27 de abril de 2009

Gran noticia

Hace ya unos días que la noticia está en el aire pero más vale tarde que nunca. Y no puedo dejar de hablar de ello en este espacio. A principios de la semana pasada se hizo publico el primer Boletín de la Estación Ornitológica de Estaca de Bares. Un trabajazo. Multitud de datos tomados en muchos días de censo a lo largo del año. Montones de horas disfrutando de nuestras queridas aves marinas, contándolas por miles, gozando del espectáculo que en cualquier momento ofrece Estaca de Bares, de la fortaleza y los colores del mar, de lo agradable de la brisa, del sol calentándote suavemente. Pero también sufriendo. Aguantando la lluvia. Entrando y saliendo del observatorio. Montando y desmontando los trípodes, volviendo a montarlos y a desmontarlos. Montando y desmontando los trípodes otra vez, para posteriormente volver a montarlos y a desmontarlos. Protegerte en la antigua base americana (todo comodidad ¿verdad Ricardo?). Pasando horas muertas sin contar nada. Y cuando estás acompañado, todavía se resiste. Queda la conversación. Hablar de esto y de aquello. Recordar. Cuando estás solo, eres tu y los sueños.



Casi 20.000 pardelas cenicientas, más de 11.000 pardelas sombrías, a punto de los 150.000 alcatraces (si, ciento cincuenta mil....). Más de 2.500 págalos grandes, mis queridos skuas. Números reales. Pasaron por allí. Qué decir de las estimas. Millones de aves.


Creo que la lectura de un documento como del que hablamos no deja indiferente a nadie. Para los "pajareros" no tiene duda. Es descomunal. Una gran obra. Y para los no entendidos, tiene que ser alucinante ver esos números. Esa gran cantidad de especies diferentes. Las fotos, los gráficos, los dibujos.

Probad y veréis como no quedáis defraudados pinchando en el siguiente enlace:

http://terranova-sl.es/pdf/BoletinEstOrnitEstacadeBares2008.pdf

En lo personal. Me siento parte de él. Yo también he echado unas cuantas horas allí. Disfrutando, gozando, divirtiéndome y también sufriendo, no pasándolo demasiado bien. Aún así, la balanza es clara. Veo mi nombre ahí y ......el orgullo no me cabe en el pecho. Me siento importante. Incluso como si supiera algo de aves marinas.....Tela...

En fin. Solo me queda despedirme dando las gracias a Diana, a Ricardo y a Antonio por su fenomenal trabajo y en breve me voy a la cama a soñar con los días que pasaré (y algo me dice que esta noche, en mi cama, con la cabeza apoyada en la almohada veré muchos págalos pomarinos) en aquel cabo contando, contando y viviendo, para colaborar en el segundo Boletín.

23 de abril de 2009

Otro cuarto de hora

En el texto de hoy no hay fotos, porque.....no hay nada......

