1 de febrero de 2010

Desde el muelle de O Vicedo

Desde el muelle de O Vicedo todo lo que se ve y se siente es bonito. Todo. Desde la punta del muelle, desde el espigón, es mucho lo que se ve. Antes no se veía tanto porque donde está ahora ese espigón, donde está ese punto era mar. Estaba el agua. Era dominio de los peces, de los pulpos, de los crustáceos. Era casi el medio de la Ría.

Desde la punta del muelle se ve la Coruña. La provincia, claro. Desde la punta del muelle se ve el bravo Atlántico. También las montañas del interior de Lugo. La luna reflejada y el brillo del sol.

Allí, pegado a uno de los pequeños faros automáticos de la bocana del puerto, cuando llega el invierno, el frío te penetra hasta bien dentro de tí. Las ráfagas de viento cortan la cara y las manos. Y las convierten en algo insensible. O demasiado sensible.



Desde la punta del muelle, me veo cuando era un niño. Cuando jugábamos a tirarnos al agua en la zona de las escaleras. ¡¡Cuánto gozábamos en el viejo puerto!!. ¡¡Cuanto tiempo disfrutando allí!!. Era más bonito, más autentico, aunque probablemente menos práctico, menos funcional. Pero....

Sentado junto a las viejas redes cansadas de atrapar peces o aburridas de no hacerlo desde hace tiempo, miro el mar. No me canso de hacerlo. Huele a mar, a salitre, a algas podridas y restos de animales abandonados y en descomposición. A vida después de todo.

Y se ven aves. Aves que no necesitan palabras para decirme lo que sienten. Ni para expresar nada mientras miran a La Coruña, al poderoso Atlántico,los montes del interior de Lugo, la luna reflejada o el brillo del sol. Sus emociones. Yo tampoco necesito las palabras con ellas. Bastan las miradas.



Seguro que en la punta del muelle de O Vicedo alguna vez ha habido un págalo. Yo no lo he visto pero seguro que si. Por si acaso, yo siempre que bajo y lo hago bastante para ver las aves de la Ría, para ver las laderas verdes de la Coruña, el mar y las montañas, la luna y el sol, llevo los ojos bien abiertos y la ilusión lista.

4 comentarios:

  1. Aunque seguro que menos veces que tú, también yo recuerdo aquellos baños y tumbarme en los montones de redes, e irme después oliendo a todo eso que dices.
    El muelle viejo, y la playa, y la islita, y las rapetas, allí justo debajo de vuestra casa.

    Este fin de semana estuve allí. Sigue siendo bonito, no obstante, ¿no te parece?

    (¿Me dejas hacerte una precisión? No es el Atlántico el que se ve. Al este de Estaca, ya es el Cantábrico.)

    Un saludo.

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  2. Molaba el viejo muelle y todas esas cosas que dices. Y claro que te dejo hacer la precisión pero...es dudosa.... Ahora hay quien dice que el Cantábrico empieza en Ortegal y no en Estaca como siempre se dijo. Voy más lejos. Yo creo que los mares dentro de los océanos....son un nombre. Para mi, todo es el Atlántico. Y quiero al Cantábrico (nombre y significado) pero....

    Un abrazo

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  3. Ah, perfecto. Lo que dices es sobre todo una razón sentimental, y contra eso no hay argumentos.

    Las fotos son preciosas.

    En aquella playa desaparecida vi a mi abuela en bañador, y bañándose, por única vez en mi vida.
    Un saludo.

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  4. Bueno, no exactamente sentimental pero...

    Yo casi me ahogo en aquella playa. Me salvo uno de mis hermanos mayores cuando me iba para el fondo por "valiente". ¡¡Cuantas aventuras!!

    Un abrazo

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