. Ya saben lo que quiero a los págalos.....

28 de octubre de 2009

Nombres de aves

Siempre me gustaron los nombres de las aves, de los pájaros. En muchos casos me parecían curiosos, sonoros, llamativos. Frescos y poco habituales. Originales. Gran mérito el de los que se los pusieron.

Cormorán moñudo, Martinete, Garcilla bueyera, Ánsar careto, Cerceta pardilla. Sin significados, al menos en el nombre de la especie. Sí ya en muchos casos al contar alguna de sus cualidades. Su apellido. Moñudo, pardilla, careto....

Avutarda, Alcatraz, Archibebe, Pagaza, Bisbita, Mosquitero, Alcaudón. Nombres y sonidos, oídos por primera vez en muchos casos. Nombres que no dicen nada. Nombres que en gran medida son desconocidos. Inexistentes.

Nombres muy repetidos, como el caso del Escribano. El Escribano puede ser cejigualdo, rústico, pigmeo, cabecinegro, carirrojo, cinéreo, sahariano, cabecigrís, ceniciento, montesino, hortelano, soteño, cerillo, enmascarado, aureolado, palustre, nival, lapón. 18 escribanos y todavía hay más. 18 pajarillos iguales pero diferentes. Y 18 nombres. 18 Escribanos diferentes y no son todos.

Pero están los nombres curiosos. Los que lo superan todo. Los que ya en sí son una sorpresa, un primor, un relato, una historia completa. Hablo del Quebrantahuesos. Ahí es nada, el Quebrantahuesos. Y que me decís del Torcecuello, que hay que ver como lo menea. Como asemeja muchas veces a un ofidio. El Picogordo. ¿Porqué se llamará así....?. Críalo, ¿cómo?, Que lo críes. ¿Que haga qué?. Que cuides de mi retoño. Eso hace el críalo cuando deposita sus huevos dentro del nido de otras especies..... Vuelvepiedras. ¡¡Qué imaginación!!. Vuelvepiedras. ¿Habéis oído un nombre de algo más bonito? o..... Andarríos, quéeeee, ¿que será lo que hacen?. Agachadiza, Lavandera, Cuco , Frailecillo, Agateador, Trepador, Correlimos, Alzacola, Canastera, Ostrero, Combatiente, Chotacabras, Papamoscas, Carbonero, Herrerillo, Verdecillo.....¡¡¡Ah!!! Y otro grande. De los más grandes. Treparriscos. Pedazo de nombre. Y si ves al bicho....tela.

A mi encantan. Me gustan. A veces cojo la guía, la primera que pillo y los leo. Leo sus nombres y los digo en alto. Los saboreo.

Y Págalo. Grande nombre. No sé qué quiere decir. No sé porqué es así. No sé quién ni porqué lo puso. Pero ¡¡joder!! que bonito qué es...............

Págalo, págalo, págalo, págalo, págalo. Sólo superable por.....págalos......

24 de octubre de 2009

El hombre del viento

¿El hombre del viento?. No, no. Te has debido equivocar. Seguramente querías decir: "El hombre del tiempo". Pues no. Quería decir lo que he puesto.
El hombre del viento está sentado a la izquierda al oeste del observatorio, con su telescopio desplegado, oteándolo todo y apuntando lo que ve. Protegido del poderoso aire que hace que todo se tambalee. Pero allí, detrás de los muros de la construcción está tranquilo. Hoy hay nordeste.


Cada día cuando baja ya sabe donde se sentará. Generalmente cobijado en la dirección contraria del lugar de donde viene el viento. Pero para lo que él quiere hacer, no siempre hay solución. Si el viento viene del norte y quiere seguir observando las marinas, no tiene donde "esconderse". El único sitio en el que estaría protegido sería al sur, y desde allí no se ve lo que pasa. No se ve nada.


Pero el hombre del viento, aunque suele colocarse en algún lugar donde huir de él, no siempre lo hace. Hay días en agosto que el sol pega tan fuerte en Estaca, que deja que el poderoso norte, el oeste o el sur le refresquen y hagan más soportable la tarde. Aunque parezca mentira, también se puede pasar calor en Bares. Si y a veces mucho.



Hoy hay noroeste en Estaca de Bares. Ya lo sabía cuando salí de Vicedo


El hombre del viento le quiere. Como quiere al mar, a las salamanquesas o a los helechos. Como quiere a la luna y a las estrellas. Como ama las olas con su espuma. Y le gusta que el viento mueva sus cabellos. Y le quiere hasta cuando hace frío. Cuando parece que le apuñala constantemente. Cuando siente que las manos se le van a romper, amoratadas.


