27 de junio de 2009

Zampullines de la Ría do Vicedo

Todos los años vuelven. Todos los años desde que los encontré la primera vez, allí estaban cuando he vuelto a buscarlos. En invierno. Vienen a pasar unos meses huyendo de los duros climas de donde nacieron, donde criarán a sus hijos. Y que mejor sitio que la Ría do Vicedo.

Son zampullines cuellinegros. La primera vez que los ví me llevé un alegrón grande. Desde el puerto de Vicedo y mirando hacia Arealonga allí estaban. Un buen grupo. Rápido me di cuenta de lo que eran, ya que había tenido ocasión de verlos a placer en las Salinas de Formentera unos años antes. Me alegró comprobar que también les gustaba esta zona. Como a mí. Adoro Formentera y me sería imposible encontrar palabras para explicar lo que es Vicedo para mi.

Zampullín cuellinegro

Tranquilos, sosegados, bajando de vez en cuando hasta los fondos marinos en busca de sustento. Siempre en grupo y casi siempre los grupos son grandes. Y todos los días los cuento, y los apunto.
Algunas veces, incluso entran en el puerto y se dan una vuelta entre los barcos. Echándole una ojeada a todo.

Tienen pinta de serios. La verdad es que la mayoría de las aves, tienen esa pinta. Pero...¿de qué se van a reír? ¿Qué es lo que debe alegrarles?. Yo creo que a estos, a los de la Ria de Vicedo, lo que les pasa es que se dan cuenta de que cada vez son menos. Y no es que no les guste este sitio, es que por mucho que nos duela a todos. ya no es igual. No está como siempre. Y tampoco está como siempre, allí donde nacieron. Tampoco es igual el camino. Cada vez es más duro. Con más dificultades, con menos comida....



"Ahí, en la zona de la derecha, siempre los veo"

Yo espero que sigan volviendo, pero lo cierto es que ya a veces cuesta encontrarlos. Te asustas y piensas que esta vez, sí que no vendrán, pero al final aparecen. Y la alegría vuelve a tu corazón.


Al mío, quiero decir.......

22 de junio de 2009

Si

A veces lo veo. Está ahí. Y siempre le siento.

Le abrazo y le canto. Le escucho y de vez en cuando me parece oírle llorar. Y aunque no me lo pida, le acompaño, sufro con él y le persigo. Jugamos. Nos queremos.

Pasa silbando, pasa avisando. Todo lo mueve y se lleva las nubes. Las vuelve a traer. Mece las olas y levanta hasta muy alto su espuma.

Aunque parezca imposible le veo. Sé que está ahí. Lo noto y hablamos. Y le dejo partir, sé que volverá. Siempre regresa y lo hace sin avisar. Pero no me importa. Yo siempre le estoy esperando.

Ellas también le quieren y le sienten. Le necesitan y mucho más que yo, juegan con él. Es un placer verlas, disfrutándolo, gozándolo, amándolo.

Sí, muchas veces le veo. Está ahí. Y siempre, siempre, le siento.

18 de junio de 2009

Todo negro

En un primer momento, antes de sobre volarlo y cuando lo veía desde lejos, pensé que sería uno de esos pesqueros que arrojan pescado por la borda. No entiendo muy bien porqué lo hacen, ya que si acaban de sacarlo del mar con sus redes, no le veo el sentido a que después lo tiren. Pero, es comida. Y nosotros necesitamos alimentarnos. Cada vez está la cosa peor y hay menos cosas que comer. Muy mal. La cosa está muy mal. Y estos humanos no ayudan nada.

Cuando estaba sobre él, vi que de comida nada. Simplemente estaba parado en mitad de ningún sitio y aparentemente sin hacer nada. Quieto. Como muerto. Lo sobre volé un par de veces y cuando vi que allí no había nada que hacer, me marché. Tenía mucha hambre, como todas las demás, como esos alcatraces, como las pardelas de allí, como las gaviotas que había dejado atrás.
A lo lejos vi unas islas y pensé que lo mismo conseguía algo. Divagué por aquellas costas sin conseguir nada. Y me marché como había llegado. Cuando me disponía a dirigirme hacia el norte, vi que algo extraño ocurría junto a aquel barco. Seguía sin moverse. Pero algo raro ocurría.

