27 de noviembre de 2009

Un colimbo muy de Lugo

Como siempre, aquella mañana mientras paseaba oteaba las cercanías de la orilla de la playa en busca de aves. Como casi siempre, hacia el final de Arealonga, había limícolas. También en la lengua de arena, allí a lo lejos se veían grupos de gaviotas bajo el sol.

Seguía revisando cada centímetro de mar en busca de, por ejemplo, negrones, que le tienen mucha querencia a la zona, que suelen estar presentes casi todo el año. Después de un rato, observé un grupo de ellos. Varios machos y un par de hembras, se dedicaban a dejarse llevar y de vez en cuando a sumergirse en busca de comida. Cuando ya llevaba un rato mirándolos, varié mi campo de visión, abriéndolo un poco hacia la derecha y lo encontré.



Nada más verlo, me di cuenta de que aquello era otra cosa. Qué no se trataba de un negrón. Era más grande, su forma era diferente y desde la distancia se apreciaba su robusto pico. Abandoné la observación con los prismáticos y monté rápidamente el telescopio. Necesitaba más detalle. Allí estaba. Se trataba de un precioso ejemplar de colimbo grande. Los colimbos son aves norteñas que únicamente y no en gran cantidad, se acercan hasta las costas españolas cuando el invierno arrecia. Lo cierto, es que en mi caso, muchos habían sido los años en que había rastreado la zona y no los había conseguido ver. Supongo que también, la pericia ayuda y últimamente ya conseguía identificarlos y raro ha sido el invierno en que no he visto alguno en la Ría.

Después de bastante rato observádole y perdiéndole de vista, debido a sus largas inmersiones en busca de alimento, me miró. Consciente de que lo estaba haciendo, porque le veía en detalle con mi telescopio, me incorporé y ya sin la ayuda de la óptica le miré también. Estaba bastante cerca y parecía confiar en mí. "Hola colimbo" le dije, "Hola" me contestó. "¿De dónde eres? ¿Ya has venido otros años por aquí? continué. "Nací en Noruega pero soy muy de aquí. Soy muy de Lugo". Mi sorpresa fue enorme, porque cualquiera que me conozca, que me haya preguntado o haya leído mi blog, sabe que yo también, que yo soy muy, muy de Lugo. Y creía que esa expresión, que ese hacer mío algo, era eso, mío. "Yo también soy muy de Lugo" le dije. "Pero y ¿cómo es eso?". "No se" contestó. "Llevo muchos años viniendo a esta playa. Mis padres venían por aquí y ya algunos de mis hijos lo hacen. Y no tengo nada contra aquellas costas de la otra banda, que son Coruña. Ni tampoco contra las costas asturianas por las que paso cada año para venir, ni las francesas, ni otras cualquiera. No son mejores ni peores. Ser de Lugo, como de cualquier otro sitio, no es ser mejor, ni más importante. Simplemente es serlo y sentirlo". Le miré impresionado por su respuesta pero totalmente alineado con ella. Yo también pienso lo mismo. Y también soy de Lugo por eso.

Me despedí de él esperando verle de nuevo. "El año que viene o al siguiente" le dije. "Yo no dejaré de venir" me dijo. "Yo tampoco...." y se marchó.

Si ya se que lo sabéis pero no puedo dejar de decirlo. Soy de Lugo. Muy de Lugo. Pero también soy de los págalos. Sean de donde sean. Vengan de donde vengan. No se si soy más de Lugo o más págalo, pero bueno, eso da igual.

24 de noviembre de 2009

¿Sueños? ¿Deseos?

