31 de enero de 2009

¿Cuántos hay?, ¿Qué son?

Todos los días pasaban por allí y siempre se fijaban en cuantos había, si eran machos o hembras, si había jóvenes o no y las cosas que hacían. Las costumbres que tenían.

Entre ellos hablaban y en muchas ocasiones se lamentaban de no poder verlos más de cerca. Pensaban que al acercarse podrían fijarse mejor en muchas de las diferencias que había entre ellos. Incluso entre individuos del mismo sexo. Ya se habían fijado en que las inclemencias del tiempo atmosférico afectaban. Con lluvia y con fuerte viento, como regla general solía haber menos. Muchas veces incluso no veían ninguno. Pero los días soleados era mucho más fácil verlos. Parados, moviéndose de un lado a otro. Cuando hacía sol, siempre había alguno.

No sabían porqué tenían aquel interés. Porqué cada día se ocupaban de ver que era lo que ocurría. Aprendiendo, más y más cosas. Absorbiendo toda la información que podían.

Después de toda la tarde frente al observatorio, junto al faro, al final decidieron marcharse. Allí los dejaron. Esta vez había 2 machos y una hembra. Llevaban allí toda la tarde, frente a unos extraños aparatos que tenían apuntados hacia el horizonte. Con ellos había un pequeño inmaduro. Estaba sentado en un carrito y de vez en cuando lanzaba al aire unos sonoros gritos. Como cuando los pequeños págalos, sus retoños, reclaman su comida en el nido en el que nacieron. Lo apuntaron y emprendieron el vuelo. Sin mirar atrás y en dirección oeste.

Mañana volverían y observarían de nuevo a aquellos curiosos seres no voladores pero que como ellos, tenían dos patas.

26 de enero de 2009

La que está cayendo.....




.....y las que deben estar cayendo.

Llevamos ya unos cuantos días inmersos en una tremenda borrasca. Vientos huracanados azotan Estaca de Bares. La poderosa fuerza del Oceano Atlántico, del Mar Cantábrico, golpea con dureza y con constancia las viejas piedras de la isla Coelleira. La inmensidad del mar, inundado por la blanca espuma parece un paisaje de montañas nevadas. Las olas van y vienen, luchando contra todo, arrasándolo todo, llevándose por delante lo que encuentran en su camino. La tempestad no cede ante nada.

Y en medio de todo esto, las aves marinas. Seres que han pasado, pasan y pasarán la mayor parte de su vida en el mar, sin ir a la costa nada más que para criar, luchando por su vida ante aquel que les dá sustento. Que les mece cuando duermen. Aquel en el que se enamoran, en el que enseñan a sus hijos a sobrevivir, donde juegan y pelean. También donde mueren.

Alcatraz Atlántico orillado en la praia de Xilloi en O Vicedo (Lugo)



Los que seguimos y queremos a las aves marinas, la mayoría de las veces celebramos la llegada de los temporales. Suelen traer consigo especies de aves que de otro modo dificilmente se acercarían a la costa. Que casi nunca podrías ver. Acercan aves norteñas hacia este sur. Y allí estamos nosotros, celebrando su llegada. Y las noticias vuelan de un lado a otro, los foros de aves echan chispas relatando la llegada de gaviones hiperbóreos, de paíños por todos lados, de colimbos, de........

Pero sabemos que esa llegada nunca viene sola. Que no todo son alegrías y que la muerte acompaña a nuestras amigas. Montones de aves orilladas. Inexpertos jóvenes, demasiado veteranos, enfermos, ejemplares que llevan días sin poderse alimentar. Es como un sabor agridulce. La naturaleza es la que domina todo y creo que todos nosotros lo aceptamos como tal pero nos es imposible no sufrir al encontrar esos cadáveres por las orillas. De algún modo llorar ante éste o aquel individuo ya sin vida. Pensar que las aves que acabamos de mirar por los prismáticos pueden acabar en una playa no demasiados kilómetros más allá. Que todo se terminó para ellas.



Alca encontrada varios metros dentro de la costa lejos de la linea de playa (O Vicedo - Lugo)

El viento sigue silbando en Estaca de Bares. El viento continua arrasándolo todo. Las olas pasan por encima de las rocas de la Coelleira. Su espuma se alza en el aire. Y al ver esa espuma observo a un págalo que lejos de mantener su vuelo directo de otras épocas del año, de otros vientos más benignos, forcejea por mantenerse sobre el mar. Zigzagea constantemente evitando una y otra ola. No siempre lo consigue. Acaba de caer y ya se dispone a emprender el vuelo. Lo veo y no lo veo. Lo veo y no se como puedo verlo. Lo veo y le animo desde el balcón de mi casa en la calle Infantas de Madrid. Y sufro con él y me alegro cuando veo que esta vez, lo ha conseguido.