Cuando no hace viento le echa de menos. Se acuerda de él. Y por las noches sueña que bailan juntos. Escucha sus canciones. Canciones profundas y expresivas. Canciones de amor, de pena y de alegrías. Canciones del viento para el hombre del viento.

(*) Rosa de los vientos de guiasuperviviente.files.wordpress.com

20 de octubre de 2009

Hoy no tenía que haber sido así

Tenía que escribir de otra cosa. La tenía medio pensada pero ya no puedo. No puedo hacerlo. Hoy, en algún momento del día se ha truncado una joven vida. Diecisiete años de existencia y en un momento, en un segundo desgraciado, desafortunado, horrible, de repente, todo ha terminado. Injustamente. Inesperadamente. Irremediablemente.

No consigo recordar esa cara. Una cara que en varias ocasiones pude ver y que por más que lo intento, no puedo. Y quizás sea mejor. No sé porqué aunque bien pensado puede parecer claro, pero me ha afectado muchísimo. Y a quién no.

No quiero hablar de religiones, de creaciones, de ángeles de la guarda. Ni siquiera de suerte o en realidad mala, muy mala suerte. No quiero saber nada de ninguna de estas cosas. Nada. Nada de nada. Únicamente desgracia. Únicamente injusticia. Únicamente horror. Y nada, nada, mil veces nada, ni nadie puede permitir que pasen cosas así.

Me siento mal, impresionadísimo, disgustado, muy, muy triste. Ser padre como lo soy, hace que ese dolor que me invade aunque sea desde la lejanía, aumente cada vez que vuelvo a recordar este horror. Y pienso en esos que como yo lo son y que hoy han perdido tanto. Que no lo han perdido todo pero casi. Y querría darles tanto ánimo.

Mi querido Pablo. Mi sobrino del alma. Quiérele cada día. Acuérdate a diario de aquel con el que hace poco reías. Imagina cada noche, que volvéis a hacerlo, que seguís bromeando. Siente que siempre estará a tu lado. Y por lo que mas quieras, cuídate. Cuídate mucho. No podría soportar que te pasara algo así. Te quiero demasiado.

Hoy no hay fotos, hoy no escribo más. Hoy únicamente hay pena, dolor y llanto. Hoy ha pasado algo que no tendría que haber ocurrido.

Y lo siento tanto......

16 de octubre de 2009

Cariñés, Coruñés y.........

Madriñés........

Al primero ya le conocéis, porque es un clásico en este blog. Pájaroadicto, animaladicto, madridista y rockero. Ahí es "na". ¿Su apelativo?. Por razones obvias. Nacido, criado, crecido, residente actual y que lo sea por muchos, muchos, muchos años, en esa estupenda localidad de la costa, pegada al Cabo Ortegal, llamada Cariño (probablemente sea el Cabo Ortegal el que esté pegado a Cariño y no al revés...). Algún día escribiremos de ella, sobre ella, sobre ese nombre tan bonito, que ilumina un pueblo. Sobre ese pueblo tan bonito que ilumina un nombre.

Al segundo también. Otro habitual de este espacio. También conocido por "el jefe". El guía de la manada. El hechicero de la tribu. Nacido, criado, crecido, residente actual y que lo sea por muchos, muchos, muchos años en esa preciosa ciudad que da nombre a la provincia que linda con Lugo. Trabajador incombustible. El principal valedor de la Estaca (y mira que muchos aspiramos a ello, a quererla más que nadie, a.....). La persona (en dura pugna por el cariñés pero con la ventaja de la edad) que más horas ha pasado en el observatorio. Que más marinas ha visto pasar desde ese septentrión ibérico.
Y nos queda el otro, el madriñés. El que os habla. El que os cuenta las historias. El que habla con el viento (había otro que bailaba con lobos, así que...). El que sueña con los págalos. ¿Madriñés? ¿De donde ha salido eso?. A mi me gusta pensar que viene de madrileño (que lo soy) y de mariñés (que también). De la Mariña lucense. Del Vicedo. Eu son dos de vinte e un (espero no haber pataleado demasiado esa santa lengua, o galego....). El aprendiz, el preguntón, el sonrisas, el bromitas, el........

Cariñés y Coruñés ojo avizor. La foto la hace Madriñes.....Tiene cojones pero no hay una foto de los tres.....



