Hace un par de semanas os contaba, un poco en clave de adivinanza al hablar sobre la novia de la que os hablo hoy, de los problemas que había tenido con mi telescopio y le hacía una oda al mismo, contando lo que le quería y lo que había significado para mí. Quedó "hospitalizado" y yo en espera de noticias.
Cuando estuve en la mili en Melilla (Grupo de Fuerzas Regulares de Infantería Melilla número 2, los famosos Regulares 2) nos decía que allí se habían terminado las novias y que la única que teníamos era el Cetme, el "chopo", el fusil de asalto. Y que nos teníamos que olvidar de todas las demás. Algo así pasa, pero sin órdenes, en el mundo de los pajareros, con el telescopio. Algo más fría que las demás (sea novia o mujer) pero......imprescindible.
Al dejar esa novia de muchos años (sin ser infiel a la otra, a la madre de mis hijos) en la óptica para que me dijeran el resultado del tremendo golpazo que recibió una mañana ventosa en O Barqueiro, quedé prendado, enamorado, rendido ante una nueva aspirante, más joven, mas bella, más fuerte, más preparada para el futuro. Me habían dado pocas esperanzas de recuperación en cuanto a la antigua y me deje llevar a esa pasión. Debo reconocer que prácticamente tenía decidido el cambio, que soñaba con la nueva cada noche, que ya me veía en el observatorio de Estaca oteándolo todo con ella. Muy juntitos. Y besándola, porque yo, de siempre, beso a todas mis novias...
Pero esos días también me dieron tiempo para recordar muchas cosas. Para pensar en los 12 años que llevamos juntos (antes hubo otras dos, una que se quedó Evelio y que a saber donde estará y la segunda aún la tiene Felipe). Como veis nos las pasamos entre hermanos. Recordé los muchos momentos que habíamos estado juntos, que prácticamente toda mi vida como avemarinólogo la habíamos pasado el uno con el otro. Que todas las horas que había estado en Bares, había sido siempre con ella. Que era mucho más que una simple novia. Más que un simple artilugio para hacer que veamos mejor las aves. Ya era parte de mí.
Al final me llamaron de la óptica y terminaron con todas mis dudas. No había razón para la separación. Con unas tiritas por allí y un pequeño tratamiento, podríamos seguir siendo felices al menos una temporada más. Y ambos lo agradecimos. Nos sonreímos. Me dejo mirar a través de ella y yo la miré con amor.
Debo reconocer que no puedo olvidar a la otra y que nos hemos dado algo de tiempo. Que muy posiblemente terminemos juntos. Que fue un flechazo consentido..... Tanto mi viejo telescopio como mi mujer éstán de acuerdo.
Por un momento, y ya con todo decidido, volvieron a acosarme las dudas. Y en ese momento, grandioso momento, recordé mi primer págalo, que por supuesto fue con ella (la novia) o con él (el telescopio). Y también todos los demás. Eso no es poco. Es mucho. Lo es casi todo.
13 de diciembre de 2009
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