No todos los cuartos de hora de conteo son iguales. Ni mucho menos. No hace mucho tiempo os intentaba transmitir sobre todo a aquellos que no sabéis lo que se siente, lo que es un cuarto de hora contando aves marinas. Aunque lo intenté no conseguí del todo, mostrar en mi texto el estres, el agobio que puedes sentir apuntando a toda velocidad los ejemplares de varias especies de aves, que no se te pase ninguna, además, por supuesto, de lo maravilloso y lo excitante que es para nosotros. Como decía al principio no siempre es así. No. Ya nos gustaría. Por lo fenomenal del momento, porque querría decir que hay muchas, muchas, muchas, aves marinas por ahí. Pero no es así.
Hay días en Semana Santa, en marzo o en abril, según caiga que son todo lo contrario. Que llego, solo, solo, solo. Que aunque hace solecito, se nota el fresquete. Que buscas bien donde ponerte, en que lado del observatorio pega menos el viento, donde hará menos frío. Que miras al cielo cada no mucho pensando si lloverá.
Ya has llegado y te has sentado. Cuando bajabas por la cuesta hacia el observatorio, al mirar al mar...ni una manchita blanca en el horizonte. Hay muchas aves que son imposibles de ver sin la óptica adecuada pero, cuando no ves nada, pero nada lo que se dice nada...malo. Más o menos quiere decir, que no hay nada. Pero, hay que contar. Dice el maestro que "tan importante es contar miles de aves en una tarde como constatar que no hay nada en alguna época". Lo es, pero, joder que rollo. Pero no me voy a quejar. Que me tiro todo el invierno suspirando en Madrid por estar aquí contando y ahora.... En fin. Ya llevo siete minutos y todavia no he puesto ni una muesca en la libreta. ¡Anda! ¡Un alcatraz! A apuntarlo. Y que bonito es. Y entonces es cuando te recreas durante unos largos segundos con su visión. Te pones a examinar a un bicho realmente espectacular pero que en otras épocas no dedicarías ni un instante. Con todo el cariño, se habría convertido en un número. Precioso si, pero...hay tantas cosas. Pero hoy no. Hoy no hay nada y sigues mirando el alcatraz. Lo has dejado todo para apuntarlo. Un rayita detrás de Morus bassanus. Un alcatraz. Estupendo. Y entonces, cuando has vuelto a la rutina es cuando te pones a pensar en lo que has hecho en el día, en lo bueno que estaba el botellín ("quinto", carayo, que estamos en Galicia), en el atracón que te has dado, en los pocos bichos que hay, otra vez en los pocos bichos que hay, en los muchos que hay en verano, en esto o aquello que te ha pasado, en el libro de historias de aves marinas, en el partido del domingo del Madrid, en los pocos bichos que hay y en que solo ha pasado un minuto desde la última vez que miraste el reloj y que no ha pasado ni una ave más. Y entonces pasa otro alcatraz, esta vez inmaduro y vuelves a recrearte con él. Lo miras de arriba abajo, te tomas tu tiempo para apuntarlo con cuidado (en estas épocas los números en la libreta son mucho más claros, los unos son unos, los seises, seises...no como en las otras que hay veces que no entiendes nada). Y al final, también pasa el tiempo. Más aburrido y algo más lento pero pasa. Y ha terminado el cuarto y has apuntado 2 pájaros (los de antes, los dos alcatraces) cuando en verano lo mismo habías apuntado en ese mismo cuarto de hora 150 o 200. Si, en un cuarto de hora.
No importa. Haces una raya. Y hala. Otro cuarto de hora. Y sigue sin haber nada. Echas una rápida visual de izquierda a derecha y no hay nada......pero hay que seguir.

20 de abril de 2009

El Mar de las Pardelas

El Mar de las Pardelas no sale en ningún atlas. El Mar de las Pardelas no es un mar como el Cantábrico o como el Mediterráneo. Pero está ahí. Y no tiene fin.


--Ahí donde apunta el telescopio, ahí está el Mar de las Pardelas--

Cuando pasas la Coelleira y cuando miras hacia el horizonte, aunque no lo sepas, estás en ese mar. No es un mar como los demás, aunque tenga ese color verde de las aguas atlánticas por estos lares. Tiene olas que vienen y van, que saltan y que desaparecen. Está lleno de aves marinas, abarrotado de peces y de vez en cuando algún que otro barco transita por él.
El Mar de las Pardelas es un sitio especial. Es un mar sin fronteras. Es un mar que no empieza aquí y termina allí. Simplemente se siente y se sabe que estás en él.

El Mar de las Pardelas es un lugar tranquilo y pausado. Y tiene un sonido especial. Sonido de alas de pardela mientras planea, sonido a viento del nordeste, sonido a cresta espumosa de ola. Pero también es duro y salvaje y tan pronto te deleitas con esa calma como te asustas con su crudeza.



Y sobre este mar dominan las pardelas cenicientas. Ellas son las reinas del lugar. Lo surcan de este a oeste, de sur a norte, viven en él. Y nacen y mueren en él. Con su vuelo pausado. Con su eterno planeo. Imperturbables. Tranquilas. Hay muchos meses en los que su migración anual les lleva a partir hacia otros territorios pero sobre esas aguas algo recuerda que están allí. Que aquel territorio es suyo. Siempre regresan.



Así es el Mar de las Pardelas, así es el mar al que él le puso nombre. Y allí están él y las pardelas.

17 de abril de 2009

¡¡Piratas!!

Como cada tarde, eran cientos, miles, las gaviotas que esperaban frente al cabo de Bares. Siempre, cada día, estaban allí, atentas al regreso de los pesqueros a los diferentes puertos de la costa lucense. Y cuando casi estaba llegando la noche los veían acercarse. Y entonces, todas ellas, gaviotas sombrías, patiamarillas, reidoras, levantaban el vuelo y se dirigían a uno o a otro barco.

Aquel día, regresaban 5 embarcaciones casi juntas. Separadas por un pequeño espacio de tiempo y a muy corta distancia unas de otras. Y todas traían ya consigo multitud de gaviotas a su alrededor. Gaviotas posadas en el barco. Gaviotas revoloteando, delante, detrás y en los costados. Gaviotas siguiendo la estela. Esperando que los marineros arrojaran descartes o despojos que les sirvieran de alimento.