El Coruñés le puso el nombre al Madriñés. El Madriñés es el que a base de "dar la barrila" ha hecho que el Cariñés se quede con el Cariñés. El Cariñés le dice al Coruñés, que la capital de Coruña debía de ser Cariño y no la otra. Al Coruñés no le gusta el futbol. Al Cariñés el nordés (te..). Al Madriñés no le gusta estar solo (bueno, algunas veces si...). Al......

En la historia ha habido muchos tríos. Pepi, Luci y Bom. Zidane, Figo y Ronaldo. La Pinta, la Niña y la Santa María. El Parásito, el Rabero y el Pomarino (hoy no había skuas). Melchor, Gaspar y Baltasar. Saxon, AC/DC y las Girls Schools. Los tres cerditos. Crosby, Still y Nash (después vendría Young). Los angeles de Charlie. Pavarotti, Carreras y Domingo. El Madrid, el "aleti" y el Rayo (como antes....posteriormente llegó el Getafe...). En el fondo poca cosa....

Mira que muchos de estos son buenos. Sí. Lo son. Muy buenos. Pero.....me quedo con los de la historia. Me quedo con los de los pájaros. Y lo más cojonudo es que no son solo ellos, no. Ni mucho menos... También esta el Cees (también conocido como Mardelirés), el Ferrolés o Ferroterrés, el RíadeAvilés, el Castrourdialés, el Auladelmarés, el Omnipresentés, los Holandesés, el Tarragonés (también conocido por Fumetés...), el............. Menuda fauna.

12 de octubre de 2009

¡¡¡Peligro!!! ¡¡¡Turistas!!!

No es novedad ni soy el único. A veces puede parecer que no somos comprensivos e incluso algunas veces aunque no lo parezca lo somos mucho. Quién no ha estado de observación en cualquiera de los muchos puntos de nuestra costa, atento, super concentrado, contando sin un minuto que perder (ni siquiera para ese riquísimo cigarrito....que ya casi nunca disfruto...), ni para contar esta o aquella anécdota, en caso de estar acompañado y de repente, sin darse cuenta de que junto a él algo ha pasado. Alguien ha llegado. Sí, es él. Es el turista. Sin acritud, que todos en algún momento lo somos. Que todos llegamos a sitios que nos son desconocidos, que queremos ver y disfrutar. Y que queremos saber.....pero....

En el observatorio de Estaca, son muchas las cosas que ya me han pasado. Y no soy al que más. Ante el acoso "preguntil" de los turistas tenemos varias reacciones. La respuesta con monosílabos (e incluso monosílabo sin el plural.....que con uno basta...) después de un rato de haber recibido la pregunta, sin hacer ni un ruidito ni levantar la vista del telescopio, la pequeña charla expiclativa a grandes rasgos exhibiendo dotes de gran paciencia, la mirada seria contestando levemente a un saludo. La mirada simplemente. Nada...

Este verano, recibí una visita estando solo que se las trajo. Estaba en la hierba unos metros por debajo del observatorio. A Hevia y a mí, nos gusta sentarnos allí. No tanto a Toñete. Nos ponemos a cubierto del viento, a no ser que haga mucho calor. Llevaba un rato contando y aunque había habido trasiego turistil, por ahora no había sido acosado/preguntado.

De repente llegaron 5 o 6 personas y escuché que decían. "Mira ese de ahí abajo. ¿Qué estará haciendo?...". Hasta ahí bien. Sin novedad. Típico. Pero....continuaron.... "Está mirando los pájaros. Estará buscando la gaviota moñuda o la gaviota blanca.....". Sin duda un iluminado..... No pude evitar sonreir. ¡¡¡¡La famosa gaviota moñuda!!!. Joder, si la hubiera visto hubiera sido un notición ornitológico. Me habría hecho famoso. Ya veo los titulares..."Alfonso Valderas, también llamado El Madriñés descubre una nueva especie de ave y la localiza en los mapas". Todo el Comité de Rarezas corriendo hasta ese punto de la costa norte... Todos los locos pajareros, montando en sus coches acelerando....para no perdérsela. ¡¡La gaviota moñuda!! ¡¡Tela!!. Y lo mismo con la gaviota blanca. No está mal la gaviota blanca.....

