30 de marzo de 2009

Destino sur, destino vivir

Él

Llevaba varios días luchando hasta la extenuación. Aleteaba con todas sus fuerzas y aprovechaba al máximo cada planeo. Varias tormentas habían estado dificultándole su marcha y no le habían concedido prácticamente ninguna tregua. Haberse retrasado en su partida de la costa escocesa que le vio nacer, le estaba pasando factura. Aquel tiempo perdido podía acabar con todas sus ilusiones. Pero lucharía hasta el fin. No cejaría. No era su estilo.

De nuevo volvía a llover. Y aquel viento. Aquel viento estaba acabando con él. Con lo que siempre había querido al viento. Lo mucho que le gustaba jugar con él, aprovechar para ascender con sus corrientes para posteriormente lanzarse al mar con un magnífico picado. Pero nada importaba, no pararía y en sus sueños mientras luchaba no dejaba de ver el sur, el ansiado sur. Era el tercer año en que emprendía el viaje migratorio y este año, por fin, encontrar el amor y criar sus primeros retoños.
Lo lograría. Estaba seguro.



Ella

No quitaba su vista del horizonte. De ningún modo. Era su obligación y totalmente necesario para su supervivencia. Fija. Penetrante. Seria. Sin dudas. Ya llevaba mucho rato esperando y aunque no estaba demasiado cerca del nido, le parecía oír a sus retoños protestando. Pidiendo que les trajera algo de comer.

Se mantenía inalterable en su atalaya. Aunque aquel viento y la fina lluvia le estaban molestando no podía marcharse de aquel sitio. Sobre la roca más alta del acantilado no dejaba de examinar cualquier ave que se acercara. Llegaría. Y ella estaría allí, esperando.

Él

Cada vez le costaba más. La vista de aquella mole rocosa, de aquellos acantilados que ya conocía le tranquilizó un poco. Vio el faro, allí a lo lejos y las rocas que se internaban en el mar. Tenía que seguir, tenía que seguir, continuar sin descanso.

Ella

Por fin le vio. Era su oportunidad. Durante la tarde había estado a punto de conseguir avalanzarse sobre algunas presas pero por unas cosas u otras en el último momento los ataques habían fallado.

Él

Seguía volando. Notaba que las fuerzas le flaqueaban pero continuaba en su lucha. Soñaba con las calidas playas del sur, con la abundancia de alimento, con sus familiares y amigos. Soñaba....

Ella

Rápida como una centella. Directa. Fulminante. Lanzó su grito al aire en el último momento y se avalanzó sobre aquel indefenso charrán. Parecía tan cansado. Presa fácil pensó. Lo tenía hecho. Por fin sus pequeños tendrían una ración de carne fresca.

Ambos

El viento continua azotando los acantilados de la Estaca de Bares. Varias gaviotas sobrevuelan el observatorio y se marchan dirección este a pasar la noche en las playas de la ría. La lluvia, que antes era fina se ha convertido en un aguacero demoledor.

La hembra de halcón peregrino vuelve hacia el nido donde gritan sus retoños. Pero viene de vacio. Viene mojada de agua marina y del agua de la lluvia. No tiene nada que ofrecerles. La sombra de la muerte planea por su nido.

Esa muerte caprichosa que se balancea de un lado a otro. Que no perdona al que menos se lo espera. Inmisericorde con los fuertes y con los débiles.

Un charrán, cansado y empapado se pierde por la zona izquierda tras las rocas de la antibua base dirección sur. Va soñando con tiempos mejores, imagina el final de la tormenta y se ve comiendo un pequeño peón sobre una boya enfrente de un puerto.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por tu blog. No me ha sido difícil menterme en la historia. C´est la vie!!... El otro día en Doñana presencié como un águila calzada mataba un morito y lo pelaba delante de nostros... El Curso Natural, lo llaman asi...

    No hace más de un mes yo también he empezado un blog, te invito a que le eches un ojo, y me digas que te parece. Saludos. ANZAGA.

    http://unpaseomanchego.blogspot.com/

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  2. Muchas gracias. Sin duda pasaré por tu blog.

    Un abrazo

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