23 de marzo de 2010

Perdona...¿me enseñas a volar?

Es verídico. Ocurrió hace no mucho tiempo junto a la "Muller mariña", antes de llegar al "Estaquín" y con la Coelleira y el Mar de las Pardelas enfrente.

Allí estaba aquel tipo larguirucho, con barba de varios días y una sonrisa en su cara. Junto a su telescopio, fumándose un cigarrito.

La pardela capirotada estaba cansada. Venía de muy lejos y aunque no solía acercarse demasiado a tierra, aquel día lo hizo. ¿Porqué?. Ni idea, pero allí estaba.

El del telescopio, muy cerca de aquella preciosa ave, le preguntó:

- Perdona....tú....¿me enseñarías a volar?.
- ¿A volar? contestó la pardela.- Si. A volar. ¡Me gustaría tanto poder volar!. ¡Sería tan feliz sintiendo estas sensaciones que seguro tenéis vosotras mientras planeáis sobre cualquier ola!.
- Pero....tu eres un humano. Además de hacer todo lo que os da la gana con todo, también...¿quieres volar?.
- Si....

La capirotada se quedó pensando un rato. En realidad no tenía ni idea de qué hacía allí "hablando" con aquel tipo desgarbado. Nunca había hablado con un humano, ni sabía que pudiera hablar, ni siquiera que los humanos entendieran. Lo intentaría. Porqué no. Todo lo más se reiría un rato.

- Esta bien, le dijo. Abre mucho los brazos, coge un poco de carrerilla, te subes a esa piedra y te lanzas. Casi se le escapa una risotada pero consiguió dominarse.

El tipo larguirucho y con gafas, sonrió a aquella ave marina y sobre todo hacia sus adentros. Tal y como le había pedido la "gravis" tomo carrerilla, subió a la piedra, abrió los brazos y se lanzó a volar.

Cual peso muerto cayó bajo la "Muller Mariña" y rodó hasta el mar, introduciéndose en él con estruendo. La capirotada se moría de risa (vamos, se descojonaba, como dicen los humanos). Era imposible que hubiera podido pasar otra cosa pero aquel tipo se había empeñado. Espero a que saliera del agua, unos metros hacia el Porto de Bares y vio que aquel humano aún sonreía.

- Lo volveremos a intentar otro día, dijo, empapado de los pies a la cabeza y con algún que otro rasguño.

- Bueno, dijo la pardela entre risotadas....
- O si no, no. Gracias por todo pero mejor se lo pediré a un págalo que seguro que me enseña mejor que tú. Y desde aquí desde esta piedra, acabaré volando.
- Vale, finalizó la pardela, pero por favor, avísame para estar por aquí.... No me lo perdería por nada del mundo , terminó mientras se marchaba.

19 de marzo de 2010

Anduriñas

El martes de la semana pasada, el trabajo me llevó a Toledo. Preciosa ciudad por cierto. Ya no la recordaba y me impresionó de nuevo. Anduvimos todo el día de arriba para abajo, de una oficina a otra, que si comer, que si ir y venir de la estación.

Ya en el viaje de ida y por supuesto en el de vuelta, aproveché como cualquier otro pajarero para ir echando una ojeada a todo lo que se movía. Y para darle "la brasa" a mis acompañantes para variar. Menos mal que les tengo acostumbrados. La verdad es que el trayecto entre Madrid y Toledo es muy breve, prácticamente puedes irte a tomar un café y no tardas mucho más que entre dos barrios algo alejados de Madrid.

En uno de los traslados entre oficinas y mientras estaba con Marta y con Tere, compañeras de trabajo, al levantar mi vista vi mis dos primeras "anduriñas" (golondrinas) de este 2010. Un par de días antes, en la plaza de Vázquez de Mella, al lado de mi casa madrileña, miré al cielo y pensé en la llegada de los vencejos, en cuando se produciría, si todavía tardarían mucho.

Me produjo una gran alegría ver a aquel par de golondrinas toledanas. Supongo que van viniendo desde el sur y que en breve, si no ha ocurrido ya, estarán por "los Madriles".


Bienvenidas, guapas.

No os quiero ni contar si lo que hubiera visto hubiera sido un págalo. Tampoco lo que sentiría si como estas pequeñas aves, los "piratas marinos" también pasaran por aquí en su periplos migratorios. Estaría todo el día mirando al cielo (y ya paso bastante tiempo haciéndolo).