"Mira Toño, mira..... Lo ves, lo ves.. allí, allí, como a medio mar. ¿Lo ves tu Ricardo?" grité pero como casi siempre ellos ya lo tenían enfocado. Nuestros 3 telescopios apuntaban casi hacia la línea del horizonte. Prácticamente en el mismo momento levantamos nuestras caras y se cruzaron nuestras miradas. No cabía duda y llevábamos mucho tiempo esperándolo. Toño ya había tenido oportunidad de disfrutarlo pero para Ricardo y para mí era nuevo. Siempre deseé ver un albatros donde fuera y tenía algo por dentro que me decía que algún día quizás tuviera la oportunidad de verlo en Estaca. Y aquel momento había llegado. Estuvimos observándolo durante un largo rato, todo el tiempo en el que duró su paso desde el Este hacia el Oeste, desde la derecha a la izquierda. Estábamos muy emocionados y creo que apreciábamos especialmente haberlo visto juntos.



Hacía una tarde bastante agradable. Puede que algo ventosa pero se estaba bien. El sol brillaba y gracias a él, la luz era estupenda. Todas las aves se veían magníficamente. El día había empezado insuperablemente. Toño, como siempre contaba y contaba sin cesar. Sin prisa pero sin pausa, seguía anotando en su pequeña libreta todo aquello que veía y lo que Ricardo y yo "cantábamos". Los números por ahora estaban siendo muy buenos y tener además marcado, allí abajo en la parte baja de la hojita, el nombre "albatros" con una marquita ya era mucho. Aunque ya no hablábamos de él cada rato nos mirábamos y una sonrisa afloraba en nuestras caras.

Pero ese no era el sueño de Hevia, del cariñés, de Ricardiño. El quería ver un charrán sombrío. Quién sabe porqué pero a mí ya me lo había comentado en varias ocasiones. "A mí, más que un albatros, lo que me "prestaría"´más ver aquí en Estaca, lo que preferiría ver sería un charrán sombrío". "Y ¿cómo es un charrán sombrío?" le preguntaba yo. Un charrán oscuro, casi negro...



Con toda la calma, le dije "pues ahí lo tienes". Tanto Toño como él me miraron como si estuviera loco. Con una media sonrisa en su cara y claros síntomas de incredulidad. Mantuve la calma y mi gesto serio. "Míralo", insistí. "Está ahí, detrás de la lancha en la que están a los calamares, junto a otro charrán..". Ambos enfocaron y con rapidez pasmosa, por otra parte como siempre, ya lo tenían en su objetivo perfectamente centrado. Toño me miró y dijo, "increíble". Ricardo levanto su vista y con gesto de gran emoción contenida me abrazó. Nos abrazamos los tres, ya entre grandes risotadas. Otro deseo cumplido.

Toño había repetido albatros y Ricardo tenía su charrán sombrío. Me miraron y al alimón me preguntaron. "Y ¿cuál es tu sueño Alfonso? ¿cuál sería tu máximo deseo?. ¿Qué o a quién querrías ver en Estaca?.". "No se podría cumplir" les dije como con pena. "Sería imposible". "¿Imposible?" se preguntaron. ¿Más imposible que ver un albatros o un charrán sombrío?. "Mucho más" les dije. "Yo querría ver a mi hermano aquí en Estaca. Verle de nuevo. Quedaron tantas cosas entre nosotros que no pudimos decirnos. Tantas sensaciones que habríamos deseado gozar juntos. Nos quedamos sin hablar de tantas cosas. Sin reír muchas más veces. Sin llorar juntos. No pudimos despedirnos bien. No pudimos hablar de págalos todo lo que necesitábamos". Me quedé como triste y sin saber explicar porqué aquella maravillosa tarde con tantas emociones había llegado hasta aquel punto. Toño y Ricardo, se despidieron de mí y se encaminaron por el camino hacía arriba. Les ví perderse por la cuesta, camino del coche. Yo preferí quedarme allí unos instantes más.