Pero ahí no acabó la cosa. No contentos, continuaron con su charla... "Mira a ver si es un ornitólogo, mira y si sí lo es, te lo traes y nos lo hacemos para cenar....jajajajajaj". Yo flipaba. De nuevo la hilaridad (y vulgaridad...con cariño insisto....) habían conseguido hacerme sonreir, aunque lo cierto es que me tenían un tanto desconcentrado. Creían que no les oía pero lo hacía como si les tuvieran hablándome al oido. Cuando me quise dar cuenta, tenía a dos de ellos sentados a escasos centímetros de mí. Seguía mirando por el telescopio pero sentía su respiración a mi lado. Y cuando digo a escasos centímetros, es, a escasos centímetros. Nuestras piernas casi se tocaban. Ante mi indiferencia (como decía antes hay casos y casos, y eso lo sabe bién David, ese magnífico maestro introductor de niños al amor por las aves, que yo lo he visto en directo en Estaca) esta vez, se bajaron hasta la punta (a riesgo de caerse....) se pusieron a hacerse fotos, mientras daban alaridos, y yo creo que hasta las marinas pasaban más lejos por el ruido que hacían..y así estuvieron un buen rato. Vaya suerte la mía.

Después están los que no preguntan pero pasan doce veces por delante del telescopio. Para subir y para bajar. Y pensarán que estás haciendo fotos o filmando. ¡¡Madre mía!! ¡¡Como saldría la filmación....con carne de burro....!!. Esos fastidian. A mi me fastidian. Joden quería decir.



Aunque estemos dieciocho o trescientos como en esta foto, pasan por todo el medio...

Pero también hay de los otros. De los que quieren saber. De los que les "choca" saber que estamos haciendo. Que se preguntan si estamos filmando. Que te dicen si miras a este o aquel barco. De los que tienen alguna noción y preguntan si miras a las gaviotas, aunque en ese momento no haya ninguna y todo lo que veas sean aves marinas pero no de ese tipo. De los que, como te han pillado bien esta vez, te miran cariacontecidos cuando les hablas de pardelas, de págalos, de charranes. Palabras que no han oido en su vida. Animales que ni se imaginaban que existen.


Interesan y yo creo que hay algunos, los que llegan a casa y miran en las enciclopedias o en Internet esos nombres que les dijiste. Y suelen ser los menos ruidosos. Los más respetuosos. A los que se les ilumina algo la cara, bien sea porque les parece interesante lo que les cuentas, bien sea porque flipan de lo colgados que estamos algunos.

Pero bueno. Que yo con tal de estar por allí, me da igual verlos. Los aguanto. Supongo que alguna vez les habré fastidiado yo una foto por estar allí en medio.... Y a los págalos, como a mí, yo creo que tampoco les importa mucho. Así que....

8 de octubre de 2009

El gavilán de Vila de Bares

Ya os conté la tarde pagalera. La tarde de los pomarinos. Mi tarde.


Después de aquella hermosa experiencia, me dispuse a regresar a casa. Se había hecho casi de noche y como os relaté hace unos días, Ricardo había tenido que marcharse. Me había quedado solo y estuve contando, contando y contando todas las aves que pude y en especial los pomarinos. Había sido su tarde, la nuestra.


No tenía con quien volver y me encaminé como si fuera a regresar andando hacia casa. Pasé el faro de Estaca y allí dejé unos cuantos coches aparcados. Los coches de los turistas. Iba satisfecho. Feliz. Con mi mochililla y con el telescopio montado pero al hombro, disfrute mientras dejaba a mi derecha los "aguillons" de Ortegal, de la patría chica del Cariñés. La belleza del paisaje me transportaba hacia otros lugares y el recuerdo de los pomarinos me devolvía a la preciosa tarde disfrutada junto al observatorio.

Recordando viejos tiempos me dispuse a hacer "dedo", el famoso "auto-stop" de otras decadas. Era casi de noche y estaba demasiado lejos de casa. Al segundo coche, una pareja de turistas me recogieron y me llevaron hasta el cruce del desvio hacia el faro y el semáforo. Iban al Porto de Bares y por lo tanto, no seguían por mi camino. Después de despedirnos subí por la cuesta, mirando los campos y como una paisana recogía las cabras que tenía en el campo. Con el palo. Atiza que atiza y grita que grita. Finalmente y como no podía ser de otro modo, entraron en razón.


Ya en la Vila de Bares y junto a su iglesia, paré un momento después de hablar con un paisano que viéndome hacer dedo, me decía que "había que ver, como era la gente. Nadie se fiaba. Esa señora que acaba de pasar va para O Vicedo. Le habría llevado a usted a casa, pero...no ha parado". Un rato después y ya solo, algo llamó mi atención. Parecía que se iba a estrellar contra mí. Aquella ave se dirigía directamente hacia donde yo estaba y paso a escasos centímetros de mi cabeza. Me giré y ví como se posaba sobre un palo unos veinte metros más hacia ya. Parecía saludarme.


