En el texto de hoy no hay fotos, porque.....no hay nada......
No todos los cuartos de hora de conteo son iguales. Ni mucho menos. No hace mucho tiempo os intentaba transmitir sobre todo a aquellos que no sabéis lo que se siente, lo que es un cuarto de hora contando aves marinas. Aunque lo intenté no conseguí del todo, mostrar en mi texto el estres, el agobio que puedes sentir apuntando a toda velocidad los ejemplares de varias especies de aves, que no se te pase ninguna, además, por supuesto, de lo maravilloso y lo excitante que es para nosotros. Como decía al principio no siempre es así. No. Ya nos gustaría. Por lo fenomenal del momento, porque querría decir que hay muchas, muchas, muchas, aves marinas por ahí. Pero no es así.
Hay días en Semana Santa, en marzo o en abril, según caiga que son todo lo contrario. Que llego, solo, solo, solo. Que aunque hace solecito, se nota el fresquete. Que buscas bien donde ponerte, en que lado del observatorio pega menos el viento, donde hará menos frío. Que miras al cielo cada no mucho pensando si lloverá.
Ya has llegado y te has sentado. Cuando bajabas por la cuesta hacia el observatorio, al mirar al mar...ni una manchita blanca en el horizonte. Hay muchas aves que son imposibles de ver sin la óptica adecuada pero, cuando no ves nada, pero nada lo que se dice nada...malo. Más o menos quiere decir, que no hay nada. Pero, hay que contar. Dice el maestro que "tan importante es contar miles de aves en una tarde como constatar que no hay nada en alguna época". Lo es, pero, joder que rollo. Pero no me voy a quejar. Que me tiro todo el invierno suspirando en Madrid por estar aquí contando y ahora.... En fin. Ya llevo siete minutos y todavia no he puesto ni una muesca en la libreta. ¡Anda! ¡Un alcatraz! A apuntarlo. Y que bonito es. Y entonces es cuando te recreas durante unos largos segundos con su visión. Te pones a examinar a un bicho realmente espectacular pero que en otras épocas no dedicarías ni un instante. Con todo el cariño, se habría convertido en un número. Precioso si, pero...hay tantas cosas. Pero hoy no. Hoy no hay nada y sigues mirando el alcatraz. Lo has dejado todo para apuntarlo. Un rayita detrás de Morus bassanus. Un alcatraz. Estupendo. Y entonces, cuando has vuelto a la rutina es cuando te pones a pensar en lo que has hecho en el día, en lo bueno que estaba el botellín ("quinto", carayo, que estamos en Galicia), en el atracón que te has dado, en los pocos bichos que hay, otra vez en los pocos bichos que hay, en los muchos que hay en verano, en esto o aquello que te ha pasado, en el libro de historias de aves marinas, en el partido del domingo del Madrid, en los pocos bichos que hay y en que solo ha pasado un minuto desde la última vez que miraste el reloj y que no ha pasado ni una ave más. Y entonces pasa otro alcatraz, esta vez inmaduro y vuelves a recrearte con él. Lo miras de arriba abajo, te tomas tu tiempo para apuntarlo con cuidado (en estas épocas los números en la libreta son mucho más claros, los unos son unos, los seises, seises...no como en las otras que hay veces que no entiendes nada). Y al final, también pasa el tiempo. Más aburrido y algo más lento pero pasa. Y ha terminado el cuarto y has apuntado 2 pájaros (los de antes, los dos alcatraces) cuando en verano lo mismo habías apuntado en ese mismo cuarto de hora 150 o 200. Si, en un cuarto de hora.
No importa. Haces una raya. Y hala. Otro cuarto de hora. Y sigue sin haber nada. Echas una rápida visual de izquierda a derecha y no hay nada......pero hay que seguir.
23 de abril de 2009
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