Los destinos siempre eran los mismos. La zona de cría en el norte de Escocia en invierno y esas preciosas Rías gallegas en verano. El grupo de sus padres siempre había veraneado en la Ría do Barqueiro. Allí pasaban una estupenda temporada. Buscando comida frente a la playa de Vilela. Tomando el sol en Arealonga. Dejándose llevar de un lado a otro.
Pero sobre todo a aquel pequeño negrón, lo que le llamaba la atención era poder guiar al grupo en formación, cuando volaban. Ser la punta de lanza de una de aquellas hermosas "uves" y que todos los demás le siguieran sin dudarlo. Con ello soñaba cada día.
Formación de negrones comunes
"Mami, Papi, ¿podré yo algún día guiar el grupo de negrones? ¿podré hacerlo?, preguntaba ansiosamente. Sus padres le miraban con amor y le decían que quien sabía, que lo mismo sí, pero que para ello había que estar muy preparado. Conocer todos los caminos, ser fuerte y rápido y tener entereza para ser la referencia de muchos de los de su especie. Era mucha responsabilidad.
Y el pequeño negrón seguía soñando cada día con ir delante de todos. Llevándoles de aquí para allá. Y siendo la envidia del grupo. Solo se olvidaba de ello cuando jugaba con los demás pequeños que como él habían nacido hacía únicamente un año. Y como lo pasaban de bien.....
Le extrañaba que siempre veía muy serio a "Nig". Este era el actual guía. El negrón que indicaba el camino que todos debían seguir, cuando había que partir. Donde era el mejor sitio para comer. Y estaba serio porque no tenía tiempo para más que para pensar en todos. Nunca en él.
Negrónes reposando en la Ría
Un día, se acercó al jefe del grupo y le contó lo que deseaba liderar el grupo. "Nig" lo miró con algo de pena y al mismo tiempo con dureza y le dijo que no cualquiera podía hacer eso que quería. Qué supondría la separación de sus seres queridos, que tendría que dejar de jugar con sus amigos, que ya todos sus pensamientos irían dirigidos al bienestar del grupo. A no poder hacer otra cosa. El pequeño pareció dudar. Era mucho lo que parecía tener que perder. Y por primera vez, pensó si merecería la pena.
Levantó la vista y vio a sus padres juntos nadando. Se sonreían e iban hablando de esto y de aquello. Parecían felices. Algo más atrás, varios de sus compañeros de fatigas jugaban a perseguirse. Y valía hacerlo sobre el agua y también buceando. Como a él le gustaba. Por el otro lado, varias de las hembras, se alimentaban distraidamente. Sin pensar en nada. Tranquilas.
Se volvió y miró a "Nig". Era la primera vez que no le envidiaba. No le veía como el magnífico ejemplar de negrón que era. No vio a aquel envidiable guía. Únicamente vio un ave cansada y con aspecto triste. Y también solitario. "Nig" miró al pequeño y se dio cuenta de lo que estaba pasando. Le vio girarse y marcharse tras sus amiguitos, poniéndose a perseguir a los demás. Y por un momento se vio a si mismo, hace muchos, muchos años, decidiendo que hacer y quedándose sin jugar para siempre.
Le siguió con la mirada unos momentos más y después se sonrió.
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