No habían pasado ni 5 minutos cuando lo sentí. Me giré y allí estaba él frente a su telescopio, frente al "mostrenco" mirándolo todo. Oteando el horizonte. No podía dejar de mirarle. Él levantó su vista y me miró. "Hola hermano" me dijo. "Hola hermano" le contesté. "Te he echado mucho de menos aquí y me he acordado tantas veces de tí" continué. "Me quedó un vacío enorme con tu falta, un agujero grande en mi vida, en la vida de todos y además nunca vimos un págalo juntos". "Pues mira" me contestó, "éste va a ser el primero, mira que hermoso pomarino". Miré al págalo y efectivamente allí estaba. Precioso como siempre y con aquel enorme cucharón como cola. "No he podido escuchar cuál es el ave que más te hubiera gustado ver con tus amigos" me dijo. "No quería ver ninguna ave, quería verte a tí, estar un rato contigo, cruzar unas palabras. decirte que te quiero y que nunca te he olvidado ni te olvidaré. Ni un solo día de mi vida.". Los dos dejamos nuestros telescopios y nos abrazamos. Y sé que fue así porque recuerdo su olor, porque sentí su calor y también porque no podré olvidar cuando nuestras gafas chocaron". Allí abrazados, levanté la vista y vi a Ricardo y a Toño que nos miraban. Estaban de pié junto al observatorio y ví mucha alegría en sus rostros. Por mi parte sentí que las lágrimas resbalaban por mis mejillas y al mismo tiempo una gran felicidad.

Volvimos a situarnos frente a nuestros telescopios y así transcurrió todavía un buen rato. Varias veces levantamos nuestra vista y cruzamos nuestras miradas. Únicamente eso. Y era más que suficiente. Y paso otro págalo, y volvimos a mirarnos. Y otra vez y otra, y otra más.....

Me desperté y estaba echado sobre la hierba en Estaca, bajo el sol y con el viento empezando a soplar con fuerza. Estaba confuso. Levanté la vista y allí estaban Toño y Ricardo. Me dedicaron una sonrisa especial, como diciéndome algo. "Pedazo de cucharón que tenía el pomarino, ¿verdad?", comentó Toño. Le miré y la emoción me embargaba. "Nos dijo que siempre anda por aquí, por la Coelleira, por el Mar de las Pardelas y que siempre viene a ver si pasan muchos págalos y sobre todo para ver si estás tú o si ha venido Felipe... y que siempre que estás se pone a tu lado..", comentó Ricardo. Miré al frente, tiré un beso y sonreí.

Todavía no se si fue un sueño, si me lo imaginé. Todavía no se que pasó ni si pasó. Todavía no se y no me importa. Y sigo esperando volver a verle.

Y a los págalos. Muchos págalos. Siempre págalos.



Evelio en la Solana volviendo del Mar de las Pardelas. Al fondo, la Coelleira

20 de noviembre de 2009

Amigo de mis ojos, amigo del alma

Él,que siempre me ayuda ahora no puede estar conmigo. Él,que tantos y tantos años llevaba a mi lado, ahora no puede hacerlo. Él,que ha sido más que mis ojos,que hacia que lo reconociera todo.

Tan fuerte. Tan duro. Tan poderoso. Resistiendo frío lluvia, viento, nieve. Y al sol, al ardoroso sol. Parecía invencible.

Pero no fue el primero. Dos de sus hermanos pequeños ya lo hicieron antes que él. El uno me habló del otro y el segundo del tercero. Los quise a los tres y los tres estuvieron con la familia. En nuestros corazones.

Ha conocido la Albufera de Valencia, el Delta del Ebro, el Estrecho de Gibraltar. Ha conocido el Cabo Peñas, las costas francesas e inglesa. Y Monfragüe. Y Gallocanta. También Villafáfila. Y es hijo adoptivo de Estaca de Bares. Casi parte del paisaje.

Lo conocen las pardelas, los paíños, los charranes, alcas, gaviotas. También los colimbos, los cormoranes y los negrones. Y yo los conozco a todos ellos gracias a él.

Ahora no está. Ahora tiene problemas. Y quizás no se podrá recuperar.

Yo le quiero. Le debo mucho. Y los págalos también. También le quieren y le deben.