Cuando me acerqué de nuevo pude verlo bien. Toda la superficie del mar estaba negra. Hasta donde llegaba mi vista. la superficie marina había perdido su verde, su azul. Todo negro y algunas aves, que se habían apoyado sobre él, tenían su plumaje totalmente negro y no podían levantar el vuelo. Otras ya estaban muertas.

Fue todo muy triste. El barco partió. Se marcho de allí y todo lo que dejó fue desolación. Y no estaba roto, no. Simplemente había abierto unas compuertas y había vaciado sus negras entrañas sobre el mar. Lo que los humanos llaman un "sentinazo". Cuando nadie les veía, en mitad de ningún sitio, todo fuera. ¿A quién le importaba?.
Me invadió una gran sensación de tristeza. No acababa de comprender porque se hacían estas cosas. Partí y deseé no volver a encontrarme nunca más un barco como aquel. En realidad deseaba no ver ningún barco, fuera como fuera. Nunca más.

14 de junio de 2009

Los colirrojos del puerto de Vicedo

Donde antes había una depuradora, hoy vive un colirrojo tizón. En Vicedo, cuando bajas hacia el puerto, justo enfrente de la casa de Boni y al lado de los columpios, había hace no demasiado tiempo una depuradora de aguas. Yo creo que nunca funcionó o al menos bien. Simplemente llegaban las "aguas cochas" y de allí directamente pasaban a la cercana playa.


Pobre playa y pobres aguas. Nunca vi un trato peor a una zona que podía ser bonita y atrayente que el que siempre ha recibido esta playa. La playa de Fomento según los mapas y esas cosas. La playa del puerto o de Vicedo para los que llevamos toda la vida por allí y yo creo que para los vicedanos. Rodeada de dunas, ya prácticamente inexistentes siempre fue el vertedero de toda la porqueria del Vicedo. ¡¡Qué importa!!. Así hacemos las cosas.

Como digo, donde estaba esta horrorosa, maloliente, e inútil construcción ahora vive una pareja de colirrojos tizones. Bonito nombre verdad. Colirrojo tizón. Cola roja y el cuerpo, el cuerpo, negro como el carbón. Negro negro, negro tizón. De las primeras cosas que hago cuando llego a Vicedo, por obligación o por devoción, es dar un paseo desde casa hacia el Cacheiro que hace que tenga que pasar por esta zona. Es una de mis zonas preferidas para echar una ojeada a las aves que pueda haber en la playa (las diferentes gaviotas, los andarríos, algún que otro cormorán o un zarapito en las rocas de Moledos) y los pajaritos de lo poco que queda vivo de la zona de dunas. Y alucinantemente, aún con lo maltratada que tenemos la zona, sigue habiendo algunos de estos pequeños seres voladores.

Descubrí por primera vez a los tizones, "cuidando" a mis hijos mientras jugaban en los columpios. Como siempre, armado con los prismáticos, mientras ellos se lo pasaban bien, yo también lo hacía. Veía venir a un pajarillo que desde los tejados de casa de Boni, que iba y venía sin parar. Al llegar a la casa desaparecía, supongo que a su nido. Pasado un rato, aparecía de nuevo. Se acercaba a la antigua caseta de la depuradora (esa no la han quitado....y mira que es fea...) y atrapaba algunos insectos que había por allí. Siempre iba al mismo sitio, cogía y a casa a alimentar a la prole. ¡¡Que belleza de animalillo!!.



Al colirrojo no parece importarle el estado en el que está la zona. Y año tras año allí está. Yo creo que le gusta el sonido del mar y los gritos de los niños mientras bajan por el tobogán. Y que cuando no nadie les ve, traen a sus pequeños y son ellos los que se lanzan por el tobogán gritando felices justo antes de que mamá y papá les empujen en los columpios, hasta que llegan arriba, alto, muy alto.