Junto a la iglesia de Vila de Bares. Allí, detrás de donde estoy, se posó el gavilán.

Durante un rato estuve observándole con mis prismáticos, gozando con su compañía. El posó amablemente y desde lejos y con un lenguaje especial, nos contamos algunas cosas, confraternizamos y nos hicimos amigos para siempre. Cuando ya le pareció suficiente, levantó el vuelo y se perdió tras unos árboles. Cuando ya creí haberlo perdido, dio media vuelta como si fuera a regresar, hizo un circulo en el aire, me miró y se marcho. Me pareció entenderle que decía que era el gavilán de la Vila de Bares. Y si no lo hizo, a mi me dio esa impresión.

Un rato más tarde y después del paso de dieciocho o veinte coches, una pareja paró su vehículo y me dejaron montarme. Iban hacia Viveiro con lo que nuestros caminos seguían ese mismo destino inmediato. Hablé con ellos y observé la Ría, pero pensaba en otra cosa. Pensaba en aquel saludo y sin verle y desde lejos, lo devolvía.

4 de octubre de 2009

Villoslada

Estamos acostumbrados a encontrarnos en este espacio historias o textos, llamémosles como queramos, que en un altísimo tanto por ciento, tratan sobre el mar, las aves marinas y mis rincones del alma del noroeste español.

Hoy las palabras y las aves son de secano. Pero no por ello inferiores. Ni las aves ni el paisaje. Diferentes sí. Con motivo de una reunión familiar, me desplacé a un pequeño pueblo de la provincia de Segovia que se llama Villoslada.


Llegamos temprano y con ganas de dar un paseo y ver como se presentaba la mañana. Digo llegamos, porque íbamos mis dos pajarillos (Marina y Martín), Ana y yo. Había visto en el mapa de carreteras que tengo, que a no mucha distancia del pueblo, había otro que se llamaba Laguna Rodrigo y que además, haciendo honor a su nombre, esta localidad tenía una pequeña laguna. Bueno, pensé, vamos a verla y echamos una ojeada a ver si hay algunos bichos.

El paseo fue muy agradable, aunque hacia algo de calor y el sol, poderoso como él solo, deslumbraba un tanto. Pero bonito. Diferente. Hay que saber apreciarlo todo. Es muy importante conseguir esto, sin comparar. Ya con Laguna Rodrígo delante de nuestros ojos (estaba a unos 3 o 4 kilómetros de Villoslada) vimos una estampa graciosa y curiosa. Una fila de perdices rojas cruzaban el camino por el que íbamos, en fila, ordenadamente. Todas estiraditas. Todavía un rato después, oteaba con los prismáticos a la derecha del camino, y seguía viéndolas una detrás de otra...sin salirse de la linea. Durante todo el recorrido, las cogujadas con su preciosa cresta y su bonito vuelo, nos anduvieron entreteniendo.
Por fin, llegamos a Laguna Rodrigo y nos pusimos a buscar la laguna. No aparecía por ningún lado. Apareció un paisano y le pregunté: "Oiga, en un mapa habíamos visto que este pueblo tenía una laguna, ¿ya no existe?". "Si, si. pero en verano se seca, para verla hay que venir en invierno". La verdad es que por un momento yo ya había caído en esto pero..... El paisano se despidió diciéndome "Pues oiga, si quiere usted ver la laguna, cómprese una casa y así podrá verla...". "Ya..."le contesté mientras me marchaba. Supongo que nos vio, jóvenes, guapos fuertes y con críos y dijo...repoblamos Laguna. Finalmente encontramos la laguna....

Ya de vuelta, y después de ver que en la laguna poco podríamos observar, un precioso milano real nos estuvo haciendo una estupenda exhibición por encima de nuestras cabezas. La verdad es que este bicho es una ave alucinante. Preciosa. Le saqué alguna fotillo pero en mi linea, no valen demasiado..
Ya a mediodía y con toda la familia, degustamos productos típicos del lugar. Y como estaban. Nos pusimos ciegos de cochinillo, de buen jamón, lomo, queso...y de postre brazo de gitano. Todo regado con buen tinto de Rueda y de la Ribera del Duero. Para rematar, ocho o veintiocho chupitos de licor de hierbas...
Ya parecía todo finiquitado. Pero nosotros cuatro nos quedábamos a dormir. A eso de las siete de la tarde decidimos darnos una vueltecilla por ahí y acertamos de pleno. Unos preciosos colores por todos los lados. La luz hacía que el espectáculo del atardecer fuese maravilloso. Por un lado el sol metiéndose por el horizonte. Por el otro la luna llena alzándose iluminándolo todo. Y como colofón, una bandada de 9 avutardas se levantó unos metros delante de nosotros, asustadas por una cosechadora. Preciosas, enormes, descomunales.
Nos fuimos a casa ya con la noche encima. Y soñamos con esos campos de secano. Con esos colores. Con la luna y con el sol. Y con las avutardas. Si, ya lo sé. No son págalos pero hay que verlas también. Y hay que quererlas....