15 de marzo de 2010

"A ver si atino esta vez...."

"¡Atento, Ricardo, Atento!..... ¡¡a tu derecha, todavía no han llegado a tu posición, casi saliendo de Asturias!! Te canto lo que viene, confirmas y apuntamos..." alcé la voz para indicarle al Cariñés.

"Son 3 pichonetas y una balear...." dije...
"2 pichoneta y dos baleares..." me corrigió Ricardo.
"Si. Tienes razón. Al principio de verano y después de todo un año esperando que vuelvan estos bichos, cuesta un poco hacer al ojo, a lo que uno ve. Y tenerlo claro... ¡¡A ver si a la próxima!!"

"¡¡Eh!! ¡¡Eh!! ¡¡Hevia, Hevía!!. A ver esos págalos... Yo diría....hum...que dos pomarinos fase clara y un parásito. Parásito el de detrás..."
"Si señor, si señor...esta vez estamos de acuerdo" me contestó..."Ya vas cogiendo el ritmo, ya..."
"Bien, bien. Si, si, si....." me animé a mi mismo.

¡¡A ver ahora!! ¡¡A ver ahora!!... ¡¡Lejos, lejos, como a las tres, todavía no ha llegado a las barcas...yo diría que.....¿un parásito claro, quizás un joven...?.... insistí a Ricardo...

"Déjame ver, déjame ver...." "No se yo...." "Yo apuntaría como págalo sp, ya sabes, esos que no tenemos super claro que son...." contestó..
"Si no.... Bueno, pues eso hago...tacho parásito y marco sp. Lo dejo y me pongo a otra cosa.."

Después de al menos medio minuto y con el parásito/sp medio olvidado, Cariñés vuelve a la carga... "Alfonso, Alfonso. Tacha sp y apunta un rabero, un joven de rabero.."...me pide.
"Vale" contesto..."lo cambio...". ¡¡Qué difícil es esto muchas veces, pienso para mi...". Menos mal que estoy con figuras del pajareo....

"Ricardo y Toño, Toño y Ricardo. Acabo de dejar de preguntarles cosas....."

¡¡Toño!! ¡¡Toño!! "A ver esos charranes. ¡¡canto!! ¡¡canto!!....hum.....18 patinegros y 6 comics...." le indico, esta vez al Coruñés, otro que también sufre mis dudas....que paciencia que tienen estos tíos...
"Eso veo yo.." me contesta "y detrás 2 charrancitos" apostilla...
"A ver, a ver, esos charrancitos....joder...que difíciles que son...yo no se que hubiera dicho al verlos...".

"¡¡Compañeros!! ¡¡compañeros!! ¡¡Gravis!! ¡¡Una gravis.....creo....!! digo esta vez...
"No hay una, no.." me corrige Ricardo..."van 3...la que tu dices y detrás dos juntas delante de un págalo grande...¿las veis, las veis?..
"Las tengo" dice Toñete. "¡Qué bonitas son!"...


¡¡Bonita pardela capirotada....!!


"Bueno" pienso para mí. Al menos he acertado al cantar la capirotada, la gravis...aunque luego hubiera más. Muchas veces me inundan las dudas, hay que tener mucha experiencia para saber que estas viendo, para estar seguro. Pero se arregla a base de muchas tardes, de muchas horas delante del telescopio, de mucha paciencia y de seguir intentándolo. Y de tener gente cerca que te ayude, te corrija y que tenga todavía más paciencia.

A mí, al menos por ahora, todavía me sonríen cuando lanzo mis constantes preguntas, cuando ven mis dudas o cuando cometo algunos errores de los buenos.

Eso si. Con los págalos estoy afinando mucho. Será por la práctica esa que tengo cada noche cuando en mis sueños los veo pasar. ¡¡Tengo que soñar más con raberos, que todavía no les controlo bien!! Tengo que.......

11 de marzo de 2010

Lo quiero todo

Los veranos se me hacen cortos. Cada vez más. Por todo. Por la vida familiar. Por el gozo cada vez mayor al ver o sentir la naturaleza. Por las tardes en Estaca.

Y los inviernos largos. Estoy obsesionado con vivir más la vida. Con no desear la llegada de los fines de semana, la llegada de esta o aquella fiesta, de Semana Santa, de Navidad...del verano. De la posibilidad de salir corriendo de este mi pueblo (Madrid) a aquel otro, también mi pueblo (O Vicedo).

