13 de abril de 2009

Lo que cuesta marcharse


Aunque tocaría empezar con las diferentes historias que me ha deparado esta Semana Santa en Vicedo y que me guardo para próximas fechas, voy a comenzar por el final, con la despedida, con el siempre difícil momento de marcharse y dejar el pueblo.

Históricamente ha sido así. Desde que tengo recuerdos, estos son maravillosos en todo lo relativo al tiempo pasado en este municipio gallego tan incrustado en mi corazón. Pero también los hay tristes, dolorosos diría yo. Y estos casi siempre han coincidido con las partidas. Con la marcha hacia Madrid. También hay que decirlo, mi querido Madrid.

Ese 31 de agosto o similar de cada año cuando éramos jóvenes. Cuando nos disponíamos a meternos en el coche para volver a casa. A afrontar el "duro" invierno, que en realidad no lo era tanto. Y se empezaba a sufrir una semana antes. Separarse de los compañeros de fatigas con los que habíamos pasado los dos últimos meses (¡¡¡mi madre!!! ¡¡¡las añoradas vacaciones de los escolares!!!), del primer amor (¡¡¡y como dolía....aunque luego se pasaba,,,!!!), de tantas cosas.

Ahora no me pasa (tanto...) como me pasaba antes, desde unas cuantos días antes de que llegara el horrible día, ni me pasa del todo en Vicedo. También me pasa muy hondamente en Estaca. Allí, cuando dejo el observatorio hasta mi siguiente visita. Así fue antes de ayer. Me quedé solo con el telescopio escudriñándolo todo cuando se fueron Ana y Toño destino Coruña. Y aunque la tarde fue muy entretenida (habrá que esperar un par de textos para que os lo cuente...) siempre quedaba un momento para, mirando al mar recordar que en no demasiado tiempo me tendría que ir. Y de nuevo me ocurrió. Gran pena.



Como de costumbre, he pasado unos maravillosos días por la zona y en el caso de la Estaca, he estado 7 días un mínimo de 3 horas (en la mayoría de los casos 4 horas). Casi todos los días solo (exceptuando el "runrun" de visitantes a la zona, a los molinos, a....) pero en otros momentos he visto a la mayoría de mis compañeros de fatigas pajariles (además de los mencionados anteriormente, David y Ricardo). En fin. Que es un disgusto cada vez que uno se va, pero como yo digo siempre (y no es que sea, ni esté muy iluminado) para volver hay que irse primero.


Por otro lado, me alegro de estar de nuevo "trabajando" en el blog. Es una alegría diferente, pero también la tengo. Otro asunto será mañana a eso de las 7 de la mañana.....

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