29 de septiembre de 2009

El mejor regalo

Nunca sabes que puede depararte una tarde en Estaca. Siempre vas con toda la ilusión, y aunque en muchas ocasiones dependa de hacia donde sople el viento, allí dentro, en lo más recondito de tu ser, esperas algo. Siempre (o casi siempre) disfrutas. En mi caso al menos, es raro el día que no me marcho satisfecho. Sí, puede que alguna jornada con Nordés....
Cuando llegué aquella tarde del 20 de agosto al observatorio, ya estaba por allí Ricardo. Este año ha sido raro que no llegáramos y/o nos fuéramos Cariñés y yo juntos. Mira que ha venido veces a buscarme a casa, sabiendo como sabe que soy un "paquete", que no conduzco y que de otro modo me tendré que buscar la vida para llegar. No es gran problema ese, no, pero lo es mucho menos con ese pedazo de Seat León y con mi coleguita.



Págalo pomarino (fase clara)

Como decía, aquel día Hevia ya andaba por allí. Tenía que marcharse a media tarde a trabajar y ese sexto, séptimo o vigésimo sentido que tiene, le había avisado de que algo podía estar cociéndose. Hacía muy buen día. Soleado y con viento del oeste. Cuando llegué, me regaló su sonrisa y un "lo que te perdiste. En el primer cuarto de la tarde, a eso de las cuatro pasaron 11 págalos pomarino. Un grupo de cuatro, dos de tres y uno más suelto. Uno oscuro"


Págalo pomarino (fase oscura)

"Joder", pensé. "Joder Cariñés"..."Joooder....11 pomarinos en un cuarto. 2 grupos de tres, uno de cuatro...". Ricardo me miró y de nuevo tirando de ese sentido especial, me dijo "Hoy va a estar bien, hoy va a estar bien, ya hace rato que pasaron, pero va a estar bien....y yo me tengo que ir pronto a currar..." Me dispuse a darle el relevo apuntando las aves que pasaban en mi libreta, lo que aceptó encantado. 20 minutos después y en el segundo cuarto de conteo desde que había empezado yo....apareció un nuevo grupo de pomarinos, esta vez con 6 ejemplares claros. 6 juntos si, 6 adultos claros. Cualquiera que me conozca puede imaginarse la serie de grititos, mi cara de felicidad, mi nerviosismo. Allí tan cerca, tan bonitos, tan...

En el siguiente cuarto ya llegó el éxtasis. Le canto a Ricardo. "Dos pomarinos, no cuatro, cuatro, espera que voy para atrás, más, hay más, más. ¡Se han posado!". "Los veo, los veo, pero vienen más por detrás" me contesta él. Los tenemos ahí posados delante de nuestra atalaya. Cerca, muy cerca. Un espectáculo. Vuelven a levantarse. Con esos enormes cucharones, "vamos a contarlos, vamos a contarlos". "Nueve tengo yo, le digo, nueve, ocho claros y uno oscuro". "Más, más" me corrige Ricardo. "Van 10 claros y uno oscuro". Nadie sabe lo que siento. Ni yo. Nunca he disfrutado más con nada. Ni con una rareza. Nada. Bueno, quizás si. Las primeras veces que los ví. Adoro los pomarinos. Los quiero. Tengo mucho de pomarino. 11 pomarinos juntos. Mi record.


A mí con lo visto ya me vale. Llevamos 17 pomarinos en media hora. 28 en total en hora y media. Una pasada. Cariñés, Toño, David. "Están acostumbrados" y lo entrecomillo a verlos más en grupo. No sé como explicarlo. Para mí ver un pomarino, uno solo, es lo más. Otros prefieren ver a "La gioconda" por ejemplo o la "Fontana di Trevi" o los canales de Venecia. Yo prefiero un pomarino. No digo que sea mejor. Solo que lo prefiero. Es inexplicable lo que siento. Imagina once juntos. Media hora más tarde vemos 3 más, en el siguiente cuarto otros 8 y 5 más y otros 5...


