- Vamos, vamos, tengo que seguir, tengo que seguir, se decía para sus adentros aquel págalo pomarino. A pesar de estar a principios de abril ya tenía su plumaje listo para "ligar" con alguna hermosa hembra y pensar en procrear. Sería el primer año en el que lo hiciese. Estaba realmente guapo.
- Vamos, vamos. No tardaré mucho en llegar y no me esperan..., continuaba animándose. El día anterior había pasado por delante de las costas francesas y vascas, y a lo largo de la mañana lo había hecho frente a las cántabras y asturianas. Ya estaba cerca de Galicia. Tenía vagos recuerdos de esta zona, ya que aunque ya había pasado un par de veces frente a su costa, no se había fijado demasiado.
Los observadores de aves charlaban entre sí. Hacía tiempo que no se veían y aunque el reencuentro se había producido hacía un par de días y ya habían tenido ocasión de mantener alguna animada conversación, todavía, entre oteada y oteada, se echaban unas risas. No era precisamente una buena época para ver aves pero nunca se sabía. Y los días anteriores no habían estado mal.
- Ya debo estar cerca. No puede faltar mucho... El pomarino decidió posarse para descansar un rato y cuando paso sobre su cabeza con la seriedad de siempre, un págalo grande, le preguntó.
- ¿Sabes si estoy lejos de Estaca de Bares?.
- No. Muy cerca, contestó el skua. Solo a unas millas.
Estaban animados y contentos. A la alegría por estar juntos se le añadía que llevaban una buena tarde. Unos cuantos frailecillos, unos cuantos págalos grandes, bastantes alcatraces y alguna que otra pardela pichoneta. Si. Estaba bien y se estaba bien. El sol brillaba y el tremendo viento de los días anteriores, había amainado. No hasta detenerse, pero ya no era lo mismo. Pero sobre todo estaban felices porque acababan de ver pasar una pareja de adultos de págalo parásito y cada uno de ellos de una de las fases (clara y oscura). No era época para verlos y estaban maravillados. Seguían mirando.
El págalo había continuado su camino, detrás del skua. No mucho tiempo más tarde, éste último se giró y dijo:
- Ahí la tienes. Estaca de Bares.....
El pomarino, levantó la vista, vio los acantilados y aquella construcción sobre ella. Si no hubiera estado con el págalo grande, quizás se le hubiese pasado ya que unos metros antes se había cruzado con la isla Coelleira y le había sido imposible apartar su vista de ella. ¡Qué bonita era!. ¡Un precioso sitio para criar!. Lo mismo un poco al sur...pero.....
Decidió acercarse más a la costa. Si estaban aquellos personajes, les daría la ocasión de observarle a placer, pasando muy cerquita. Pausado. Exhibiéndose en toda su plenitud.
Cariñés apuntaba con su telescopio...hacia Asturias como decimos por allí...bastante hacia el Este, buscando presa....
- ¡Un pomarino!, ¡un pomarino!. ¡Viene un pomarinoooo!.
El págalo les vio. Bajo su ritmo de vuelo, se acercó aún un poquito más y se mostró todo lo que pudo. Lo merecían. Había oído hablar de ellos. De ellos y de otros muchos que también podían pasar horas y horas en espera de ver a algunos de su especie. De las otras especies.
- Buena gente, pensó. Aquí me tenéis.....
Madriñés consiguió verlo con el telescopio. Allí estaba. Tan cerquita. Tan precioso. Tan "cucharón"..
Aquello no podía ser posible. No. A principios de abril no. Después de ver aquel par de adultos de págalo parásito pasando por delante de sus narices, no. Era demasiado. Las caras de ambos denotaban sorpresa, alegría, emoción. Habían visto ya unos decenas de págalos pomarinos juntos pero....
Nunca se sabe que puede deparar una tarde pajarera. Sea en Estaca o donde sea (aunque, perdonadme...ese sitio es especial...). Nunca. Cuando crees que vas a ver todo no ves nada y si piensas que será cero lo que veas....¡¡Toma!!.
Antes de perderse por el Oeste, el pomarino se giró como despidiéndose. Yo le tiré un beso y cada noche, aunque ya hayan pasado ocho días, se los sigo tirando. No les quiero ni nada....
(*) Las fotos de los pomarinos son de www.montereyseabirds.com y www.flickr.com
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