21 de enero de 2009

Pride of Bilbao / Septiembre 2008


Aquí estamos de nuevo. Siempre pensé que el famoso viaje al que cada año Gorka nos invita era algo que había que hacer una vez en la vida y que ya estaba. Descubrí que no era así. Lo que os relato ocurrió en uno de los trayectos ida/vuelta a Portsmouth del Pride of Bilbao el pasado mes de septiembre. Aunque ya hace tiempo, lo mismo os gusta leerlo. Y no puedo dejar de despedirme sin darle las gracias a Gorka Ocio. Va por tí ¨txabalote¨.








JON


- ¡¡¡Delfines!!!, ¡¡¡delfines!!!….¡¡¡allí!!!, ¡¡¡a las 2!!!…. ¡¡¡Vienen hacía el barco…!!!
- Los veo, los veo….y hacia las 3, un chorro, he visto un chorro. Rorcual común! Fijo!
Y entonces noté que estaba allí detrás. En pleno éxtasis “pajaril” y “ballenil”, apuntando con el telescopio, aquí y allá, me di cuenta que lo tenía junto a mí. Ya casi a mi lado.
Un chaval de unos 10 u 11 años, que se apoyaba en la barandilla. Tras él sus padres. Mirando al horizonte. Mirando a aquellos chalados.
Jon, que así se llamaba aquel muchacho, observaba interesadísimo nuestra locura y nuestro estrés mientras proferíamos gritillos de alegría. Sin dudarlo, le dejé mis prismáticos mientras yo continuaba observando con el telescopio. Los cogió con presteza, deseoso de aprovechar la oportunidad que se le presentaba y ver aquello que nos tenía tan alterados a decenas de personas en la cubierta superior del barco. Pasaron unos cuantos minutos y parecía haberse parado todo. Con todas mis fuerzas, deseaba que pudiera ver esos grupos de delfines que habíamos estado viendo junto al barco. Que volvieran a aparecer los chorros sobre el agua, anunciando la cercanía de alguna ballena, para momentos después verla aparecer..
Tras él, su madre intentaba hacer fotos mientras su padre observaba la escena y el mar, quizás en ese momento todavía incrédulo o desconfiado de lo que hacían aquellos locos en la cubierta del barco. Mirábamos hacia todos los lados. Buscábamos.
Jon, como cortado, hizo ademán de devolverme los binoculares pero yo no acepté. No podía quedarse sin ver aquello. Le insté a que continuara observando, insistiéndole en que yo tenía el telescopio. Pareció convencerle. Unos minutos después….llegó todo….
Delfines por todos los lados, delfines por ambas bordas. Por babor. Por estribor. Directos hacia el barco entrando por proa o surfeando en la popa. Gritos contenidos en algunos casos. Histéricos en otros. Oleadas de delfines yendo y viniendo… Calderones pasando en grupos, ofreciendo verdaderas exhibiciones. Rorcuales por doquier. Chorros, lomos, aletas, más lomos, más chorros…delfines, más delfines…… Miradas entre la gente. Sonrisas….
Y entonces, llegaba otro aviso por los walkie-talkies…..
- 4 rorcuales a las 6!!!!!!!!! 4 rorcuales a las 6!!!!!!
Y empezaban las carreras de un lado al otro, de la barandilla de babor a la de estribor. Montones de personas corriendo de un lado a otro y entre ellas……Jon. ¡Como corría el chaval! ¡Cómo se lo estaba pasando. A veces y sin darme cuenta hasta yo corría tras el y tras las demás personas. Y entonces llegaba a babor y me daba cuenta de que no tenía con qué mirar, únicamente con mis ojos. Los prismáticos los tenía Jon y el telescopio se había quedado amarrado en la otra banda. Pero me daba igual.
Entre oteada y oteada, entre flipe y flipe, entre alucine y alucine, le dedicaba una mirada de vez en cuando a ese chaval y no cabía en su gozo. Porque lo estaba pasando bien, divertido por el juego pero también por el espectáculo que estaba disfrutando. ¡¡¡Qué cara de felicidad!!!. Y su madre…..su madre….gritaba cuando veía un chorro….-“¡¡¡¡allí…..allí….un ..un… un chorro…..un… un...como se llameeeee!!!!!!. Demasiado poco tiempo para aprenderse la palabra rorcual. Emocionada. Incluso el padre de Jon tenía cambiada su expresión inicial. Puede que por ver a los suyos felices. Pero también…por lo que estaba viendo…..
Jon me miraba y su mirada lo decía todo. Su madre me miraba y la suya también lo hacía. Y su padre me sonreía…. Atendían a todas las explicaciones. Saboreaban lo que era un págalo y como robaba a los demás. Miraban y se maravillaban con aquel nombre tan curioso que tenía el vuelvepiedras… Absorbían.
Después de bastante rato llegó la hora de partir y Jon, a regañadientes, me devolvió los prismáticos, dándome las gracias en varias ocasiones. Con esa cara extasiada.
Miramos los paneles y les enseñé lo que habíamos visto. Nos dedicamos una última sonrisa y se fueron. Contándose cosas entre ellos. Hablando sin parar.
Un par de horas más tarde, cuando el sol se perdía por el horizonte, unos momentos después de ver el “rayo verde”, el rayo de San Telmo y cuando todos nos contábamos las vivencias y bromeábamos con esto y aquello, noté que alguien me tocaba en la espalda. Me di la vuelta y vi que era Jon con su padre, que volvía de la cubierta de arriba. Había vuelto a subir para buscarnos y cuando se marchaba, ya casi de noche, me volvió a dar las gracias, me regaló su mirada y una última sonrisa. Y se marchó feliz.
Me quedé pensando y valorando lo que había pasado aquellos días. Lo mucho que había pasado. Todo lo que había disfrutado. Y era mucho. Mucho.
Las aves marinas vistas a placer. El espectáculo de los cetáceos. Inconmensurable. El reencuentro con los viejos amigos de varias aventuras. Los nuevos amigos. Las cenas en el Gorka’s corner. Las conversaciones “filosóficas”…y no tanto….en el pub de Porstmouth. Las pintas de cerveza…
Muchas cosas.
Pues bién, sin dejar de lado ninguna de ellas, me quedo con esa cara y ese subidón de Jon. Creo que ese es el camino. Es lo que necesitamos y lo que necesitan las marinas, los cetáceos... Muchos como Jon y muchos como nosotros, que los ayuden. Porque lo hicimos.
No se si volveré a verte, Jon, pero me alegro de haberlo hecho al menos esta vez. Estoy seguro de que, como nosotros…..Jon, no lo olvidará en su vida.