A las 19:00 horas y después de varios cuartos diciendo que se iba pero al mismo tiempo apurando y como no, echando pestes de su "mala suerte" de ese día, de a pesar de lo disfrutado, tener que irse a currar, Ricardo entre maldiciones se marcha.... "Ya me contarás luego, ya mandarás los números, ya....". Allí me quedé y todavía en la siguiente hora y media conté 34 págalos pomarinos más. Cuando me iba, unos momentos antes y con mala luz, de despedida me llevé en la retina y muy dentro de mi alma, un último grupo de 9 (8 adultos claros y 1 oscuro). Me fui a casa y se lo conté emocionado a los míos. 87 pomarinos en una tarde. Yo que lloro casi de alegría cuando veo uno, había visto 87 en cuatro horas. Cuando le contaba a Martín (mi hijo) ese último grupo, él lo vió así (al loro con el de fase oscura...). Yo creo que aunque tampoco lo sabe y su madre ni se lo imagina, como no puede ser de otro modo, también tiene algo de págalo pomarino. Como poco sangre.....que tiene la mía.

Fotos/dibujos de Identify.whatbird.com y dibujo de Martín Valderas Alcoverro.

25 de septiembre de 2009

Vida difícil

Como esos humanos que están casi cada día junto a la casa de los acantilados con esos aparatos mirando al horizonte, yo también podría contar todo lo que pasa. Todas las aves marinas y cetáceos, y podría apuntarlos. Pero no lo hago. Yo, como ellos miro al horizonte pero por otra razón. Porque tengo hambre y porque mis polluelos necesitan comer.

Halcón peregrino



Mi especialidad son los charranes pero le hago a todo lo que se deja. Os voy a contar lo que me paso ayer.


Después de estar toda la tarde ojo avizor sin perder de vista todo lo que pasaba y de varios ataques infructuosos a charranes, charrancitos y fumareles, avisté un inmaduro de gaviota patiamarilla que incauto, no hacía más que pasar delante de mi sin ningún temor. Como provocando. Picado por el hambre y por el orgullo decidí atacarle. Me encontraba francamente cansado, ya que como he dicho antes había fracasado en varios intentos y hacía un viento terrorífico. Según iba llegando a su altura, veía que ni se inmutaba. Cual proyectil le golpeé fuertemente en la parte trasera de la cabeza y antes de que cayera al mar lo cogí con mis garras. ¡¡¡Como pesaba!!!.


Gaviota patiamarilla (inmaduro)

Aún siendo un inmaduro de gaviota, era más grande que yo y mucho el peso que debía soportar. Después de golpearlo y causarle una muerte fulminante quedaba lo más difícil, que era llevarlo hasta las rocas, hasta el nido. Llevaba ya cien metros con él y sentía que mi cuerpo empezaba a no responder pero ¡¡lo necesitábamos tanto!!. Los polluelos llevaban dos días sin comer y estaban cerca de la muerte y terriblemente alborotados. Veía la costa ahí, cerquita, y me aferraba más y más al sustento de los míos. Aleteaba con todas mis fuerzas y luchaba a vida o muerte con aquel enfadado viento que justo de cara, me lo ponía todo todavía mucho más complicado. Pero ya estaba cerca. Ya podía ver el nido. Casi lo había conseguido.


Me dolían muchísimo las patas y me parecía como si fuera a perder todas mis garras, clavadas en aquel cuerpo sin vida. Pero seguía aleteando. ¡¡¡Estaba tan cerca!!!. Cuando ví que sobrepasaba las rocas de delante del cabo pensé que estaba todo hecho y a menos de 15 metros de la costa se me cayó al agua. No. No. No....pensaba en mi desesperación. El cuerpo inerte golpeó el mar como si una gran piedra hubiera caído. Como pude llegue hasta las cercanas rocas y más que posarme en ellas junto al nido, como la gaviota, caí violentamente. Cuando me incorporé lo vi flotando. Allí a unos metros de mi. Desperdiciado. No podía cogerlo. Podía suponer nuestra muerte y yo lo sabía.

Tras de mi oía a los polluelos protestando ajenos a mi desgracia. A nuestra desgracia. Desfondado miré a la gaviota que flotaba con las alas abiertas mientras la corriente la alejaba de la costa. Alguien se la comería pero no nosotros. Ya era tarde y deberíamos esperar una noche más para ver si con el nuevo despertar la suerte cambiaba y lograba conseguir algo para sobrevivir.