16 de noviembre de 2009

Más de 11.000 alcatraces

Cuando bajaba aquella tarde hacia el observatorio sentía que me esperaba algo grande. No llegué todo lo pronto que me hubiera gustado teniendo en cuenta lo temprano que anochece en estos meses invernales. Me acababa de dejar el taxi en la especie de aparcamiento de donde parte el pequeño camino hacia el observatorio de Estaca y con el telescopio al hombro y la mochila con los prismáticos, la libreta, el boli y algo de agua empecé a verlo a lo lejos. Miré el mar que rugía zarandeado por el viento del noroeste y ya se veían bichos pasando muy cerca. Uno detrás de otro. Sin parar.



Nervioso, dejé la mochila, monté el telescopio a todo correr y saqué la libreta. A toda prisa escribí los nombres identificativos de las especies habituales y mire el reloj del móvil para empezar los cuartos. Momentos duros y especiales, aquellos en lo que lo quieres preparar todo, en los que crees que estás perdiendo mucho. Que cada segundo cuenta. Que digo segundo, cada décima.

Tanto montar el telescopio y tanto rollo para nada. En cuanto eché la primera ojeada con el mismo me di cuenta de que estando como estaba solo, hoy ese que es uno de mis más preciados tesoros no me serviría de mucho. No tenía tiempo para subir y bajar con él, para controlarlo todo. Lo dejé a un lado y me puse con los prismáticos, por cierto también....otro de mis más preciados tesoros. Aquello era un tremendo espectáculo. Me hervía la sangre y notaba mi corazón acelerado. Las notas en mi cuaderno parecían de todo menos los números del uno al diez. Lo escribía tan deprisa que después cuando pude hacer el recuento muchas veces me costó bastante descifrar lo que allí ponía.

Ni por un instante dejaban de pasar los alcatraces. Como una larguísima fila, allí mismo, prácticamente por encima de las rocas seguían su camino. Uno detrás de otro y detrás otro más y otros cinco y nueve más. Levantaba la vista, miraba hacía mi derecha, hacia Asturias como muchas veces decimos en broma y veía que seguían entrando. Que el flujo no cesaba.

Es difícil, muy difícil, describir lo que sentía. Era una emoción tan grande, una felicidad tan tremenda que cuesta encontrar las palabras. En mitad de aquella locura, aparecieron Candi y los suyos, viejos amigos del Vicedo. Venían a dar una vuelta por la Estaca a enseñar la bravura del Atlántico o del Cantábrico o de los dos (de lo que digan los cariñeses que son los que saben de esto, je, je, je) y casi no pude hacerles caso. Les dije "Ahí tenéis el telescopio, yo no voy a utilizarlo. Aprovechad". Y fliparon, porque a pesar de que a los "primerizos" puede costarles a veces centrar bien la vista y gozar a fondo de la visión que uno de estos aparatos puede ofrecerte, al haber tal cantidad de bichos les era fácil fijarlos. Alucinaron. Reconocieron unas cuantas especies. Mirada con el telescopio, ojeada a la guía. Otra al telescopio, otra a la guía.



Y con los alctraces, las pardelas (sombrias, pichonetas, baleares y capirotadas), las gaviotas (tridáctilas, cabecinegras, reidoras, enanas...), los alcidos (alcas, alcaraos, frailecillos), colimbos (grandes y chicos), anatidas (negrones, rabudos, cercetas, cucharas). Esa tarde, allí solo, conté en dos horas y media 3.908 alcatraces, casi 400 gaviotas tridáctilas, más de...... En las 3 tardes que estuve en Estaca (los dos días siguientes, ya con mi querido Ricardo), contamos más de 11.000 alcatraces, que para los "bestias de la zona" no es mucho....pero que para mi fue una pasada. Unas 2.000 gaviotas tridáctilas. La tarde del lunes 9, unas 140 pardelas capirotadas....

Si tengo un lamento es que debí estar más horas allí apostado. Muchas más. Pero los míos, Marina, Ana y Martín, ya habían sido demasiado generosos conmigo. Como siempre. Comprensivos con el cuelgue de su padre y marido.

No. No se me olvida. No. Págalos, los págalos. También vimos muchos págalos. Muchos al menos para mi. Y muchos para mi es uno. Un págalo es mucho. Uno. Pero no, no vimos uno. Vimos casi 300 págalos grandes, sí 300 skuas (cuanto me gusta este nombre), págalos parásitos y pomarinos.

