19 de enero de 2010

Yo te quiero

La encontré en el muelle de Vicedo en una de mis muchas visitas a echar una ojeada a la Ría. Me encaminaba hacía la bocana del puerto buscando el mejor sitio para hacer un recuento de las aves que había por la zona y nada más pasar los pantalanes donde amarran los barcos y allí estaba. Sobre la piedra del puerto. Tan tranquila.....Hasta que llegué yo.



Desde que me vio me miraba con recelo. Pero aun así no se movía de su sitio. ¿Porqué iba a hacerlo si ella había llegado antes?. No estaba dispuesta. Por mi parte, al principio no me había fijado en ella y cuando lo hice por primera vez, pensé en cuanto tardaría en levantar el vuelo buscando un sitio tranquilo. Me acerqué a ella y le pregunté que qué hacía. Me miró con desdén y se dio media vuelta dándome la espalda. Volví a intentarlo y se alejó unos pasos. Sin respuesta.

Yo tampoco estaba dispuesto a darme por vencido sin recibir al menos alguna respuesta. Total, tampoco le pedía tanto. La volví a mirar, ya muy cerca de ella y le dije que si me dejaba fotografiarla. Que hablaría de ella en mi blog. De nuevo comenzó a moverse y a alejarse de mí. Por un momento se detuvo y me preguntó: "Y...¿qué es un blog?". "Un sitio donde escribes de lo que quieres para quien quiera". "Y...¿qué pinto yo en tu blog?". "Es que es de pájaros, de aves. Y casi siempre son aves marinas". "Ya...... Bueno, me voy, que no me fío de ti..".



"No, no te vayas. Por favor, espera....." le dije pero no hizo caso. La verdad es que la entiendo. Yo creo y pienso que ella percibía lo mismo, que allí donde viven, en el puerto de O Vicedo, no las quieren. Están allí como una piedra más, como un papel en el suelo o como una boya entre las barcas.

"Yo te quiero gaviota" le dije esperando quizás alguna otra reacción. Simplemente se volvió hacia mí y cuando parecía que me iba a decir algo más, levantó el vuelo y la vi marcharse hacia la playa de Vicedo. Por un rato la estuve observando con el telescopio, desde lejos, sin que ella lo supiera. Pero yo para ella ya no existía.



Unos días después en Estaca vi pasar un págalo parásito muy, muy cerca y pensé que me gustaría hablar con él unos instantes como con la gaviota. Pero al momento pensé que me sobraba con verle. Y como a la gaviota, también le quise. Y le sigo queriendo.

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