19 de enero de 2009

Muy buenas a todos,

Bienvenidos a este espacio en el que espero comunicarme con todo aquel que quiera gastar algo de su tiempo leyendo aquello que se me haya ocurrido o que sienta que quiero contar. Aves y palabras ni más ni menos. Original el tío….

Aves. Mis queridas aves. Nunca le agradeceré lo suficiente a la naturaleza darme la oportunidad de enamorarme de ellas. Ya hace tiempo de aquel flechazo y con felicidad, yo creo por ambas partes, el idilio continúa. Son muchos años con ellas y han sido tan importantes en mi vida. El amor inicial por todas ellas, por las aves en general y la pasión desmesurada por las aves marinas, cuando ya por fin pude elegir…entre unas y otras, entre rubias y morenas. Y acerté. No sé como empecé a quererlas. Yo creo que fue en aquellos paseos, idas y venidas con Luisma, con Paloma y con Ana. Pero sobre todo con Luisma. Aquel contacto con la naturaleza en estado puro, aquel vivir en ella a base de kilómetros y kilómetros por aquí y por allí. De estar inmerso en ella. De saborear cada árbol que veíamos, cada loma, cada caricia del viento en nuestras caras. Y por supuesto, al ver cualquier ser vivo libre disfrutando de ella. Como nosotros. Incluso aún más. Y después las marinas, con y por Evelio. Las marinas son Estaca de Bares, son Vicedo. Qué poco tiempo tuvimos para disfrutarlas juntos y cuanto lo hubiéramos hecho. Pero nos quedó ese algo para siempre. Vaya si lo hizo. Los págalos, las pardelas, los alcatraces, los, las, los, las, los….

Las palabras. Casi sé tan poco de ellas como de las aves. Probablemente incluso menos y aunque sea difícil. Pero ahí están. Hacen falta y a mí me hacen mucha falta. Las tengo para mí, para los míos, para vosotros, para todo el que quiera leerlas. Sirven de tanto. Expresar sentimientos. Casi nada. Lanzarlos. Lanzároslos. Tengo muchos y la mayoría de mi gente también. Y muchos de ellos son de esa gente, para esa gente. Y no son nada sin los demás. Por si esto fuera poco, que indudablemente no lo es, me sirven para hablar de las aves, de los pájaros. Pasada. Lo más.
Espero no aburriros. Y si lo hago, intentadlo otra vez. Otro día. Si lo hiciera aún así. Perdonadme.

Señoras, señores, caballeros, niños y niñas…..queda inaugurado “Aves y palabras” el blog de Alfonso y si queréis el vuestro cuando os apetezca echar una ojeada. Cuando queráis decirle algo a alguien. Cuando queráis cantarle a una ave.