Págalos.....

12 de noviembre de 2009

Pedro

Hoy no tocaba. Pero al final el día se ha convertido en uno especial. Y lo es porque hoy ha nacido Pedro. Pedro Sandoval Torres. Palabras para Pedro pues, y para los suyos. Yo también soy suyo.

A Ana y a Toño, seguro que se les han hecho larguísimos estos 9 meses desde que llevan esperando que Pedro asomara la cabeza. Que llenara todo con su llanto lanzado al aire. Con ganas de mirarle a los ojos. De besarle. A mi también se me han hecho largos. Reconozco que muchas veces he deseado que por fin llegara este momento, saber que ya estaba por aquí. Recibir el sms de Toño anunciando que todo había ido bien. E imaginarme a ese niño. Deseoso de estar entre los brazos de su madre. Ansioso de que su padre lo levantara con sus brazos y de que sus miradas se cruzasen.

Sé lo deseado que ha sido este niño. Una criatura predestinada a ser buena persona. Y eso no es poco. Es mucho. Lo más importante diría yo. Además será otras cosas. Sin duda será inteligente, listo, guapo, carioñoso y amante de la naturaleza. Todas cosas buenas, si. Pero sobre todo, será buena gente.

Yo desde aquí, deseando verle, con muchas ganas de que llegue el momento de encontrarme con él, con los tres, les deseo lo mejor. Les deseo una larga y feliz vida juntos. Quiero que tengan mucha salud. Que disfruten de la vida. Tiene buenos maestros en casa, de los mejores que se me pueden ocurrir y los tres lo aprovecharán.

Hay otros muchos que hoy estarán muy contentos. Sus familias, la nueva familia de Pedro. Sus abuelos, los presentes y los ausentes. Sus tíos,primos. Los amigos. Muchos amigos.

Pero hay más. Se alegrarán los acentores, los alcatraces, todas las pardelas, los colimbos y los paíños. Y muchos más. Pero sobre todo, se alegrarán los págalos.

Va por ti Pedro.

5 de noviembre de 2009

Sorpresa

Sorpresa y grande fue encontrarme este fin de semana yéndome para mi querido Vicedo. Darme cuenta de que llegaba el viernes, que tenía que meterme un par de pantalones, unas camisetas, gallumbos y calcetines, pillar el telescopio y los prismáticos e irme para la estación con Ana y con los niños.
La mañana siguiente, llegar al pueblo. Ver el mar, comer pulpo, pasear viendo todo verde. Muy verde. Jugar con los niños. Que se echa de menos. Te tiras meses pidiéndoles los deberes, exigiéndoles que estudien y no juegas con ellos. Esta vez venían con nosotros María y Mercedes, una parejita entrañable. Madre e hija. Hija y madre.

Sorpresa fue llegar al observatorio de Estaca, ver esas olas gigantes y ese furor en el mar. Un espectáculo inigualable. Todo lleno de espuma. Las nubes volando sobre mi cabeza. Chubascos pasajeros descargando con fierez en breves instantes. Ni siquiera me había dado tiempo a pensar que podría disfrutar de estas cosas. Y las aves, miles de aves pasando frente a mí. Cerquita, como saludando. Como queriéndome decir algo. Y yo las gritaba, reía y lloraba. Lloraba de alegría.

Sorpresa fue que no estuviera el Cariñés habiendo noroeste. Y no era por trabajo, no. Fue porque estaba de vacaciones. Si señor, Ricardo, si señor. Una semanita a Canarias a cambiar levemente (tampoco mucho, no, que Hevia no puede vivir sin su Cariño) de aire y rápido de vuelta. La primera tarde estuve solo sin él y le eché de menos. Por su compañía, que siempre tenemos cosas que contarnos, por su ayuda ya que no conseguía contarlo todo y por su sabiduría. Poco se le escapa al Cariñés. Muy poco. Y yo ahí sigo, aprendiendo. Y cada día con más ilusión.

