Como siempre, aquella mañana mientras paseaba oteaba las cercanías de la orilla de la playa en busca de aves. Como casi siempre, hacia el final de Arealonga, había limícolas. También en la lengua de arena, allí a lo lejos se veían grupos de gaviotas bajo el sol.
Seguía revisando cada centímetro de mar en busca de, por ejemplo, negrones, que le tienen mucha querencia a la zona, que suelen estar presentes casi todo el año. Después de un rato, observé un grupo de ellos. Varios machos y un par de hembras, se dedicaban a dejarse llevar y de vez en cuando a sumergirse en busca de comida. Cuando ya llevaba un rato mirándolos, varié mi campo de visión, abriéndolo un poco hacia la derecha y lo encontré.
Nada más verlo, me di cuenta de que aquello era otra cosa. Qué no se trataba de un negrón. Era más grande, su forma era diferente y desde la distancia se apreciaba su robusto pico. Abandoné la observación con los prismáticos y monté rápidamente el telescopio. Necesitaba más detalle. Allí estaba. Se trataba de un precioso ejemplar de colimbo grande. Los colimbos son aves norteñas que únicamente y no en gran cantidad, se acercan hasta las costas españolas cuando el invierno arrecia. Lo cierto, es que en mi caso, muchos habían sido los años en que había rastreado la zona y no los había conseguido ver. Supongo que también, la pericia ayuda y últimamente ya conseguía identificarlos y raro ha sido el invierno en que no he visto alguno en la Ría.
Después de bastante rato observádole y perdiéndole de vista, debido a sus largas inmersiones en busca de alimento, me miró. Consciente de que lo estaba haciendo, porque le veía en detalle con mi telescopio, me incorporé y ya sin la ayuda de la óptica le miré también. Estaba bastante cerca y parecía confiar en mí. "Hola colimbo" le dije, "Hola" me contestó. "¿De dónde eres? ¿Ya has venido otros años por aquí? continué. "Nací en Noruega pero soy muy de aquí. Soy muy de Lugo". Mi sorpresa fue enorme, porque cualquiera que me conozca, que me haya preguntado o haya leído mi blog, sabe que yo también, que yo soy muy, muy de Lugo. Y creía que esa expresión, que ese hacer mío algo, era eso, mío. "Yo también soy muy de Lugo" le dije. "Pero y ¿cómo es eso?". "No se" contestó. "Llevo muchos años viniendo a esta playa. Mis padres venían por aquí y ya algunos de mis hijos lo hacen. Y no tengo nada contra aquellas costas de la otra banda, que son Coruña. Ni tampoco contra las costas asturianas por las que paso cada año para venir, ni las francesas, ni otras cualquiera. No son mejores ni peores. Ser de Lugo, como de cualquier otro sitio, no es ser mejor, ni más importante. Simplemente es serlo y sentirlo". Le miré impresionado por su respuesta pero totalmente alineado con ella. Yo también pienso lo mismo. Y también soy de Lugo por eso.
Me despedí de él esperando verle de nuevo. "El año que viene o al siguiente" le dije. "Yo no dejaré de venir" me dijo. "Yo tampoco...." y se marchó.
Si ya se que lo sabéis pero no puedo dejar de decirlo. Soy de Lugo. Muy de Lugo. Pero también soy de los págalos. Sean de donde sean. Vengan de donde vengan. No se si soy más de Lugo o más págalo, pero bueno, eso da igual.
27 de noviembre de 2009
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Muy simpática la entrada y muy bueno el blog. Felicidades! Un saludo desde San Fernando (Cádiz).
ResponderEliminarMuchas gracias Pablo. Aquí lo tendrás siempre que quieras y mientras se me sigan ocurriendo cosas.
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