Cada vez reconocen menos el Vicedo pero.....les pasa como a mí. Que no pueden vivir sin él.

(*) Fotos de Marpez Digiscoping y http://www.pbase.com/.

12 de junio de 2009

Lanchas de Vicedo

Es muy temprano. Tan pronto que es de noche. El despertador ha sonado y soñoliento, me visto, cojo un jersey y salgo de casa casi sin desayunar. Con un par de galletas. Tengo 12 años. No más.

Me voy al Cacheiro donde en uno de los bares, ya están las luces encendidas y varios marineros conversan animadamente. Ellos me ven llegar. Allí están, Isidoro "el vasco" y Anís. Isidoro, como siempre, con una gran sonrisa, me recibe con un "Zonchooooo...buenos días..". Allí, en el pueblo, en Vicedo, todos me llaman Foncho (de Alfonso...a Foncho...) pero "el vasco" lo dice de un modo peculiar. Me gusta. Están tomando un aguardiente. Son poco más de las 6 de la mañana. Hace frío aunque es verano. Esto es Galicia y dentro de Galicia, el norte más norte. Me dan un traguito y me voy calentito.

Bajamos a la playa de Vicedo (nunca me gustó la denominación "playa de Fomento". Nunca oí a nadie de Vicedo que la llamara así), montamos en un chalano y nos dirigimos al núcleo de barcas amarradas en la pequeña ensenada dentro de la ría. Allí está el Nolo. Su lancha. Una preciosa barca roja con cabina con cristales. Es pequeña pero se la ve dura y muy "mariñeira".


Nos vamos a "levantar" las redes que la tarde anterior Isidoro y Anís "largaron", más allá de la Coelleira. A ver que suerte hemos tenido. A ver si vienen llenas de pescados. Ya hace más de 30 años de esto y raro era el día, que efectivamente, las redes venían bien cargadas. Empezaba a escasear. Hace rato que se ha hecho de día y el sol va calentándonos mientras nos acercamos a destino. No ha estado mal. Venían unas cuantas "sollas", 2 rapes, 3 Xulias, 4 o 5 abadejos, algunas fanecas, 2 bellos, una robaliza y mientras levantaban, capturaron 3 pulpos que allí estaban intentando alimentarse de los peces que estaban enganchados en las redes.

Antes de volver al puerto , en la Cova Baja, bien a resguardo, limpiamos las redes y por el camino "el vasco" y "Anís" han cocinado en un pequeño infiernillo algo de pescado para desayunar. Recién salido del mar. Fresco como el solo. Regado con un poco de vino barato. Pero está bueno y a ellos les gusta. Esta vez a mi no me toca.

No me he mareado. Soy un "marinero" veterano. Ya he salido con ellos 4 o 5 veces a pesar de mi corta edad. Volvemos al puerto y me dan un par de pescados para que los lleve a casa como botín. Y yo subo orgulloso con ellos.


En Vicedo, además del Nolo, hay otros muchos barcos. Y los recuerdo. Recuerdo el "Dos hermanos" de Boni, que solo salía por las noches a por sardinas, recuerdo la lancha de Pachurín y sobre todas, recuerdo el "S-U", el rey de los barcos de Vicedo. El más grande y quizás también el más bonito, exceptuando el Nolo claro. El barco de Pancho y de Juán y de otros más.

Recuerdo que las conocíamos todas. Hasta por el ruido de sus motores. Las queríamos.

Después ya vino la "María Cima", la lancha de los Cid Maceiras. En ella pasamos grandes aventuras con corta edad aunque ya rondaríamos los 15 o 16 años. A Salva se la dejaban y Salva nos llevaba aquí y allá por la ría. Y de vez en cuando nos dejaba el timón para que uno u otro la guiáramos. Nos sentíamos importantes. Y nos bañábamos en Vilela, o en Xilloi o en la Area Longa. Cuantos días maravillosos.