No tanta sorpresa fue que el tiempo se pasara volando y con ello, llegara el momento de volver. Después de todo, estuvimos 4 días y 3 noches. Un respiro. Un importante respiro. Pocos saben cuan importante.
Ya en Ferrol, tuvimos la última sorpresa. Paseando de un lado para otro y en espera de que llegara la hora de la partida del tren, de repente mientras andábamos por la calle recordé al ver una tienda de ropa, que Pablo tenía una en algún lado. Y fue girarme, mirar por una rendija y verle. Grandiosa y agradable sorpresa. Y pedazo de tienda que tiene. Tela marinera. Bonita, bonita. Y desde luego si quieres ir guapo, a la moda y molar, tienes que pasarte por allí. En el número 123 de la Rua Real de Ferrol.

Sin palabras

Hace unos días llegó un correo de Luis Aleixos Alapont (gran tipo Luis, grande de tamaño y grande de grandeza) al foro del GIAM (Grupo Ibérico de Aves Marinas) en el que nos remitía a una página donde mostraban porqué muchos de albatros finalizaban su existencia. Y asistí apesadumbrado a un espectáculo aterrador. A un horror provocado, como no, por nosotros los humanos. Los "reyes" de este mundo. Maldito el día en el que nos proclamamos así. En el que perdimos el norte y esa realeza, esa supuesta superioridad nos permitió romperlo todo.


Esto que véis ahí encima es el cadaver de un albatros. Una preciosa y hermosa, además de gigante, ave austral que dificilmente podremos ver en las costas españolas, aunque alguna se ha visto, y con la que muchos soñamos. Soñamos con verla en sus lugares de origen y por supuesto, deseamos encontrárnosla por aquí.



Este pobre animal como otros muchos de su especie y de otras especies tiene su estomago, ya lamentablemente al descubierto, repleto de trozos de plástico, de tapones de botellas, incluso de un mechero. Habrá quien piense "pues que bicho más tonto, que coma otra cosa" y otros que como yo nos avergoncemos una vez más de lo desastroso de poner nuestra humana mano sobre la naturaleza. Nosotros que todo lo rompemos. Que nada nos importa. Aquí debajo, tenemos otra demostración. Otro albatros.



Y...¿porqué?. Por que a Juanito o a Marianita les dio la gana de tirar el tapón en aquel río o en el acantilado. Porque el otro lo lanzó por la borda desde un barco. Por que aquella lo dejó tirado en la playa de allí a la vuelta. Porque nos costaba mucho guardárnoslo en el bolsillo y tirarlo donde debemos. Vergonzoso. Desastroso. Infame. No encuentro suficientes calificativos.

Esta preciosidad que véis debajo es un albatros vivito y coleando. Surcando los mares del sur. Serio. Impasible. Precioso. Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para que siempre que los veamos sea así.

Yo quiero verlos de este modo, con esos colores y también a las las demás aves. Las marinas y las que no lo son.

Y a los págalos..........