Supongo que a todo el mundo le pasará igual. Que cada día por la cabeza de todos nosotros pasan nuestras ilusiones o aquello que deseamos fervientemente. Esas cosas que nos hacen disfrutar especialmente. Y desde luego en mi cabeza, a diario, está ese pueblo de Lugo. Y están las aves marinas (las otras también). Está Estaca de Bares, está aquella hierba sobre el "todo poderoso" Atlántico, sus rocas y las nubes. Y siempre el viento. El mar, está el mar.


Sueño con ello, despierto y cuando no lo estoy. Y libera. Ayuda. Sirve.

Pienso en historias de aves marinas, en lo que toca escribir en este espacio. Pienso en los págalos y en las pardelas. Sobre todo en los págalos. Recuerdo el sol acariciando mi cara y calentando el roce del viento. Y vuelvo a pensar en págalos.

Tengo ganas de que llegue el verano. Tengo ilusión por la Semana Santa. Si, me gustan las fiestas, todas. E incluso las vacaciones de Navidad.

Pero bueno. Con esos pensamientos en la cabeza, con esos deseos y con lo que nos ha dado la vida (o lo que en parte, hemos elegido de ella), también "quiero querer" cualquier lunes o martes.

¡¡¡Aaaaaahhhhhh!!!! Y sobre todo, que no se si lo había dicho ya, quiero a los págalos.

7 de marzo de 2010

¡¡Ayuda!!

Media mañana del pasado viernes. Como cualquier otro viernes (también los lunes, martes, miércoles y jueves) estaba trabajando en Garrigues, en la oficina de Madrid. Recibí un mensaje en mi correo electrónico curioso.

"Alfonso, soy Constantin. Estamos viendo un pajarillo revoloteando dentro del atrio que no puede salir. ¿Se te ocurre algo para hacer?. Da mucha pena".

Como os podréis imaginar, me desplacé desde mi despacho para ver lo que estaba pasando. Esa zona, el atrio de Garrigues, es un gran espacio interior cerrado y totalmente acristalado, que da a zonas de trabajo y también a la calle. No es la primera vez que habíamos visto algún pájaro allí dentro, pero la verdad es que es difícil colarse...hasta para las aves.

Subí a la sexta planta que es de donde me habían llamado. Al asomarme desde uno de los despachos, observé un ejemplar de Lavandera blanca, apoyada en la barandilla por donde va la linea de vida para limpiar los cristales. Pero esos cristales no son ventanas, no se abren. Únicamente hay unas zonas que se pueden abatir, en realidad lo hacen automáticamente, cuando hace mucho calor y dos puertas en la planta 7ª, ya la última,que sirven para acceder a un par de zonas exteriores para labores de mantenimiento. Subí a esa planta y abrí las dos puertas. Una pequeña a un lado y otra algo mayor, pero cerca de la zona de paso de la gente. Y a esperar. A esperar que aquel pajarillo atinara.



Vaya mal rato. La lavandera se levantaba y en la misma planta 6ª en la que estaba afincaba se dirigía hacia los cristales sin poder salir. Se desplazaba unos metros hacia un lado o hacia el otro y más de lo mismo. Sin resultado. Volvía a posarse. Mi ilusión y pensamiento era que notara el fresquito (hacía frío en Madrid) ese día y le diera por subirse una planta. Pero nada. Otra vez a volar y otra vez a encontrarse con los cristales.

Por fin, después de un rato, se separó de los cristales y la vimos ascender. ¡¡Alegrón!!. Cogimos uno de los ascensores internos y subimos a la planta de arriba. Al salir del ascensor, en un principio no veía al pajarillo con lo que pensé, "¡¡Justo!! Ha notado el aire ha subido y salió". Pero no. Mi gozo en un pozo. Allí estaba, si, en la planta séptima apoyada en una barandilla que precisamente unía la zona de paso entre ambas puertas abiertas. Avancé unos metros y dí unas palmadas para ver si aquel pajarillo, al levantar el vuelo se animaba y encontraba el camino. Nada. Después de un rato allí parado, volvió a bajar a los cristales de la sexta y vuelta a luchar con ellos. Vuelta a apoyarse en la pasarela de la linea de vida y vuelta a no salir de allí. Yo ya estaba sufriendo lo mío. Ya llevaba como una hora, con la historia. Subiendo y bajando. Sufriendo y sufriendo.