No puedo terminar sin pasar por la "Solana". Nuestra querida "Solana". La lancha familiar. Pasamos unos buenos años con ella. Llena de gente. Casi llegamos a doblar la Estaca aún poniendo en riesgo nuestras vidas. Pero no lo sabíamos. Inconsciencia. Íbamos felices en ella.

A la "Solana" la tengo allí enmarcada en "Las pardelas" en Vicedo. Y la llevo en mi corazón. Como al "Nolo", y al "SU", y al "Dos Hermanos" y a la "Pescadería" y a la ´"María Cima" y ......

Todavía no sabía lo mucho que iba a querer a los pájaros. En concreto a las aves marinas. Y seguro que me cruzaba con pardelas y que allí a lo lejos, más allá de la Coelleira un págalo pasaba, me miraba y se sonreía. Yo no lo sabía pero ellas si.

Y las lanchas de Vicedo también.....


7 de junio de 2009

Sus árboles

Los árboles de Evelio. Sus árboles, nuestros árboles, los árboles de todos, de todas las aves y de los niños. Donde ya han nacido muchos pajarillos y donde empiezan a aprender muchos retoños de humanos. Para eso están allí. Para ellos los plantó. A todos nos alegran. Nos dan vida.

Pinsapos con acento andaluz, quejigos y alcornoques extremeños, robles, castaños, abedules y acebos con savia (que no sangre) gallega. De pura cepa. Y frutales, muchos frutales. Peralitos, manzanos, un nogal, una cereixal (siempre me gusto su nombre asturiano) y una higuera. De todas partes. Para todos. Y pinos de varios lugares. Hasta un granado castellano-manchego, de secano, que tiene ganas de bañarse en el mar. Y además, nos lo regaló Peter Pan.

Los árboles en invierno

Ese pequeño bosquecillo de especies autóctonas que está allí, como una mancha entre las enormes mareas de eucaliptos que todo lo inundan es como un bálsamo para la vista. Junto al mar.


Pelado en gran medida en épocas invernales, tupido y frondoso en primavera y verano. Siempre hermoso. Siempre con sentimiento. Siempre contigo. Continuamente con los brazos abiertos esperándote. Para que le cuentes algo a sus tallos, para que te cuenten algo sus hojas. Para permanecer en silencio, escuchando el viento que mece sus ramas y con el murmullo del mar de fondo. O gritar bajo la tormenta.


Los miran las gaviotas desde lo alto, cuando pasan por encima. Viven allí, carboneros, herrerillos, pinzones, currucas, escribanos, petirrojos, colirrojos. Pasan entre ellos las golondrinas. Los habitan las ardillas, que saltan de rama en rama. Y entre la base de sus tallos pasa de vez en cuando el erizo y también la comadreja. ¡¡Qué a gusto se encuentran!! ¡¡Están en su casa!!

Esta vez, en verano

Crecen sanos y fuertes. Como empujados por algo o por alguien. Como empujados por ti. Y lo haces, yo sé que lo haces. Cuando estoy allí entre ellos, todo es diferente. Me siento mejor, me olvido de todo. Y cuando no estoy y necesito olvidar o evadirme de algo, pienso en ese sitio. En esos árboles. En sus árboles, en los árboles de Evelio.


Y en los págalos, claro......

3 de junio de 2009

Hoy......mariposas....

Si, nunca pensé que escribiría sobre mariposas. En mi caso, es un animal que me gusta…de lejos. Muy de cerca, se trata de un insecto más y reconozco abiertamente que no me gustan los insectos. Creo que son los únicos seres vivos que no me gustan aunque reconozca que están para algo y aún sin gustarme celebro que existan..

Pero bueno. Lamentablemente, esta vez no tuve la suerte de estar allí en Estaca ojo avizor a otras cosas para encontrarme el espectáculo que debió de ser pero allí estaba Toño y el ha sido quien me lo ha contado.

En primer lugar, empezaré diciendo que Toño estaba allí haciendo algo rarísimo. ¡¡Contando aves marinas….!!. ¡¡Tela marinera!!. Este tío cada día nos sorprende con algo. Y en el fondo es como una de aquellas enormes piedras que hay allí, pero en majete. En muy majete, diría yo.