Era impresionante ver la cantidad de gaviotas que había en el horizonte. Hacía escasamente 15 minutos, echabas una ojeada al mar y parecía vacío de aves. Fijándote bien con el telescopio, efectivamente, veías que posadas en el mar había gaviotas, pero tenías que prestar mucha atención, buscarlas. No era el caso de ahora. Había miles. Pasaban de un barco a otro y de ese al siguiente. El baile era constante. Parecían disfrutar de una estupenda tarde de abril. Todo era perfecto para ellas.

Entonces fue cuando observé aquellos movimientos extraños. En ningún momento y dada la enorme cantidad de láridos que surcaban los aires daba la impresión de que hubiera calma pero de repente todo se convirtió en revuelo. Observé como comenzaban a levantar el vuelo y a huir desesperadamente. Sin ningún orden. Y entonces los ví.

En un primer momento, dos de ellos. Dos enormes págalos grandes avalanzandose sobre unas y otras. Acosándolas hasta que les hacían expulsar el pescado que acababan de conseguir o hasta que lograban que las gaviotas vomitaran el alimento engullido hacía no demasiado tiempo para comérselo ellos. Y estaban teniendo mucho éxito. Se lanzaban sobre la gaviota y posteriormente al agua. Comían rápidamente. Volvían a levantar el vuelo y a por la siguiente. Y todo se repetía. Gaviota huyendo, gaviota cayendo, gaviota tirando. Págalo al agua y a comer. Y vuelta a empezar. Y otra vez. Y otra.

Los barcos ya se habían perdido hacia el este. Camino de Burela o de Celeiro. Y las tremendas nubes de gaviotas también estaban desapareciendo. Pero allí seguían ellos. A los dos iniciales, se les habían unido otros dos más y allí consiguieron comida suficiente para unos cuantos dias. Después de aquel festín podrían continuar su camino hacia las colonias de cria en el norte de Europa. Parecía increíble comprobar como aquellos cuatro depredadores habían hecho desaparecer en un minuto miles de aves marinas. Huyeron despavoridamente.


------------------------------Págalo grande en vuelo-------------------------

Aquellos piratas marinos, viendo desde millas y millas el revuelo que habían formado las gaviotas fueron a buscar su parte en el botín. Sin que nadie les invitará se presentaron en la fiesta. Gozaron de la fiesta y terminaron con la fiesta. Como siempre y como para ellos debe ser. Como piratas.

15 de abril de 2009

San Delfín en Estaca de Bares

Es la tarde del 11 de abril. Ana y Toño no han aparecido. Me daba a mí, que habría siesta o que lo mismo se han marchado para Coruña. Esta noche tienen sarao y como había posibilidades de que yo hubiera salido anoche a Viveiro un rato a tomarla, unos por otros... y sin conteo esta estupenda tarde de sábado. Hace sol y allí, protegido del viento del noroeste, se está de miedo. Como en las tardes anteriores, con mucha paciencia y buen ánimo cuento durante un par de horas. Números bajos, pero números. Y como decimos siempre y aunque sea duro para el que está allí, tan importantes son los números altísimos de especies o individuos como la no presencia de las aves. Tambien cuenta, también hay que reflejarla y enseña.

Además de algunos alcatraces y pardelas, tengo el placer de deleitarme durante un rato con el paso hacia el oeste de un grupo de 9 delfines mulares como los de la foto. Van lejos pero se identifican perfectamente por los colores y su tamaño. Son preciosos. Los observo durante un rato con el telescopio y los dejo marchar.



Un rato después son marsopas lo que veo. En un primer momento no sé qué son. Son claramente más pequeñas que los delfines mulares o que los comunes pero cuando veo a los bichos, que en este caso son 5 no acabo de decidirme. En mis dudas estoy cuando aparecen por sorpresa a mi espalda Ana y Toño. No se han ido y vienen a ver si estoy y a despedirse de mí hasta la próxima. Le cuento a Toño lo observado y está seguro de que son marsopas lo que he visto. Como estas de la foto.



Allí me quedo. Tras mi telescopio. Ojo avizor. Con ánimo. Pienso que es mi última tarde de este viaje contando marinas. Mirando ese verde mar. Verde si. Verde mar. Tengo tiempo para todo. Para pensar en cualquier cosa. Para no pensar en nada. Sigo contando. Un par de alcatraces más. Una cenicienta. Poca cosa.