Yo sé que los halcones no lloramos, o eso se supone. Allí sobre aquella roca, esa tarde. Yo lloré.





Fotografías de www.birding.in y www.flick.com


21 de septiembre de 2009

¡Ahí hay vida!

Parecía que molestaba. Aunque llevaba decadas en ese mismo sitio ofreciendo su sombra y alegrando la visión con su verde llegamos a pensar en quitarlo. Yo lo planté hace muchos años ya. Cuando era un chavalín.

No recibir algo más de luz en nuestras ventanas parecía una excusa suficiente para acabar con él. Estar allí en medio, en realidad donde yo lo había plantado sin que nadie nos obligara a hacerlo ahí, servía como razón para terminar con nuestra unión.

Sentado en la escalera de casa, fumando un cigarro, los oí por primera vez. Con su repetitivo pero agudo reclamo, alguien exigía la atención de otros. Cada vez que notabas que se acercaba un pajarillo al ciprés, el "piar" se hacía más repetitivo, como más exagerado. Ciertamente había oído ya varias veces aquella llamada pero no la había interpretado.

Al ver llegar de nuevo a mi ciprés, esta vez a la pareja completa y de nuevo sentir aquellos ruegos hilé y me di cuenta de lo que ocurría. Allí dentro en el interior de mi querido pero casi sacrificado compañero había vida. Mucha vida.

Sentir aquello me hizo tener claro el destino de mi ciprés. Seguiría ligado al nuestro. Allí en Vicedo, casi en el centro del jardín. Quitándonos algo de luz pero a la vez dándonos sombra. Ofreciéndonos su verde y su mirada a las nubes. Y dando cobijo a una nueva nidada de jilgueros.
El feliz padre, en un pino cercano a mi ciprés. El año que viene podrá volver a su viejo nido..y yo espero oirle. Escuchar un año más su canto.

17 de septiembre de 2009

Con Nordés, no hay paso de Cariñés....

Yo ya lo había comprobado en mis carnes. Otros años y desde luego esa primera semana de agosto de 2009. Sin disimulo y con franqueza.

Cuando ves este mapa en la tele....malo...no le verás...

"Los putos vientos de mierda estos, quien sabe el mogollón de aves que se están llevando por ahí fuera..y que nos las vamos a tragar...". Yo no vengo. Mañana no vendré. A ver si el miércoles y si no el jueves. El viernes fijo...... A ver si cambia el viento este...."

"Todos esos que se creen que la Estaca es jauja. Todos esos no han estado aquí con Nordeste. Sin que hubiera un puto bicho". Al Cariñés no le gusta llamarle Nordés. Para él es Nordeste. Y tiene razón. Pero bueno, tampoco creo que exista Cariñés y sin embargo es muy nuestro. Muy suyo. Como Nordés. Y a mi me encanta.

Está Toño y está Cariñés...hoy... no hay Nordés...
Y algo de razón tiene. Hay quien dice que no hay que fiarse (concretamente el que está a su lado en la foto...), que puede pasar cualquier cosa, que cuando menos lo esperas, salta la liebre....o el rabero....o el feae....o...... Pero Cariñés se fía de su instinto y hace bien. Además, él sabe o sabía a principios de este agosto cuando me lo comí yo solito con patatas, que estaba yo. Y a mí me toca sufrirlo. Si señor. Son muchos los días seguro que se lo ha comido él. O cosas peores en el invierno.


A mi tampoco me gusta el Nordés. No me gusta porque efectivamente el número de aves en paso baja considerablemente. Mucho. Muchísimo en ocasiones. Eso afecta a muchas cosas. Lo más fácil es que estés solo. Sí, con mucho tiempo para pensar pero.....con muchas ganas de ver aves, de contarlas. Y sigue el Nordés....


Mi telescopio solo y no está el Cariñés...está claro... hoy tenemos Nordés....

Pero sobre todo no me gusta porque no veré al Cariñés. Muchas tardes en Estaca dan para mucho. Para apreciar, para querer, muchas cosas. Para disfrutar el paisaje. Ver el mar con sus diferentes colores. Sentir los vientos (incluido el Nordés). Pero también para sentirte cerca de alguien aunque estés callado (y a mi me cuesta...¿verdad Cariñés?...). Para hablar de cualquier cosa. Para reirte en buena compañía. Para disfrutar y gozar de ellas, de nuestras queridas aves, junto a alguien que aprecias.

Te echo de menos Ricardo Hevia Barcón. Te echo de menos Cariñés. Pero....también echo de menos al Nordés.....