Vanesa de los cardos


Pues bien, Toño fue testigo de una espectacular migración de una mariposa llamada en castellano Vanesa de los Cardos (Vanesa cardui). Yo no sabía que estas cosas sucedían en España, pero parece ser que en aproximadamente 3 horas, unas 100.000 de estas mariposas que venían desde el interior (Sierra de A Faladoira en este caso) se acercaban al acantilado, bajaban directamente hacia las rompientes como yendo a ver los "muiños" pero sin hacerlo y sin la más mínima duda se internaban mar adentro, con destino Gran Bretaña, Escandinavia, etc…

Alucinante espectáculo. Miles de preciosos (ya digo que de lejos...) insectos voladores como los de la foto entrando sin miedo alguno en esa inmensidad.

Se las vio en Grañas do Sor (Mañón), en la playa de Esteiro (también Mañón), en la zona de As Pontes, en Miño…Una pena habérselo perdido.

La vida de estos bichos es alucinante. Parece ser que tiene dos generaciones cada año (primaveral y estival). La primaveral nace en el Norte de Africa y rápidamente migra más al norte. Llega a los campos europeos y en ellos encuentran la comida que necesitan. Completan su ciclo biológico y nace la segunda generación, la veraniega. Esta hace el camino de vuelta para al llegar a origen, encontrar a su vez la comida que necesitan y vuelta a empezar. Fascinante.

Como cada día que escribo tocaría que mi imaginación volara y se pusiera a contaros esto y aquello sobre lo otro y lo de más allá. Pero mientras Toño me lo contaba ayer, no podía pensar en otra cosa. Y me refiero a todo. A ver a todos esos frágiles animalillos lanzándose al mar sin ningún miedo, movidos por su instinto, adentrándose ni más ni menos que en el Océano Atlántico y a lo inmenso y curioso, sin límite de la vida de muchos de los animales que nos rodean. Yo creo que nos empequeñecen. Tenemos mucho cerebro, si, pero…….

(*) Agradecimientos a Toño Sandoval por relatármelo y a Pablo Fernández por las explicaciones biológicas de la mariposa.
Fotos de ichn.iec.cat y www.flickr.com

1 de junio de 2009

Resacón

Si, resacón. Enorme resaca. No, no os equivocáis. Hablo de esa terrible sensación que te invade las horas posteriores (en mi caso los días...) a un exceso en la ingesta de alcohol y a pesar de haber dejado de fumar, hace unos 8 meses, apretarte un paquete de Marlboro sin titubear.

En fin. Que así estoy. Lesionadito. El sábado tuvimos "fiesta jolgorrio" familiar, lo que nos mantuvo más de 12 horas en la brecha dándole al alpiste, con mucha broma y muchos temas profundos sobre los que hablar. Fue bonito mientras duró. Después y tal y como os digo, otra cuestión.

Ayer no podía ni pensar, y aún sabiendo que tenía una cita que cumplir con este espacio, con las aves, con las palabras, con vosotros y conmigo mismo, no hubo manera. Hoy he currado a duras penas y de vez en cuando, allí, moviendo papeles en Garrigues, recordaba, que tenía que escribir algo pero, nada, imposible. Así que cuando me he dado cuenta, he pensado que lo que había que contar hoy era precisamente esto.

Y es que uno no aprende. Hace ya bastante tiempo que salir por la noche y "darle al frasco con soltura" no supone otra cosa, que varios días de penar, de sufrimiento, de mal humor y mal cuerpo también. Y de arrepentimiento. Y mira que lo se, que siempre me pasa lo mismo. Al final da igual. Espero tardar bastante, pero recaeré. Eso fijo.

Podría poner fotos de bares, de botellas, de gente disfrutando de la fiesta pero hoy, otra vez, nos quedamos sin foto. No hay foto que refleje, bien, bien, bien, como me gustaría ese pedazo de resacón que tengo.