"Hombre, delfines comunes". Como los de antes. Un par de cuartos antes he visto una docena de ellos pasando raudos hacia el este. Pienso que vaya tarde de delfines. Que he visto un montón. Y no he visto nada. Veo más delfines comunes, más delfines comunes. Mantengo el telescopio fijo y no dejan de pasar. Han pasado más de 3 minuntos y en ningún momento ha parado el flujo. Junto a los mamíferos marinos vienen alcatraces, pardelas y gaviotas tirándose al agua. Pescando. Claramente los delfines siguen un bando de peces. Y siguen pasando. Y más, y más. Y son preciosos. Calculo que han pasado más de 150 delfines. Yo diría de 200. Nunca vi una cosa igual. Bueno sí, en el Pride of Bilbao, pero nunca desde el observario de Estaca. Estoy extasiado.



La tarde de conteo de aves marinas se ha convertido en San Delfín en Estaca. Pienso que al finalizar la tarde he contado unos 250 ejemplares de las 3 especies mencionadas. Una maravilla. Estaca nunca defrauda. Aunque no haya nada. Aunque esté "aburridillo" como dice Toño.....

13 de abril de 2009

Lo que cuesta marcharse


Aunque tocaría empezar con las diferentes historias que me ha deparado esta Semana Santa en Vicedo y que me guardo para próximas fechas, voy a comenzar por el final, con la despedida, con el siempre difícil momento de marcharse y dejar el pueblo.

Históricamente ha sido así. Desde que tengo recuerdos, estos son maravillosos en todo lo relativo al tiempo pasado en este municipio gallego tan incrustado en mi corazón. Pero también los hay tristes, dolorosos diría yo. Y estos casi siempre han coincidido con las partidas. Con la marcha hacia Madrid. También hay que decirlo, mi querido Madrid.

Ese 31 de agosto o similar de cada año cuando éramos jóvenes. Cuando nos disponíamos a meternos en el coche para volver a casa. A afrontar el "duro" invierno, que en realidad no lo era tanto. Y se empezaba a sufrir una semana antes. Separarse de los compañeros de fatigas con los que habíamos pasado los dos últimos meses (¡¡¡mi madre!!! ¡¡¡las añoradas vacaciones de los escolares!!!), del primer amor (¡¡¡y como dolía....aunque luego se pasaba,,,!!!), de tantas cosas.

Ahora no me pasa (tanto...) como me pasaba antes, desde unas cuantos días antes de que llegara el horrible día, ni me pasa del todo en Vicedo. También me pasa muy hondamente en Estaca. Allí, cuando dejo el observatorio hasta mi siguiente visita. Así fue antes de ayer. Me quedé solo con el telescopio escudriñándolo todo cuando se fueron Ana y Toño destino Coruña. Y aunque la tarde fue muy entretenida (habrá que esperar un par de textos para que os lo cuente...) siempre quedaba un momento para, mirando al mar recordar que en no demasiado tiempo me tendría que ir. Y de nuevo me ocurrió. Gran pena.



Como de costumbre, he pasado unos maravillosos días por la zona y en el caso de la Estaca, he estado 7 días un mínimo de 3 horas (en la mayoría de los casos 4 horas). Casi todos los días solo (exceptuando el "runrun" de visitantes a la zona, a los molinos, a....) pero en otros momentos he visto a la mayoría de mis compañeros de fatigas pajariles (además de los mencionados anteriormente, David y Ricardo). En fin. Que es un disgusto cada vez que uno se va, pero como yo digo siempre (y no es que sea, ni esté muy iluminado) para volver hay que irse primero.


Por otro lado, me alegro de estar de nuevo "trabajando" en el blog. Es una alegría diferente, pero también la tengo. Otro asunto será mañana a eso de las 7 de la mañana.....

3 de abril de 2009

Me las piro


Sin ánimo de hacerle publicidad a la compañía española de ferrocarriles....señoras, señores....me las piro. En breves instantes cierro las maletas (¡¡carajo!!¡¡No hay modo de que me vaya sin más de una!!), trinco a la mujer y a los niños y a la estación. Destino Ferrol, donde más tren (en este caso el curioso FEVE) hasta O Vicedo y a disfrutar.

Me muero de ganas. Mañana para la Estaca a contar todo lo que se mueva (como véis tengo intención de ser muy original...) y a llevar los ojos bien abiertos y los sentidos preparados para recoger todas esas historias que espero contaros a la vuelta.

Aquellos que aún así queráis volver a este espacio, ¡¡todo vuestro!! y sí como entendería perfectamente estáis hartitos de mis "aventurillas" siempre tendréis esos enlaces a páginas interesantes. Si aún así os preguntáis qué hago que os tengo abandonados y no podéis resistir sin conocer la fecha de mi regreso (y probablemente del regreso a la actividad del blog), el 13 o 14 estaremos por aquí.

Que descanséis y disfrutéis a tope.

Un abrazo