16 de mayo de 2010

La frontera

De toda la vida llevaban observándose. Supuestamente y según les habían contado a cada una de ellas, tenían un sitio por el que podían moverse, jugar y disfrutar pero también había una frontera que no podían pasar. A ambas les gustaba desplazarse de un lado a otro. Saltar con los delfines, saltar entre los delfines y que estos saltarán sobre sus crestas. Jugar con las aves marinas y con los peces.
La supuesta "zona atlántica"

Muchas veces se habían visto. Se miraban sin acercarse demasiado y volvían sobre sus pasos. La una de Estaca hacia el Oeste y la otra desde Estaca hacia el Este. A la primera le gustaban los acantilados del Picón y las playas coruñesas y sin embargo a la segunda, lo que adoraba eran la isla Coelleira y las playas de Lugo, las playas del Vicedo.

Aquel día fueron más lejos que nunca y allí debajo del Estaquín se observaron durante un rato y por fin se comunicaron.
-Buenas, yo soy una ola atlántica. Hace muchos días que te observo y la verdad, tenía mucha curiosidad por hablar contigo, por preguntarte...¿cómo es el Cantábrico?. A mi no me dejan entrar. Dicen que es diferente, que más allá de Estaca de Bares son sus dominios y que no se me ocurra internarme, que podría no volver.
-Es muy bonito. No sabría como decirte. ¿Y...el Atlántico....? ¿cómo es?.
- Es grande y parece que no tiene fin. Tiene unos hermosos fondos y millones de criaturas viven en él.
- Si, en el Cantábrico también es muy grande, yo nunca llegué a su final y también hay todo eso....


La zona llamada "cantábrica"

En no demasiado tiempo se dieron cuenta de que se caían simpáticas y que la otra ola, la diferente a cada una, no tenía nada que ver con lo que les habían contado. Con sus diferencias. Con lo terroríficas que eran. Se hicieron amigas.

-¿Tu crees que podría darme una vuelta por la zona atlántica?, preguntó la ola cantábrica.
- Pues claro. Ahora no hay nadie, no nos ve nadie y nadie podrá echarnos la bronca.
Así que se decidieron y la ola cantábrica se introdujo en el Atlántico y posteriormente lo hicieron al revés. Se pasaron toda la tarde jugando juntas y disfrutando como nunca. Cruzando una y otra vez aquella frontera impuesta.
- ¿Porqué habrá tanto rollo con que si es Atlántico o Cantábrico?. A mi me parece que es lo mismo. Que cada sitio es diferente pero que ninguno es mejor ni peor.
- Si. Yo también lo pienso.....
- Bueno, me voy a casa. Mañana, si quieres no vemos.
- Si, mañana nos vemos......

El pomarino, que había pasado toda la tarde observándolas, se sonrió para sus adentros. Tenían razón aquellas dos olas. Parecía ridículo pensar que por pasar de una punta, el mar o la tierra eran mejor o peor o simplemente diferentes. El págalo también pensaban que eran iguales y así le gustaba que fuera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario