17 de abril de 2009

¡¡Piratas!!

Como cada tarde, eran cientos, miles, las gaviotas que esperaban frente al cabo de Bares. Siempre, cada día, estaban allí, atentas al regreso de los pesqueros a los diferentes puertos de la costa lucense. Y cuando casi estaba llegando la noche los veían acercarse. Y entonces, todas ellas, gaviotas sombrías, patiamarillas, reidoras, levantaban el vuelo y se dirigían a uno o a otro barco.

Aquel día, regresaban 5 embarcaciones casi juntas. Separadas por un pequeño espacio de tiempo y a muy corta distancia unas de otras. Y todas traían ya consigo multitud de gaviotas a su alrededor. Gaviotas posadas en el barco. Gaviotas revoloteando, delante, detrás y en los costados. Gaviotas siguiendo la estela. Esperando que los marineros arrojaran descartes o despojos que les sirvieran de alimento.




Era impresionante ver la cantidad de gaviotas que había en el horizonte. Hacía escasamente 15 minutos, echabas una ojeada al mar y parecía vacío de aves. Fijándote bien con el telescopio, efectivamente, veías que posadas en el mar había gaviotas, pero tenías que prestar mucha atención, buscarlas. No era el caso de ahora. Había miles. Pasaban de un barco a otro y de ese al siguiente. El baile era constante. Parecían disfrutar de una estupenda tarde de abril. Todo era perfecto para ellas.

Entonces fue cuando observé aquellos movimientos extraños. En ningún momento y dada la enorme cantidad de láridos que surcaban los aires daba la impresión de que hubiera calma pero de repente todo se convirtió en revuelo. Observé como comenzaban a levantar el vuelo y a huir desesperadamente. Sin ningún orden. Y entonces los ví.

En un primer momento, dos de ellos. Dos enormes págalos grandes avalanzandose sobre unas y otras. Acosándolas hasta que les hacían expulsar el pescado que acababan de conseguir o hasta que lograban que las gaviotas vomitaran el alimento engullido hacía no demasiado tiempo para comérselo ellos. Y estaban teniendo mucho éxito. Se lanzaban sobre la gaviota y posteriormente al agua. Comían rápidamente. Volvían a levantar el vuelo y a por la siguiente. Y todo se repetía. Gaviota huyendo, gaviota cayendo, gaviota tirando. Págalo al agua y a comer. Y vuelta a empezar. Y otra vez. Y otra.

Los barcos ya se habían perdido hacia el este. Camino de Burela o de Celeiro. Y las tremendas nubes de gaviotas también estaban desapareciendo. Pero allí seguían ellos. A los dos iniciales, se les habían unido otros dos más y allí consiguieron comida suficiente para unos cuantos dias. Después de aquel festín podrían continuar su camino hacia las colonias de cria en el norte de Europa. Parecía increíble comprobar como aquellos cuatro depredadores habían hecho desaparecer en un minuto miles de aves marinas. Huyeron despavoridamente.


------------------------------Págalo grande en vuelo-------------------------

Aquellos piratas marinos, viendo desde millas y millas el revuelo que habían formado las gaviotas fueron a buscar su parte en el botín. Sin que nadie les invitará se presentaron en la fiesta. Gozaron de la fiesta y terminaron con la fiesta. Como siempre y como para ellos debe ser. Como piratas.

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