"Vamos, hazlo, ¡salta! ¡corre! ¡huye!...."
Y de poco les servía. Si no eran unos animales eran otros. Los cangrejos de la playa, las aves, grandes y pequeñas, montones de peligros.
Las oí de nuevo. "Corre, ¡¡salta!!¡¡salta! que vienen que nos cogen....".
Llegaban los vuelvepiedras y se las zampaban. Ya se habían comido entre 5 de estas pequeñas aves en la playa de O Vicedo a toda la familia, incluidos primos, tíos, novias, etc..... A todos. No habían dejado ni uno. Bueno...si... Dos. A ellas dos que seguían huyendo.
Pero aquella playa para esas pequeñas pulgas marinas era como un inmenso desierto. Como la mayor de estas superficies. Y cada vez llegaban más aves a por ellas. Las gaviotas se habían fijado en el revuelo y con ellas los gaviones de la playa. Se acercaban. Por si fuera poco.
Seguían huyendo. Corriendo sin parar. Dando grandes saltos, o al menos a ellas se lo parecía, intentando escapar. Pero el peligro estaba cada vez más cerca y su destino (real y final) apuntaba incierto.
Aquellos saltos, además no estaban bien dirigidos. Gran impulso, pero sin dirección clara. Caída, choque y bastante tiempo hasta que lograban apoyarse bien para el siguiente salto. En aquella maraña de "dunas" de la zona de arena seca de la playa.
"Corre, ¡¡sal......!!...
Y ya no se oyó más. Ni se vio nada. Todo volvió a la calma. Únicamente vi al vuelvepiedras mientras se marchaba para descansar sobre el chalano gris.
A los págalos no les gustan las pulgas, ni creo que las hayan probado. Son tan pequeñas, que aquellas aves que las comen, directamente las tragan y a digerirlas. No habría opción a que fueran expulsadas para su aprovechamiento por estos piratas marinos. Aun así, si las probaran, yo creo que no les gustarían.
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