Ya en el viaje de ida y por supuesto en el de vuelta, aproveché como cualquier otro pajarero para ir echando una ojeada a todo lo que se movía. Y para darle "la brasa" a mis acompañantes para variar. Menos mal que les tengo acostumbrados. La verdad es que el trayecto entre Madrid y Toledo es muy breve, prácticamente puedes irte a tomar un café y no tardas mucho más que entre dos barrios algo alejados de Madrid.
En uno de los traslados entre oficinas y mientras estaba con Marta y con Tere, compañeras de trabajo, al levantar mi vista vi mis dos primeras "anduriñas" (golondrinas) de este 2010. Un par de días antes, en la plaza de Vázquez de Mella, al lado de mi casa madrileña, miré al cielo y pensé en la llegada de los vencejos, en cuando se produciría, si todavía tardarían mucho.
Me produjo una gran alegría ver a aquel par de golondrinas toledanas. Supongo que van viniendo desde el sur y que en breve, si no ha ocurrido ya, estarán por "los Madriles".
Bienvenidas, guapas.
No os quiero ni contar si lo que hubiera visto hubiera sido un págalo. Tampoco lo que sentiría si como estas pequeñas aves, los "piratas marinos" también pasaran por aquí en su periplos migratorios. Estaría todo el día mirando al cielo (y ya paso bastante tiempo haciéndolo).
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