1 de noviembre de 2009

El ¨colgao¨ de los pájaros

¿Habéis visto a Alfonso?. ¿A quién?. A Alfonso. Si, hombre, el tipo ese alto y delgado. El de las gafas. El que llevaba barba.. "Pues no sé, no sé a quién te refieres.." "Ni idea..."
Todas estas indicaciones, en algunas ocasiones pueden llevar a dudas pero ahora no. No utilizan eso. Ahora es "¿Quién?. ¡¡¡Aaaahhhh!!! El de los pájaros......". Ni alto, ni barbas, ni gafas.... El de los pájaros. Me gusta.
Quitando los amigos (pajareros o no) y la familia, que como os imaginaréis, lo tienen muy clarito y me tienen más que "calao" existen otros sitios en los que me muevo y os voy a contar las experiencias casi diarias que vivo ....
El trabajo. Aquí, desde luego, mi ornitohisteria (bonito palabro que me acabo de inventar) la conocen de "pe" a "pa". El despacho. En el despacho tengo un abejaruco, un martín pescador, un urogallo y un buho. Figuras desplegadas sobre la mesa, en la estantería. Pero no solo eso. También tengo un calendario de frailecillos de hace unos años, uno de éste con preciosas fotos de aves (una por mes...por cierto, mañana me toca cambiar a los estorninos de octubre) y los págalos que me dibujó Martín. Y una guía de aves, y un ejemplar del "Marino, págalo pomarino" y un poster del escribano palustre..y.... Pero es que además, tenemos en el curro un patio/jardín que no solo es zona de paso entre edificios y sí un pequeño reducto de disfrute del personal y como hay árboles...hay pájaros. Y si hay pájaros....siempre que paso..allí está "el menda" ojo avizor. El primer día que vine cuando el edificio estaba de obras, en aquel patio destrozado por las máquinas, los escombros y las montoneras de material lo primero que vi, fue un colirrojo tizón. Mola. Allí vi las grullas pasando o veo en verano los vencejos. Y miro hacia arriba (con o sin prismáticos) y.....

Con unas compañeras, que curiosas querían saber qué es lo que miraba.....
Vayamos a otro lado. 5-3 en el marcador y 40-30 al servicio. Máxima concentración. Sudor cayendo a raudales empapando la camiseta. Mirada seria. Casi parecen Rafa Nadal y su máximo rival. Casi. Pero.....¡¡alto!! ¡¡un momento!!. Uno de los jugadores para el juego. Mira al cielo. ¿Qué es lo que está pasando?. "Lo que está pasando son dos buitres leonados y el de detrás es un buitre negro...." dice el tipo....... Y todos parados. Mirando al cielo. Aquí el "chalao" mirando al cielo, el rival mirando al cielo y los de las pistas de al lado, mirando al cielo. Hay que verles las caras...
Los fines de semana y animado porque mis hijos lo hacían, empecé hace un par de años a jugar al tenis (vamos...a darle a la pelota con la raqueta intentando que pase por encima de la red y que no se salga de unos límites marcados. No lo consigo muchas veces, no...). Con historias como las del párrafo anterior, ya todos mis vecinos de pista, en cuanto ven un pájaro..."Alfonso, ¿qué es eso?... ¿Eso?. Una paloma torcaz, o unas cotorras argentinas, o un ratonero o un.....

Ahí estan los buitres....

Para preparme un poco para el tenis, para bajar un poco la barriguita (esa leve que yo tengo, que todo hay que decirlo...) voy un par de días a un gimnasio de mi barrio. Par de ejercicios para fortalecer hombros y dorsales. Unos abdominales y mucho ejercicio aeróbico. Bici, carrera en cinta, elíptica. Aquí no llevo mucho tiempo y de palabra, todavía no me tienen muy "calao". Hablo poco aunque me voy soltando. Pero mi monitor si..... "¿Otra camiseta de pájaros?. Y....¿cuál es hoy? "Un aguilucho cenizo dices....". "Ya...". Y...seguro que tienes muchas y que el próximo día traes otra..." Y justo, al día siguiente llevo otra. Un cernícalo primilla, o una cerceta común o un arao o...y por ahora no repito (la verdad es que tengo muchas...) y el tío flipa... Y los demás que nos oyen, también se fijan y me miran con curiosidad. "Pájaros dice...y que tiene muchas..."

De esta guisa estoy en el gimnasio. Hoy con la del Treparriscos

A todo el mundo se le abren mucho los ojos cuando saben de mi afición. De mi amor por las aves. Y a muchos les extraña. A los que no, como poco piensan "qué curioso, le gustan los pájaros..". Y yo procuro enseñarles a unos y a otros que están ahí. Y van reconociendo algunos. Si.

Incluso en todos esos sitios de los que os he hablado, en el trabajo, en las pistas de tenis, en el gimnasio, en casa, en las casas de mis colegas....ya han oido hablar de los págalos. Ya saben que hay una ave que se llama págalo. Ya saben lo que quiero a los págalos.....