Y volvió a subir a la séptima planta. Y volvió a apoyarse en la barandilla. Y levantó el vuelo y se apoyó en la puerta abierta. Si. A un escaso metro de la libertad que estaba buscando. De la libertad que yo quería devolverle y que ya me tenía en un estado de nervios importante. Y no fue capaz de irse. Yo no daba crédito. Lo tenía tan cerca. Tan fácil. Pero volvió a descender a la sexta planta ya con una importante desesperación por mi parte....

Volvió a subir a la planta alta y esta vez se puso a investigar en los cristales del techo, también cerrados. Lo intentaba por un sitio. Por otro. Bajaba al sexto y volvía a subir. Yo ya estaba francamente nervioso y agobiado. Viendo que aquel pobre bicho con oportunidad para recobrar su libertad parecía no hallar el camino.

Estando en la sexta planta volvió a subir y mi impresión es que no optó por un buen sitio. Donde había ido parecía mal sitio. Estuve un rato esperando y no volví a ver al pajarillo. Lo mismo mientras yo subía, el encontró el camino. Por si acaso dejé las puertas abiertas y así quedaron cuando marché para casa como a mediodía. Para no volver hasta el siguiente lunes. Supongo que cuando llegue mañana, alquien me dirá algo. Y espero que sea, que ninguno volvió a verlo ya. Que cerraron las puertas por la noche y que no había ni rastro de la lavandera.

Espero haberle ayudado a reencontrar la libertad. La verdad es que sufrí un montón esa hora. Probablemente solo hubiera sufrido más si el que hubiera estado allí dentro hubiera sido un págalo, pero esos no vienen por Madrid. Al menos yo no los he visto. Pero eso sí, si hubiera sido un págalo, no me habría ido de allí.

2 de marzo de 2010

Vacaciones

A diario recorrían la playa de O Vidreiro en Vicedo, ese precioso pueblo de la provincia de Lugo. Cada pocos metros buceaban buscando sustento. De las rocas bajo el faro del Caolín hasta las piedras del puerto y vuelta a empezar. Aquella pareja de cormoranes moñudos era de lo más curioso.

"¿Qué vas a hacer con las vacaciones?" le preguntaba el uno al otro. "¿Las vacaciones?....y ¿qué es eso?". "No lo sé muy bien. Escuche el otro día una conversación de unos humanos y hablaban de vacaciones. De desplazarse de un lado a otro para descansar, a no hacer nada, a tomar el sol...y a salir por la noche...".

"Ya. Y ¿qué son todas esas cosas?" "No se, pero suena divertido...". "Vacaciones.....hum.....". Así pasó el día entero. Yendo de aquí para allá. Llegando hasta la Cova Alta y regresando hacia el puerto de Vicedo.

Esa noche, aquel par de cormoranes moñudos soñaron con marchar, con un gran viaje, se vieron, tirados en una hermosa playa, tomando el sol con preciosos bañadores de colores y con una suculenta brocheta de pescado, esperándoles al volver al "hogar". En realidad no sabían con qué habían soñado. No sabían si habían soñado.

A la mañana siguiente y nada más despertarse, volvieron la vista hacia la otra banda, hacia la Coruña y emprendieron el vuelo. Unos cientos de metros más allá se posaron junto a la playa de Vilela. Observaron a su alrededor y después de unos instantes se giraron observando la costa de Lugo. Allí, al fondo se veía la blanca arena de la playa de O Vidreiro. Se miraron y su cara se lleno con una gran sonrisa. Por fin estaban de vacaciones.

La verdad es que no había pasado nada. No había bañadores, ni brochetas, ni tumbonas. Ni nada especial por las noches. Había agua fría como al otro lado de la Ría. Había que buscarse la vida para conseguir comida. Las vacaciones eran un tanto raras. Aburridas. Engañosas.

Volvieron a mirar hacia O Vidreiro y sintieron añoranza. Ya se iba a hacer de noche y nada había resultado como habían imaginado. Como habían soñado. Cruzaron sus miradas y no hicieron falta palabras. Levantaron el vuelo y con rapidez cruzaron la Ría hasta posarse junto al faro.

¡Qué cara de felicidad tenían aquella nueva mañana aquella parejita!.

Los págalos tampoco tienen muy claro qué es eso de las vacaciones. Pero tampoco creo que les gustaran.......