11 de marzo de 2010

Lo quiero todo

Los veranos se me hacen cortos. Cada vez más. Por todo. Por la vida familiar. Por el gozo cada vez mayor al ver o sentir la naturaleza. Por las tardes en Estaca.

Y los inviernos largos. Estoy obsesionado con vivir más la vida. Con no desear la llegada de los fines de semana, la llegada de esta o aquella fiesta, de Semana Santa, de Navidad...del verano. De la posibilidad de salir corriendo de este mi pueblo (Madrid) a aquel otro, también mi pueblo (O Vicedo).

Supongo que a todo el mundo le pasará igual. Que cada día por la cabeza de todos nosotros pasan nuestras ilusiones o aquello que deseamos fervientemente. Esas cosas que nos hacen disfrutar especialmente. Y desde luego en mi cabeza, a diario, está ese pueblo de Lugo. Y están las aves marinas (las otras también). Está Estaca de Bares, está aquella hierba sobre el "todo poderoso" Atlántico, sus rocas y las nubes. Y siempre el viento. El mar, está el mar.


Sueño con ello, despierto y cuando no lo estoy. Y libera. Ayuda. Sirve.

Pienso en historias de aves marinas, en lo que toca escribir en este espacio. Pienso en los págalos y en las pardelas. Sobre todo en los págalos. Recuerdo el sol acariciando mi cara y calentando el roce del viento. Y vuelvo a pensar en págalos.

Tengo ganas de que llegue el verano. Tengo ilusión por la Semana Santa. Si, me gustan las fiestas, todas. E incluso las vacaciones de Navidad.

Pero bueno. Con esos pensamientos en la cabeza, con esos deseos y con lo que nos ha dado la vida (o lo que en parte, hemos elegido de ella), también "quiero querer" cualquier lunes o martes.

¡¡¡Aaaaaahhhhhh!!!! Y sobre todo, que no se si lo había dicho ya, quiero a los págalos.

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